Una nueva investigación liderada por la NASA revela que el permafrost del Ártico y la liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera podrían acelerarse por un proceso conocido como ‘descongelación abrupta’. El fenómeno ocurre en ciertos tipos de lagos árticos conocidos como lagos termokarst o lagos de colapso.
Las conclusiones de la investigación, que se ha publicado en Nature Communications, son una advertencia de que el proceso implicaría que se liberase a la atmósfera el metano contenido en el interior del permafrost, capas de hielo ártico que nunca se derriten, a mediados del siglo XXI. Ese metano no se tiene en cuenta a la hora de calcular cómo será el clima en el futuro, por lo que este podría ser peor de lo esperado.
Los parajes helados del Ártico son la reserva natural de carbono orgánico más grande del planeta. El día que su hielo se derrita, los microbios de su interior podrán convertir ese carbono en CO2 y en metano, que más tarde ascenderán a la atmósfera y agravarán el calentamiento global, explica la NASA en su página web.
La investigación la ha liderado Walter Anthony, de la Universidad de Alaska, y forma parte del Arctic-Boreal Vulnerability Experiment de la NASA, un proyecto que durará 10 años. Su equipo de investigadores alemanes y estadounidenses combinó modelos por ordenador y mediciones de campo para descubrir que el descongelamiento abrupto duplica las estimaciones previas de efecto invernadero derivado del permafrost. También aumenta la cantidad de carbono que se libera y que se encuentra almacenado en el suelo, entre 125 y 190% comparado con la descongelación gradual.
El permafrost del Ártico es hielo que dura todo el año. Puede llegar medir hasta 80 metros de profundidad y, debido a la acción del hombre y al calentamiento de la atmósfera que de ella se deriva, se está derritiendo. El proceso, explica la NASA, descompone la materia orgánica del suelo ártico y los microbios se comen el carbono almacenado, de unos 2.000 y 43.000 años de antigüedad.
La agencia espacial añade que los lagos de colapso son relativamente pequeños y que se encuentran desperdigados por la orografía del Ártico, motivo por el que los modelos climáticos que intentan predecir el futuro que le espera a nuestro planeta no los tienen en cuenta. Sin embargo, el equipo de investigadores cree que incluir estas masas de hielo en el futuro es importante para entender el papel del permafrost en el calentamiento global. Es cierto que las emisiones de metano del permafrost solo son responsables del 1% del total de metano que acaba ascendiendo, pero «hacia mediados o finales de siglo podría convertirse en la segunda fuente antropogénica más fuerte de gases de efecto invernadero», advierte Anthony.