Por Luis Rivas | COVID-19 despierta el sueño asiático de la OTAN

Una OTAN del Atlántico al Mar de China. Es el sueño codiciado por los «otanistas» más recalcitrantes que ven cómo la crisis del COVID-19 designa a Pekín como su enemigo número uno.

El anhelo de una «OTAN Global», que como idea surgió ya a principios de los 2000, viene espoleado por las críticas que está recibiendo China tras la expansión de la pandemia por el planeta. A ello se añaden las maniobras militares de Pekín en aguas en el Mar de China Meridional, denunciadas por países limítrofes como Vietnam, Filipinas, Malasia y, por supuesto, Taiwan.

Frente a los barcos chinos, fuerzas navales de Estados Unidos y Australia, un país asociado a la OTAN, realizan maniobras en la zona. Para Washington, las provocaciones chinas en el área se han multiplicado desde el inicio de la crisis del COVID-19. Es una pequeña muestra de lo que podría suponer una extensión del club militar occidental más allá de su zona de influencia.

Un alto responsable de la Alianza Atlántica fue citado por la prensa francesa subrayando que «la crisis sanitaria ha reforzado la preocupación sobre China dentro de la OTAN». «Las maniobras de desinformación» —argumenta la misma fuente— «vienen no solo de Rusia, sino también de China«.

Son mensajes lanzados al calor de la fiebre viral que recorre el mundo y que actúan como eco retardado de la declaración de Londres de la OTAN, que en su «cumbre» de diciembre pasado designaba a China, por primera vez, como un «desafío y una oportunidad». Antes de conocer el impacto global del coronavirus, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, acusaba en la capital británica a Pekín de lanzar ciberataques contra Europa y recurrir al espionaje industrial, lo que, según él, «tiene consecuencias para la seguridad de los países de la Alianza».

Asiáticos y, además, atlantistas

Stoltenberg incluso debió matizar recientemente que la OTAN no iba a desplegarse hasta el Mar de China, rompiendo así la ilusión de algunos estamentos japoneses, surcoreanos o malayos, deseosos de integrar una alianza militar que en su Artículo 5 obliga a todos sus miembros a acudir en defensa de uno de sus asociados.

Una proyección Indo-Pacífico de la OTAN seguirá de momento representando una entelequia, pero no se sabe hasta cuándo. El exministro francés de Exteriores, Hubert Vedrine, considera que durante mucho tiempo no ha habido «espacio mental» para la China dentro de la OTAN, pero, añade que la cuestión es saber si un día la alianza será capaz de ocuparse del asunto. Vedrine es ahora miembro del comité encargado de estudiar el futuro de la organización militar transatlántica.

La ambición asiática de la OTAN resurge pocos meses después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, considerara a la institución como «obsoleta«. Algo más tarde, el presidente francés, Emmanuel Macron era todavía más duro y sentenciaba —por distintas razones— «la muerte cerebral» de esa asociación militar.

Fue precisamente el «factor chino» lo que salvó a la reunión de Londres del fracaso y la disputa semántica. Pero si ello ayudó a salvar la cumbre y redactar un comunicado original, también sirvió para poner en alerta a los países de Europa Central y Oriental, que unieron sus codos para defender el objetivo que ellos creen primordial o, incluso único de la OTAN, la defensa contra «la amenaza rusa».

Rusia, enemigo único

A los defensores de la pureza de la alianza, se añaden ahora otros socios para quienes Rusia no solo no levanta ningún temor, sino que, además, China se ha convertido en su principal donante de fondos.

Nada menos que 16 países europeos (todos miembros de la OTAN, salvo Serbia y Bosnia) forman parte del grupo «17+1», aliados comerciales de China en el proyecto de «nueva ruta de la seda» que riega de dinero las arcas de esos países y se hace, también, con activos económicos importantes.

Golpeados ya —mediante presión y obligación— por las sanciones comerciales contra Rusia, esos países nunca compartirían el sueño norteamericano de extender la OTAN hacia Asia-Pacífico. Los países europeos «ricos» lo serán menos tras la crisis que están sufriendo y tampoco apoyarán la idea de una OTAN Global. Por el momento, la fiebre del COVID-19 no produce tantas alucinaciones.


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Por Luis Rivas. – Columnista de Sputnik. Excorresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.