Foto: Profesor Duncan Hand
Los científicos de la Universidad de Heriot-Watt han hecho un enorme avance para la industria de fabricación al lograr soldar juntos distintas clases de metales y vidrio.
Este proceso era imposible antes debido a la diferencia de propiedades que tienen estos materiales. Las altas temperaturas y las variadas expansiones termales hacían que el cristal se rompiera.
Ahora este obstáculo ha sido superado gracias al láser. Para soldar los dos objetos se usan ráfagas de láser extremadamente cortas e intensas en puntos muy pequeños.
Según explicó Duncan Hand, uno de los autores del descubrimiento, los impulsos del láser duran tan solo un picosegundo, y la potencia ejercida en este instante asciende a un megavatio.
Por establecer una comparativa, el picosegundo supone para un segundo lo mismo que un segundo para un lapso de tiempo de 30.000 años.
Durante la soldadura con este método se forma el microplasma en un área de pocos micrones. Las altas temperaturas que se generan en el proceso pegan los dos materiales, pero gracias a la brevedad de los impulsos del láser, el cristal no se rompe.
Se trata de un descubrimiento revolucionario, puesto que en los productos y dispositivos que engloban estos dos materiales hace falta unirlos por medio de adhesivos. Pero estos adhesivos son ‘sucios’ en su aplicación, con el tiempo pueden desplazarse y se desintegran con el tiempo, reduciendo la vida útil del producto.
Según los científicos, la nueva soldadura ha sido probada a temperaturas de entre —50℃ y +90℃. Entre los metales que se utilizaron en el experimento están el acero, el aluminio y el titanio. Estos metales se soldaron con distintas clases de cristales.