Los ratones llevados a bordo de la Estación Espacial Internacional (EEI) comenzaron a correr en círculos luego de los primeros siete días en el espacio, según el reciente estudio publicado en la revista Scientific Reports.
Al principio, los roedores se comportaron de la misma manera que los del grupo de control en la Tierra: comían, dormían, investigaban su entorno, se comunicaban. Pero tras pasar varios días en el espacio, el comportamiento de los ratones investigados cambió: comenzaron a correr alrededor de su jaula y se aferraban a la pared con sus patas.
Los científicos han sugerido que les faltaba movimiento y que intentaban de esta manera superar el estrés de estar en la ingravidez.
Los investigadores realizaron este experimento para determinar cómo afecta al cuerpo de un ser vivo una larga estancia en el espacio.
Este estudio hace recordar a otro, uno de 2014 en el que la neurofisióloga Johanna Meijer de la Universidad de Leiden en los Países Bajos propuso una rueda a animales silvestres.
Resultó que esta construcción sedujo no solo a ratas y musarañas, sino hasta a ranas que no podían evitar la tentación de correr en círculos. Durante los tres años que duró el experimento, la rueda fue frecuentada por más de 200.000 animales.
Así, los científicos llegaron a la conclusión de que a estos participantes simplemente les gusta correr y que una rueda les puede dar cierto sentido de seguridad en comparación con correr a través de un campo abierto. Se sienten atraídos por el hecho de que pueden correr de forma segura durante mucho tiempo.