Aunque aún no se conocen casos de esta condición mortal en humanos, algunos expertos estiman que se registrarán en los próximos años.
En 24 estados de EE.UU. y dos provincias de Canadá se han reportado casos de caquexia crónica (CWD) en ciervos, alces y uapitíes silvestres, informó el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). Esta mortal afección neurológica es también conocida como enfermedad del ciervo ‘zombi’.
Según The New York Post, este trastorno provoca una fuerte pérdida de peso en los animales y los hace caminar en patrones repetitivos, así como perder el miedo a los humanos. Identificada por primera vez a finales de la década de 1960 en un ciervo en Colorado, la caquexia crónica ha estado propagándose lentamente a otros lugares, y para enero de 2019 ya ha sido registrada en 251 condados de 24 estados. El CDC señala que también hay casos registrados en Noruega, Finlandia y Corea del Sur.
Pese a que la enfermedad aún no ha sido reportada en humanos, algunos especialistas han expresado su preocupación de que este mal pueda afectarlos. Así, expertos de la Universidad de Minnesota sostienen que la CWD debería tratarse como un problema de salud pública. Michael Osterholm, especialista de dicha entidad, opinó que «es probable que en los próximos años se documenten casos de humanos con caquexia crónica, asociados al consumo de carne contaminada». «Es posible que la cantidad de casos humanos sea sustancial y no se trate de eventos aislados«, agregó.
El experto comparó la caquexia crónica con la encefalopatía espongiforme bovina (o enfermedad de las vacas locas), señalando que durante un tiempo los expertos no creían que pudiera extenderse a los humanos.
Se cree que la CWD se transmite a través de proteínas llamadas priones en los fluidos corporales, como las heces, la saliva, la sangre o la orina, y que pueden permanecer en el ambiente por mucho tiempo, publica The New York Post. No existe vacuna o tratamiento contra el mal, y sus síntomas pueden tardar hasta un año en aparecer.
Un estudio canadiense demostró el año pasado que macacos alimentados con carne infectada con la CWD desarrollaron la enfermedad.