Sato Akihiro, un popular médico y epidemiólogo japonés, ha descrito el peor escenario posible para la propagación de coronavirus en el mundo y ha dado consejos sobre qué hacer y qué no hacer.
Que la enfermedad llegase a ser estacional, como la gripe, sería el peor de los casos posibles, cree el especialista en enfermedades infecciosas. En 2018, el japonés preparó un manual para Tokio sobre cómo hacer frente a la propagación de las infecciones en una metrópoli.
«La tasa de mortalidad entre los ancianos es alta. Entre los mayores de 80 años es del 16 o 17%. Y si sucede cada año, será un gran problema. Para los jóvenes no es tan aterrador, pero para las personas mayores, la enfermedad supone un riesgo para la vida», explicó el médico.
Por ejemplo, en Italia, el 98% de las muertes por coronavirus son personas mayores de 60 años. Por esta razón, es un error limitar la asistencia a lugares concurridos solo para los miembros más viejos de la familia. Esta regla debería ser común para todos.
«Los miembros más jóvenes de la familia pueden traer la infección a casa e infectar a una persona mayor. Para las familias donde hay gente de edad avanzada, les aconsejaría a todos sus miembros abstenerse de visitar lugares concurridos si es posible. Se puede salir solo para lo esencial —compras, trabajo— y viajar en transporte privado o a pie si es posible, además de abstenerse de utilizar el metro, el tren o el autobús», comentó el infectólogo.Los jóvenes pueden sufrir de esta enfermedad de forma leve o incluso sin síntomas, pero se convierten en una fuente de infección para sus familiares mayores.
«Las estadísticas muestran que los jóvenes se están recuperando rápidamente. Un 80% de la población lo aguanta como un resfriado», explicó el médico.
Sin embargo, en situación de epidemia no tiene sentido prohibir las actividades en términos de números, porque la distancia entre las personas es lo que importa.
«En la calle, el riesgo se reduce. Así que la restricción de número no tiene sentido. Por ejemplo, el escenario en el que se reúnan incluso varias decenas de miles de personas siempre a una distancia entre ellas de 1,5 o 2 metros en la calle y sin hablarse entre sí es mucho más seguro que uno en el que un pequeño número de personas esté hablando en una habitación sin ventilación y a una distancia de entre 30 centímetros y un metro», explicó Sato.
Subrayó que si, por ejemplo, se celebra un concierto en el interior, desde el punto de vista de la propagación de la infección por coronavirus no importa que sean 100.000 o 5.000 personas.
Aplanar la curva
Según el epidemiólogo, otro factor importante para reducir la tasa de mortalidad por coronavirus es bajar la carga del sistema de salud, y esto requiere que el crecimiento del número de infectados, que es inevitable, no sea grave.
«Hay que tomar medidas mientras el número de infectados sea bajo. En Japón, la curva que muestra cómo crece el número de infectados es suave, a diferencia de lo que ocurre en EEUU, Italia y Corea del Sur. Lo ideal es que sea suave como en Japón, ya que aunque se produzcan nuevas infecciones todos los días, cada día alguien se recupera y se le da el alta», opina Sato.De esta manera, el sistema de salud es capaz de hacer frente a la situación. Cuanto más suave sea la curva de los infectados, más médicos habrá para ayudar a los que están en estado grave. Si el crecimiento es agudo, vertical, entonces hay pacientes que simplemente no pueden ser atendidos y la línea se acentúa, explica el epidemiólogo.
En su opinión, las predicciones de que entre el 60% y el 70% de la población estará infectada no se cumplirán: este escenario implica una oleada espontánea de infecciones, y ahora todos los países están tomando medidas para frenar la propagación de la infección.
«Pero, para eliminar completamente el virus, hace falta una vacuna efectiva. Creo que esto es imposible hasta finales de año. Por lo tanto, el fin de la lucha contra el virus no llegará hasta el año que viene», concluyó Sato.