El Papa Francisco ha habilitado la creación de una casa para ex religiosas que, una vez dejaron la congregación, viven en situación de pobreza, fueron abandonadas por sus hermanas.
“Sólo en una congregación, se han denunciado nueve casos”, confiesa el cardenal brasileño.
«Hay casos muy duros en los que las superioras conservan los documentos de las monjas que quieren salir del convento o que son enviadas lejos. Estas personas entraron en el convento como monjas y se encuentran en estas condiciones”.
Las monjas esperan que al igual que en los casos de los abusos a menores se establezcan «líneas guías» para que se conozcan las obligaciones, pero también los derechos de las religiosas en sus lugares de trabajo.
Por Jesús Bastante – religiondigital.com
Monjas abusadas por sacerdotes, obispos, incluso por otras religiosas. Es el siguiente Rubicón de la Iglesia católica, tras los abusos a menores. Y, en esta ocasión, parece que la Santa Sede está dispuesta a actuar. Así lo aseguró, en una entrevista a la revista Donne Chiesa mondo, que se edita mensualmente con L’Osservatore Romano, el cardenal Joao Braz de Aviz.
El prefecto de la vida religiosa aseguró que su congregación está investigando casos de abuso sexual por parte de sacerdotes contra monjas, pero también «abuso sexual entre monjas».
“Sólo en una congregación, se han denunciado nueve casos”, confiesa el cardenal brasileño, que también habla de la existencia de una casa para ex monjas que, una vez abandonada la vida religiosa, viven en situación de pobreza, auspiciada por el mismísimo Papa Francisco, después de comprobar algunas de las acusaciones planteadas. Y el abandono que sufren por parte de la que fue su familia religiosa.
“Ha habido casos de prostitución de ex religiosas para poder mantenerse”, añade Braz de Aviz . «Hay casos muy duros -dice el cardenal- en los que las superioras conservan los documentos de las monjas que quieren salir del convento o que son enviadas lejos. Estas personas entraron en el convento como monjas y se encuentran en estas condiciones”.
“Es un fenómeno que hasta ahora estaba oculto, pero que tendrá que salir a la luz”, concluye el purpurado.
Agotamiento y estrés
Junto a ello, L’Osservatore también habla del síndrome de «burnout», del trabajador quemado o agotado, que padecen muchas religiosas por las condiciones de explotación, los abusos de poder y abusos sexuales.
De hecho, el agotamiento laboral y el estrés postraumático que sufren las religiosas fue abordado en la última reunión de la Unión Internacional de Superiores Generales (UISG) y se decidió establecer una comisión de cuidado personal en los próximos tres años.
Tal y como recoge Efe, la monja australiana Maryanne Lounghry, psicóloga e investigadora del Boston College y la Universidad de Oxford, explica que «nuestro objetivo es construir comunidades resilientes», explica en la revista la monja australiana Las monjas, explican en el artículo, esperan que al igual que en los casos de los abusos a menores se establezcan «líneas guías» para que se conozcan las obligaciones, pero también los derechos de las religiosas en sus lugares de trabajo, así como algo que se parezca a un contrato de trabajo.
«Cada religiosa tiene que tener una especie de código de conducta, una carta de acuerdo con el obispo o el párroco para poder decirle: ‘Sabe, trabajé 38 horas esta semana o no puedo trabajar el domingo y vuelvo el lunes, necesito un día libre’. Un contrato de negociación te hace más fuerte», añade Lounghry.
Lounghry agrega que sería necesario también «invertir en el bienestar de las monjas» y por ejemplo concederles «dos semanas de vacaciones, una paga, una situación de vivienda digna, acceso a internet» o «incluso un año sabático después de cinco años de trabajo».