En esta columna de opinión, un grupo de 46 académicos y académicas expresan la necesidad de establecer como prioritario el conteo adecuado de la morbimortalidad en todos los Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores (ELEAM), de manera de poder conocer la real magnitud de la pandemia y disponer de la información adecuada para mitigar su efecto, sin discriminación hacia personas por su edad.
A diario, el Ministerio de Salud nos informa el número de infectados, de pacientes recuperados, de exámenes realizados para el diagnóstico de COVID-19, y el número de fallecimientos atribuidos a la pandemia. No obstante, no se disponen de cifras oficiales sobre el acceso a exámenes diagnósticos, número de casos COVID-19 y mortalidad en las personas mayores residentes en los más de 900 ELEAM (Establecimientos de Larga Estadía para Adultos Mayores) con autorización sanitaria y tampoco en los más de 250 ELEAM sin autorización.
Las muertes asociadas a una pandemia pueden deberse tanto a la enfermedad en cuestión, como a otras causas por no lograr recibir la atención de salud necesaria, por colapso de los servicios de salud. En este contexto, el registro de muertes es difícil, ya que, si no contamos con el examen para confirmar el diagnóstico, la causa de muerte puede ser reportada de forma ambigua, por ejemplo, como “neumonía por causa inespecífica”, lo que esconde el número real de muertos por la enfermedad en este grupo de edad.
Lamentablemente, no existe un registro específico de la morbimortalidad de los residentes de los ELEAM, por lo que no es factible disponer de una estimación aproximada sobre la situación en éstos. Lo anterior se traduce en un vacío de información indispensable, tanto para conocer el impacto de la pandemia en los más de 45 mil personas mayores residentes en establecimientos de larga estadía, población particularmente vulnerable, así como para la toma de decisiones informadas en salud.
En Europa, se estima que casi la mitad de las muertes han ocurrido en residencias de personas mayores. No obstante, los reportes oficiales muestran un subdiagnóstico de estas muertes y del número de contagiados. Por ejemplo, en Inglaterra, las muertes en residencias de larga estadía no se contabilizan en el número de fallecidos por COVID-19, lo cual ha sido fuente de gran controversia. En Francia, se empezaron a reportar recién el 2 de abril. En este país, un número significativo de personas mayores que ha fallecido por cuadros clínicos “compatibles” con COVID-19, no han sido registrados como tales por no haber accedido a tests diagnósticos en forma oportuna. En España, el 22 de abril se sumaron 3.932 fallecidos en ELEAM en la comunidad de Madrid, que no habían sido contabilizados en los recuentos oficiales previamente.
Los establecimientos de larga estadía para personas mayores se han constituido en una “zona gris” de esta pandemia en varios países que omiten a sus residentes entre las víctimas oficiales del COVID y/o al limitar el acceso al diagnóstico y atención de salud. Conocer el impacto de la pandemia en Chile requiere contabilizar todos los contagios y las muertes en los ELEAM, y no caer en el error de otros que los han excluido de sus estadísticas. Esta información es fundamental para adoptar medidas para prevenir a tiempo el contagio del coronavirus en personas mayores muy vulnerables.
En este sentido, creemos prioritario y urgente contar con un adecuado registro de morbimortalidad en todos los ELEAM, idealmente haciendo testeo a todas los personas mayores, cuando corresponda, o con testeo post mortem. En caso de no ser posible, los casos con “muertes por cuadros compatibles con COVID-19” (como neumonías u otros cuadros clínicos compatibles), debieran ser, a lo menos, contabilizados.
Solo así podremos conocer la real magnitud de la pandemia y disponer de la información necesaria para mitigar su efecto, sin discriminar por edad, contribuyendo a remediar el abandono de las personas mayores más vulnerables con medidas de salud pública efectivas.
Firman:
Andrea Slachevsky Chonchol, neuróloga, doctora en neurociencias, GERO y Clínica de Memoria y Neuropsiquiatría. Facultad de Medicina, Universidad de Chile y Hospital del Salvador.
Rafael Aránguiz Loyola, médico neurólogo, Magíster en Salud Pública. Universidad de Chile
María Soledad Martínez Gutiérrez, médica Salubrista y doctora en Salud Pública, Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile.
Mercedes López Nitsche, inmunóloga, doctora en ciencias biomédicas, ICBM, IMII, Facultad de Medicina, Universidad de Chile.
Dante Alberti Álvarez, médico geriatra. Magíster Bioética (c), Unidad de Geriatría, Hospital San José, Facultad de Medicina USACH.
Ana Velozo Papez, médica Anestesióloga. Magíster en Administración y Gestión en Salud, Diplomado en Liderazgo y Coaching.
Beatriz Marincovich Lizama, académica, Escuela de Salud Pública, Universidad de Chile.
Paula Vidal Molina, académica y coordinadora investigación Departamento de Trabajo Social, Universidad de Chile.
Claudia Miranda, Psicóloga, Doctora en envejecimiento y salud mental, Facultad de Enfermería. Universidad Andrés Bello.
Marisol Facuse, profesora asociada, Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias sociales, Universidad de Chile
Ernesto Águila, académico Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile
Patricio Bustamante, Profesor asociado, Departamento de Tecnología Médica, Facultad de Medicina, Senador Universitario, Universidad de Chile.
Laura Baeza Quintana, Pediatra y Magíster en Epidemiología.
Claudio Gutiérrez, Académico, Facultad Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile.
Miguel Cordero, doctor en salud poblacional de la Universidad de Bristol, Reino Unido.
Hugo Ocampo Garcés, abogado, docente de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile
Jorge Carabantes Cárcamo, Médico. Profesor Asistente. Facultad de Medicina. Universidad de Chile.
Nicole Rogers, Neuróloga. Departamento de Neurociencia. Facultad de Medicina. Universidad de Chile.
Inés Pepper, tecnóloga médica, Departamento de Tecnología Médica, Facultad de Medicina. Universidad de Chile
Matías Goyenechea, Cientista Político y Magíster en salud pública, Departamento de Tecnología Médica, Facultad de Medicina. Universidad de Chile.
Valentina Sabaj Abumohor. Psiquiatra
María Jose Angel Pinto, neuróloga
Rebeca Silva Roquefort, Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Universidad de Chile.
Alejandra Parada Muñoz, Psiquiatra Adultos
Ximena Luengo Ch., Magíster en Salud Pública, Universidad Autónoma y ex Directora de Salud Estudiantil. Universidad de Chile.
Jaime Burrows O. Director carrera de Medicina. Universidad Autónoma de Chile, ex Subsecretario de Salud Pública.
Darcie Doll Castillo, Departamento de literatura, Directora de investigación, Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.
Mónica Nivelo Clavijo. Médico Familiar. Departamento de Atención Primaria y salud Familiar. APS y Salud Fliar. Facultad de Medicina de la U. de Chile.
Kemy Oyarzún Vaccaro. Coordinadora Académica. Género e Investigación Vicerrectoría de Investigación, Innovación y Desarrollo. Universidad de Chile.
Sergio Grez Toso, Departamento de Ciencias Históricas Facultad de Filosofía y Humanidades
Rodrigo Karmy. Académico. Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.
Octavio Vásquez, académico, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. . Universidad de Chile.
Bernardo Subercaseaux Profesor Titular Facultad de Filosofía y Humanidades. Universidad de Chile.
Gonzalo Arqueros Académico Facultad de Artes. Universidad de Chile.
María Eugenia Góngora. Profesora Facultad de Filosofía y Humanidades.Universidad de Chile.
Jesús Redondo. Académico de FACSO, Universidad de Chile.
Enzo Brunetti Fonseca. Neurólogo. Doctorado en Neurociencias. Universidad de Chile.
Javiera Pérez Duvauchelle. Gerontóloga. Magister (c) Gerencia y Políticas Públicas.
Agnieszka Bozanic Leal. Psicogerontóloga Universidad de Barcelona PhD(c) Medicina è investigación Traslacional universidad de Barcelona. Fundadora y Presidenta de Gero Activismo
Patricia Alegría. Psicóloga. Presidenta Corporación Alzheimer Chile.
Jenny Assaél. Psicología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile.
Willy Kracht, académico, Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Universidad de Chile.
Pedro Chaná Cuevas. Neurólogo. Académico Universidad de Santiago. Fundador de CETRAM
María Eugenia Rippes. Psiquiatra adultos. Universidad de Chile
Mario Arriagada González. Neuropsicólogo clínico.
Víctor Amat Velez. Médico Geriatra. Universidad de Buenos Aires. Argentina.
LA OPINIÓN DE LOS AUTORES NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Grupo de académicas y Académicos – Universidad de Chile.