Milenios antes de la pandemia de COVID-19 y del papel higiénico como efigie del apocalipsis, la limpieza personal en la Antigüedad era bastante más dolorosa de lo que imaginamos. Sin papel doble hoja, aloe ni perfumes florales. Sin papel simplemente, ir al baño era cuestión de coraje y valentía.
Entre la urgencia y la especulación, productos como el gel desinfectante o los tapabocas comenzaron a escasear al comienzo de la pandemia de coronavirus. Pero el papel higiénico también fue protagonista de las crónicas de desabastecimiento de supermercados.
Ante la incredulidad y las quejas, cabe preguntarse cómo nuestros antepasados sobrevivieron a la falta de este implemento de higiene.
Palos, esponjas y pedazos de cerámica
Durante la Antigüedad clásica grecorromana (siglo V a. C. al II d. C.), las personas utilizaban el tersorium o xylospongium para limpiarse la zona circundante al ano. Consistía en un varita con una esponja vegetal en uno de sus extremos. Luego de la limpieza personal, era depositado en un recipiente que contenía agua con sal o vinagre. Baste para informar que en las letrinas o baños públicos, el tersorium era —inevitablemente— compartido por todos los usuarios.
En las antiguas ciudades romanas eran comunes los baños públicos.
Las personas se sentarían una junto a la otra sin privacidad alguna; si el papel higiénico aún no existía. ¿Qué usaban entonces? Un “tersorium”: una esponja mojada atada a un palo que a su vez era compartida 😳 pic.twitter.com/LClHWuxziv— Marcela Zapata-Meza (@Machezm) October 15, 2018
Algo similar ocurría en China, donde hace unos 2.000 utilizaban palos de madera o bambú envueltos en tela para higienizarse.
El pessoi era otro implemento de higienización usado en la Antigüedad clásica. Se trata de fragmentos redondeados de cerámica. En un artículo publicado en British Medical Journal, se informa que dada la textura de estas piezas es posible que, tras un uso continuo, pudieran haber ocasionado «irritación localizada, daño en la piel o la mucosa, incluso complicaciones de hemorroides externas».
Estas piezas, que fueron encontradas tanto en antiguas letrinas atenienses como en romanas, medían entre 3 y 10 cm de diámetro, y 0,6 a 2,2 cm de espesor.
No menos curiosa es la posibilidad de que los ostraka hayan podido ser usados como pessoi. Los ostraka eran trozos de cerámica utilizados en la Antigua Grecia para escribir en ellos el nombre de la persona a quien se quería enviar al ostracismo.
Del primer papel higiénico en China al presente
Los primeros registros del uso de papel para la limpieza del ano son de China, más precisamente del siglo VI d. C.
Hacia el siglo XIV, el papel para esos fines era hecho con paja de arroz. Para la familia imperial, las láminas de papel eran suaves y perfumadas. Se estima que se producían unos 10 millones de paquetes que contenían entre 1.000 y 10.000 hojas, tan solo en la provincia de Zhejiang (este).
La producción industrial moderna de papel higiénico comenzó en EEUU, en 1857. El emprendedor Joseph Gayetty vendía láminas de papel de cáñamo de Manila impregnadas de aloe, con la promesa de prevenir las hemorroides.
Hacia 1890, los hermanos Clarence y Edward Irvin Scott tuvieron la idea de ofrecer el papel higiénico en rollo. En ese entonces, la gente aún se resistía a pedir este producto en las tiendas, algo que les resultaba embarazoso.
Hacia fines de la década de 1920, el uso del papel higiénico se popularizó al dejar de ser visto exclusivamente como un producto de índole medicinal o curativo.