La moneda de EEUU ha dominado el mundo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando los líderes mundiales se reunieron en Bretton Woods y se pusieron de acuerdo en utilizar el dólar estadounidense como la moneda de referencia internacional.
El imperio indestructible
Brasil, Rusia, la India y China fundaron el grupo BRICS con el objetivo de fomentar el nuevo orden mundial. En 2013, China desarrolló su Iniciativa de la Franja y la Ruta, que preveía establecer una conexión financiera y energética entre distintos países de Asia y Europa y realizar proyectos de infraestructura financiados en moneda nacional.
Sin embargo, dichos proyectos no lograron acabar con el dominio mundial del dólar: hoy en día la moneda estadounidense se atribuye casi el 90% de las transacciones, mientras que dos tercios de la deuda internacional están nominados en esta divisa.
El informe trienal del Banco de Pagos Internacionales reveló que el volumen de operaciones en dólares ha incrementado un 88% desde 2016. Mientras tanto, el volumen de reservas internacionales mantenidas en dólares ha seguido estable: la divisa estadounidense comprende, aproximadamente, el 62% de esas reservas durante la última década.
¿Por qué otros países están hartos?
La omnipresencia del dólar hace que las naciones sufran pérdidas a raíz de las fluctuaciones de su tipo de cambio y obliga a vincular sus economías con las decisiones que Washington adopta. El presidente saliente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, declaró que es absurdo que la Unión Europea utilice el billete verde en el 80% de sus importaciones energéticas.
Las discrepancias con el presidente estadounidense, Donald Trump, sobre aranceles y sobre la imposición de sanciones a Irán empujaron a la UE a buscar herramientas que le ayudasen a desvincularse de la moneda estadounidense.
Cualquier país, empresa o banco que discrepe con Washington sobre un asunto internacional o viole las sanciones del país norteamericano podría ver cómo sus activos son bloqueados o cómo pierde la habilidad de retirar los recursos que deposita en cuentas en EEUU. Fue esto lo que empujó Rusia a iniciar el proceso de desdolarización.
Durante el primer año que el país intentó deshacerse del dólar quedó de manifiesto que existía un importante peligro. En los períodos en los que el tipo de cambio de la moneda estadounidense era fuerte, Rusia perdió 7.700 millones de dólares por haber reducido su cuota en las reservas de divisas extranjeras. En 2018, el Banco Central de Rusia cambió 100.000 millones de dólares para adquirir euros y yuanes, según calcularon los periodistas de Bloomberg.
Pasar al euro, al yuan o al rublo implica costos más altos y dificultades para las empresas a la hora de encontrar bancos que puedan llevar a cabo sus transacciones. Sin embargo, la campaña de Moscú destinada a que las empresas rusas pasen a usar el rublo en sus contratos parece haber funcionado. El euro está a punto de superar al dólar en las relaciones comerciales que Rusia mantiene con la UE y con China.
Si bien los autores destacan que el dólar continuará dominando el mundo durante mucho tiempo, admiten que la moneda estadounidense será capaz de ganar la guerra solo en las plataformas comerciales de Londres, Nueva York y Tokio. El dólar ya va perdiendo batallas en Moscú, Nueva Delhi y Pekín, según concluyen los periodistas de Bloomberg.