Desde hace más de tres años que organizaciones de 12 países del mundo nos encontramos peleando contra el Tratado TransPacífico, hoy llamado “Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico” o TPP11 por la salida de Estados Unidos, firmado entre Australia, Brunéi, Canadá, México, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Chile, Perú, Singapur y la República Socialista de Vietnam. Si bien el TPP se encuentra firmado por Chile, debe ser ratificado por el parlamento para que pueda implementarse. Y es allí donde nos estamos jugando la escasa soberanía que nos queda como pueblos, y nuestros derechos al agua, al medio ambiente, a pensiones dignas, a decidir qué queremos comer y cómo lo queremos producir, a acceder al conocimiento de manera democrática, a proteger nuestra información personal, a acceder a nuevos medicamentos, incluso a cambiar nuestra constitución.
por Alejandra Parra Muñoz
Máster en Planificación – University of Otago
Bióloga en Gestión de Recursos Naturales
Red de Acción por los Derechos Ambientales RADA
¿Pero cómo un tratado internacional de libre comercio puede poner en riesgo tantos derechos? Principalmente esto sucede a través de la imposición del Sistema de Resolución de Controversias: tribunales internacionales a los que pueden recurrir las corporaciones transnacionales en caso de que suceda algo en el país que les impida alcanzar sus “expectativas razonables de ganancia”. Es decir, cada vez que ocurra algo en el país que signifique que las transnacionales no ganarán todo el dinero que pensaron que ganarían, pueden demandar a Chile en estos tribunales internacionales. Esto no ocurre en el otro sentido, ya que ni países ni organizaciones ciudadanas ni comunidades afectadas pueden demandar a las transnacionales en estos tribunales. Según estudios de la ONU, el 72,5% de las veces estos tribunales fallan en contra de los Estados. Si bien Chile ya se encuentra sometido a estos tribunales (por el TLC con Estados Unidos por ejemplo), con la ratificación del TPP se aumenta el número de corporaciones que nos podrían demandar. Por ejemplo, SOPROLE que ahora pertenece a la Neozelandesa FONTERRA, podría demandar a Chile en esos tribunales internacionales por apoyar a COLUN con alguna medida que favorezca a las cooperativas[1].
El agua, un elemento esencial para la vida animal y vegetal, en Chile está privatizada. Si pensamos que el 90% de los derechos de aprovechamiento de agua consultiva están en manos de empresas mineras y agroexportadoras, y casi el 100% de derechos no consuntivos se encuentran en manos de transnacionales como ENDESA[2], podemos proyectar cómo afectaría el TPP11 la lucha indispensable por la recuperación del agua para los pueblos.
Y si para recuperar derechos como el agua necesitamos cambiar la constitución, incluso esa lucha por democratizar la carta fundamental de derechos de Chile se vería fuertemente restringida por arriesgar demanda internacional con cualquier cambio que devuelva los recursos naturales del país a los pueblos.
En cuanto a soberanía alimentaria y semillas, el TPP11 incluye la obligación de implementar el convenio UPOV91, ya ratificado por Chile por obligaciones contraídas en el TLC con Estados Unidos. Implementar el UPOV91 significa evacuar un reglamento que en la práctica significa la privatización de la semilla. La oficialmente llamada “Ley de Obtentores Vegetales” y extraoficialmente llamada “Ley Monsanto”, promueve la inscripción de variedades vegetales cuyas empresas propietarias quedan con el monopolio de la reproducción de dichas variedades. Este tipo de leyes y convenios internacionales apuntan hacia la producción de alimentos no para alimentar sino para lucrar. El monopolio y la inscripción de nuevas variedades vegetales podrían ser menos ofensivos para la agricultura campesina, indígena y familiar (la agricultura que de verdad nos alimenta) si no vinieran a aparejados con el apoyo de instituciones del Estado como INDAP que promueven la adopción de paquetes tecnológicos en la producción alimentaria, además del poder publicitario de estas grandes empresas, la desvalorización de la producción tradicional para mercados locales, y la promoción de la estandarización de los alimentos. Pensemos por ejemplo en el tomate. Los tomates son decenas de variedades vegetales que fueron desarrolladas por cientos de generaciones de agricultor@s de pueblos originarios de américa que nos regalaron su legado en función de la alimentación de la humanidad. Sin embargo, hoy en día solo consumimos un par de variedades que además han perdido su sabor y aroma original, encontrando en los supermercados tomates que solo saben a agua, ya que se encuentran adaptados para dar mayores ganancias a la agroindustria. ¿Cómo llegamos a reducir de tal forma una planta tan rica en diversidad genética? Por la imposición de la agroindustria sobre la soberanía alimentaria de los pueblos. Y eso, sin UPOV91. Imaginen ahora las transformaciones que la implementación de este convenio en Chile provocaría a la producción de alimentos.
En cuanto a la comercialización de medicamentos genéricos, si bien el TPP original (el que incluía a Estados Unidos) contenía una norma que extendía de 5 a 8 años los derechos exclusivos de las farmacéuticas a comercializar sus medicamentos sin producción de genéricos, hoy ese periodo de tiempo se encuentra indefinido, lo que en la práctica puede significar una extensión aun mayor a 8 años en la prohibición de comercialización de medicamentos genéricos. Esto generaría un aumento en el valor de los medicamentos que tendrá un efecto directo no solo en las personas consumidoras de fármacos (como adultos mayores con pensiones de AFP), sino que también aumentará el gasto estatal en medicamentos para ser distribuidos en el sistema público de salud. Por cada año de extensión de la protección de derechos de las farmacéuticas sobre medicamentos biológicos, habría un costo adicional de 770 millones de dólares al Estado de Chile en medicamentos[3].
Bolivia ya está siendo demandada por la transnacional española BBVA por el cambio en su sistema de pensiones. Imaginen cómo se reducirían las posibilidades de eliminar las AFP en Chile, si se ratifica el TPP11. Alemania inició una modificación legal para fortalecer su regulación de las emisiones atmosféricas provenientes de industrias, pero luego de ser demandada por la termoeléctrica Vattenfall el país europeo decidió retrotraer la regulación ambiental para no enfrentar la demanda[4]. Imaginen los efectos del TPP11 en Chile, un país temeroso de la rigurosidad legislativa ambiental, protector de los derechos comerciales por sobre los derechos humanos, sometido al capitalismo y los poderes económicos nacionales e internacionales.
El TPP11 también sometería a Chile a regulaciones internacionales sobre datos e información, que va en la dirección de privatizar el conocimiento y desproteger los datos personales de las usuarias y usuarios de internet.
Como si todo esto no fuera suficiente argumentación, está el hecho de que Chile ya firmó TLC con todos los países miembros del TPP11, y por tanto este nuevo tratado no generaría mayores ganancias para Chile en términos del aumento de la exportación. Pero además ¿de qué nos sirve aumentar las exportaciones? ¿Cuáles son las consecuencias del aumento de la exportación en los territorios donde se desarrollan las actividades extractivistas en Chile? ¿Quiénes son los principales afectados por el sistema lineal extractivista capitalista global? Somos los pueblos, las comunidades rurales, campesinas, indígenas, las comunidades mapuche que sufren las consecuencias de los millones de hectáreas de plantaciones forestales, las comunidades diaguita y aymara que sufren la contaminación de la minería, las comunidades pescadoras mariscadoras que sufren las consecuencias de las salmoneras en Chiloé, y los millones de personas que viven al lado de vertederos y rellenos sanitarios, donde finalmente van a parar todos los bienes comunes que son explotados y transformados en bienes de consumo masivo.
No necesitamos TPP, ni ningún otro TLC. Los únicos beneficiados con estos tratados son quienes nunca han necesitado beneficios. Por todo esto, comunícate con tus diputadas/os para exigirles que voten en contra de este nefasto tratado comercial. Movilízate compartiendo, informando y exigiendo tus derechos. Hazlo hoy, antes de que sea demasiado tarde.
[1] Razones para rechazar el TPP11, charla por Hassan Akram, PhD Ciencias Políticas, Magister en Desarrollo Económico Universidad de Cambridge https://www.youtube.com/watch?v=0iVaSDRimW0&t=1827s
[2] https://ciperchile.cl/2012/02/17/la-privatizacion-de-las-aguas-en-chile-viola-los-derechos-humanos/
[3] http://chilemejorsintlc.cl/wpcontent/uploads/2015/11/MINUTA_IMPACTO_TPP_MINISTERIO_DE_SALUD_DE_CHILE__24_09_2015.pdf
[4] Razones para rechazar el TPP11, charla por Hassan Akram, PhD Ciencias Políticas, Magister en Desarrollo Económico Universidad de Cambridge https://www.youtube.com/watch?v=0iVaSDRimW0&t=1827s