La asexualidad es una orientación sexual poco conocida que muchas veces se confunde con el celibato o se relaciona a traumas de la infancia. Sin embargo, alrededor de un 1% de la población mundial se define de esta forma al no tener deseo de contacto sexual con otras personas sin una causa particular.
Clara Pérez es miembro de la comunidad Asexuales Uruguay y define a la asexualidad como una orientación sexual «como cualquier otra», que se caracteriza por la nula o baja atracción hacia personas de cualquier género. Esto no significa que no puedan tener deseo sexual sino que no se dirige hacia alguien en particular.
«Hay que separar este concepto del celibato, que en general se asocia con prácticas religiosas y es voluntario. La asexualidad no se elige y además no implica necesariamente no tener relaciones sexuales. Una persona, por diversos motivos, puede decidir tener sexo, aunque no sienta atracción», explicó Pérez.
Un ejemplo son aquellas personas que se encuentran en pareja con alguien alosexual —el opuesto a asexual— y deciden tener sexo para complacer al otro y no por su propio interés.
«Otro mito es que no nos masturbamos, cuando en realidad esto va en cada persona, o que somos así producto de traumas de la infancia. Pero no hay una asociación entre la orientación sexual de las personas y los traumas sexuales», agregó.
Dentro del espectro asexual se encuentran también la grisexualidad y la demisexualidad. La primera incluye a personas que pocas veces sienten atracción hacia otros y las segundas necesitan un vínculo afectivo para tener sexo.
Según la Red de Educación y Visibilidad Asexual, constituyen el 1% de la población. Al igual que sucede con otras preferencias sexuales, ellos también sufren discriminación —incluso por parte de miembros de la comunidad LGBT— y muchas veces les cuesta aceptarse tal cual son.
«Es una orientación que es muy invisibilizada, y no es tan poco común como parece. Se infantiliza mucho a la asexualidad y por eso cuesta salir del clóset. Incluso ha pasado de personas que han sido abusadas para intentar ‘corregirlas'», concluyó Pérez.