Desde hace 40 años la periodista colombiana María Jimena Duzán trabaja como corresponsal de guerra en su propio país. Duzán estuvo en Montevideo y habló sobre su profesión y cómo seguir reporteando a pesar del miedo y la muerte.
por Socio informativo
Agencia de Noticias Sputnik
El viernes 3 de mayo se celebró el Día Mundial de la Libertad de Prensa. Para conmemorar la ocasión, la organización Cotidiano Mujer, la Articulación Feminista Mercosur y Unesco, realizaron el seminario Amenazas a la libertad de expresión en Montevideo, e invitaron a periodistas extranjeras para que cuenten su experiencia. Duzán fue una de ellas.
La periodista colombiana integró el primer panel, ‘El rol del periodismo en contextos de desinformación’. Comenzó su ponencia preguntándose «qué periodismo necesita este mundo», y «qué significa el periodismo cuando después de tantas cosas, uno termina sintiendo que ha sobrevivido a algo, pero no sabe a que»; su historia es la de una sobreviviente.
«Comencé a hacer periodismo pensando precisamente que era la mejor manera de confrontar a los poderosos (…) Pensaba que iba a encontrar la verdad y que ese era mi pelea, mi gran cruzada», comenzó.
Poco a poco, se fue dando cuenta de que hay tiempos y espacios en los que el «periodismo se convierte en una batalla» por la defensa de los valores democráticos.
«Resulta que me tocó defender unas cosas que yo pensaba que ya nadie las iba a cambiar, que eran la libertad de expresión, decir las cosas que uno debe decir sin temor a que lo maten, defender la vida», continuó.
Duzán comenzó a publicar en El Espectador con apenas 16 años, tuvo la avidez de enviarle al director del diario, Guillermo Cano, una carta que había escrito a su fallecido padre Lucio Duzán.
Cano no sólo la publicó, también le dio un espacio de opinión en el diario llamado ‘Mi hora cero’, lo que la convirtió en una de las columnistas más jóvenes del país. Porque quiso entender la política, estudió Ciencias Políticas en la Universidad de los Andes y después en París; fue parte del equipo de investigación del diario.
A Durán le «tocó ser corresponsal de guerra» en su propia Colombia, y desde los 20, sobrevivir a los asesinatos de compañeros y compañeras de trabajo, familia y amigos, al miedo.
En 1986 Cano fue asesinado por sicarios de Pablo Escobar. En 1989 el diario fue objeto de un atentado terrorista. En 1990 su hermana Silvia Duzán, también periodista, fue asesinada a la edad de 30 años en Cimitarra, Santander, junto a tres personas, por grupos paramilitares; estaban realizando un informe para la BBC sobre la violencia política en el Magdalena Medio.
Ese mismo año Duzán fue galardonada con el premio ‘Courage Award’ (Premio al Coraje) junto a otras tres periodistas de diferentes países que entrega la Fundación Internacional de Mujeres y Prensa (IWMF); el premio se lo dedicó a las personas que han dado su vida por la democracia y en especial a su hermana.
Duzán se desempeñó en El Tiempo y Revista Semana, donde trabaja desde junio de 2008. Ha sido amenazada de muerte varias veces.
En su ponencia durante el seminario, contó que ante la tragedia, eligió un camino doloroso: viajó «al interior» de sí misma y se reconoció como víctima. Convirtió su pena en palabra y publicó un libro: ‘Crónicas que matan’ (1992). Escribir la salvó.
Con la experiencia que fue ganando con el trabajo de años, entendió que «la mejor manera» de protegerse cuando una está trabajando es ser “consciente de la dimensión del ‘hueco’ en que uno está entrando»: el «contexto» en el que se desarrollo el caso.
«Muchos periodistas han sido asesinados en México, Colombia, Guatemala, Siria, por entrar a los sitios sin saber que ese no era el día. Es tal la adrenalina que uno pierde la dimensión de dónde está, entonces uno tiene que tener ese contexto muy importante, algo acá [se toca el pecho] que le dice ojo, hasta aquí tiene que llegar, este hueco no. (…) Es como un olfato que va desarrollando», contó.
A su vez, Duzán aseguró que otra de las herramientas que ha ayudado a los periodistas a no morir mientras reportean, es la red de «ayudas y alarmas tempranas», y la «presencia muy fuerte de ONGs».
«Si un periodista está lejos y empieza a tener amenazas, a la tercera lo sacamos, por prevención», contó.
Finalmente, Duzán aseguró que por una noticia no vale la pena arriesgar la vida. «Creo que no hay nada heroico en eso. Creo que nosotros tenemos que aprender a estar vivos para poder informar, y no al contrario… Yo he visto tanta gente buena que se ha perdido por un acto heróico, y la información se perdió con ellos».
«La libertad de expresión ha avanzado en Colombia y Latinoamérica», aseguró Duzán.
«Por muchos años Colombia fue uno de los países con mortalidad más alta de periodistas, ya no lo somos. Infortunadamente está Turquía, Siria y México por encima de nosotros», agregó.
«Lo que uno ha visto en México (…) es bastante doloroso, porque falta todavía apoyo de las ONGs, todas estas alertas tempranas que funcionan en Colombia y que de alguna manera le salvan la vida a muchos periodistas. La tesis no es dejar que los periodistas sean heroicos, sino evitar que los maten para que puedan publicar», concluyó.