Los bancos centrales occidentales imprimen billetes a toda máquina en un intento por mantener sus economías a flote, según el inversor Ray Dalio. Descubre cómo todo este dinero acaba en el bolsillo de los más ricos sin que repercuta positivamente en sus presupuestos.
Actualmente los inversores occidentales están listos para depositar sus recursos en activos con tasas de interés muy bajas sin querer obtener beneficios a corto plazo. Lo hacen porque gracias a los bancos centrales tienen mucho dinero que invertir. Las entidades financieras se lo dan, adquiriendo activos en un intento por impulsar el crecimiento económico, destaca Dalio en su artículo El mundo se ha vuelto loco y el sistema está roto.
Sin embargo, realmente estos recursos no influyen ni en el crecimiento económico ni en la inflación dado que los inversores quieren invertirlos en otros activos en vez de gastarlos en la producción. Como resultado de esta tendencia, los precios de los activos van al alza mientras que el crecimiento económico es lento, asevera Dalio.
El filántropo estadounidense destaca que muchas empresas no buscan formas de obtener más beneficios y que en vez de eso optan por «vender sueños» a los inversores que tienen dinero de sobra.
Además, los gobiernos de los países occidentales tienen déficits enormes y es casi seguro que la diferencia entre sus gastos e ingresos vaya a aumentar en el futuro, añade el economista. El aumento del déficit presupuestario requerirá que los gobiernos vendan más deuda. «¿De dónde vendrá el dinero necesario para comprar bonos o financiar los déficits? La respuesta está más que clara: de los bancos centrales, que pondrán en marcha sus impresoras», explica Dalio.
«Esta tendencia continuará y probablemente vaya a más, especialmente en los países que tienen monedas de reserva, como EEUU, la UE y Japón», escribe.
Al mismo tiempo, los compromisos relacionados con los pagos de pensiones y la atención médica irán venciendo cada vez más, mientras que muchas de las instituciones que están obligadas a pagarlos no tendrán suficientes recursos para cumplir con sus deberes. Las personas que no reciben sus pagos son por lo general profesores y demás empleados estatales, cuyos presupuestos sufren constantes recortes.
Como resultado, los gobiernos tendrán que sopesar tres posibles medidas para reducir la brecha presupuestaria:
- recortar beneficios;
- subir impuestos;
- imprimir más billetes.
Dalio considera que los intentos por gravar con impuestos a los más ricos empujarán a estos a depositar sus riquezas en paraísos fiscales.
«Si bien ninguno de estos caminos es bueno, imprimir dinero parece ser el más fácil (…) Su gran riesgo radica en que abusar de él amenaza a las tres mayores divisas de reserva mundiales», recalca, refiriéndose al dólar, al euro y al yen.
Dalio llega a la conclusión de que el mundo se está acercando a un gran cambio en su paradigma económico. El periodista ruso Oleg Makárenko considera que el famoso inversor estadounidense está en lo cierto, aunque destaca que se trata de otra crisis a la que los países occidentales podrían enfrentarse en el futuro si no cambian su conducta.
«Con cada semana que pasa llevan más y más munición al almacén de la futura crisis. Los fogones ya están humeando. Que explote es solo cuestión del tiempo (…) Cada mes podría resultar crítico para la economía de EEUU», destaca Makárenko.
El desplome de la economía estadounidense afectará a las de otros países occidentales. Pero también a China porque la suya está estrechamente vinculada a la de EEUU y Washington es un gran socio comercial para Pekín.
Según Makárenko, la economía de Rusia estará fuera del alcance de la nueva crisis gracias a las sanciones estadounidense. «Le permitieron alejarse hasta una distancia prudente de esta cuadrilla», concluye.