Los desplazamientos en la circulación oceánica pueden haber causado un cambio en los ecosistemas del océano Atlántico inaudito en los últimos 10.000 años. A esta conclusión llegaron los científicos tras analizar fósiles de las profundidades marinas.
El cambio no solo influye en la ecología. También es capaz de provocar tensiones políticas por la redistribución de los hábitat de las presas que capturan ciertos países.
Un poco de historia
El clima ha sido bastante estable durante los últimos 12.000 años más o menos, desde el final de la última Edad de Hielo. Este período se conoce como Holoceno. Se cree que gracias a esta estabilidad, la civilización humana ha logrado desarrollarse.
En cuanto al océano, las principales corrientes también han sido relativamente estables durante el Holoceno. Estas corrientes afectan a los organismos marinos como el plancton, los peces, las aves marinas y las ballenas.
Sin embargo, el cambio climático en el océano se vuelve cada vez más evidente. Los arrecifes de coral tropicales se están blanqueando, los océanos se están volviendo más ácidos a medida que absorben el carbono de la atmósfera, y varias especies marinas se están desplazando hacia los polos. De hecho, el océano ha cambiado mucho más de lo que solemos creer, y la situación es dramática.
Para comprobar que sí hay razones para tener miedo, los científicos buscaron lugares donde los fósiles del fondo marino no solo cubriesen la era industrial, sino que se remontasen a muchos miles de años atrás. La región de lecho marino adecuada para su investigación fue localizada al sur de Islandia, donde una importante corriente marina profunda hace que los sedimentos se acumulen en enormes cantidades.
Tras un análisis detallado de los fósiles de diferentes épocas, los investigadores llegaron a la conclusión de que la circulación superficial del Atlántico Norte moderno es diferente a todo lo que se ha visto en los últimos 10.000 años, casi todo el Holoceno.
Así, justo al sur de Islandia, una reducción en el número de especies de plancton de agua fría y un aumento en el número de especies de agua cálida muestran que las aguas cálidas han reemplazado a las aguas frías y ricas en nutrientes. Más al norte, otras evidencias fósiles muestran que más agua caliente ha estado llegando al Ártico desde el Atlántico, lo que probablemente contribuya al derretimiento del hielo marino.
«Creemos que estos cambios también han dado lugar a un movimiento hacia el norte de especies de peces clave como la caballa, lo que ya está causando dolores de cabeza políticos a medida que las diferentes naciones compiten por los derechos de pesca», explica Peter T. Spooner, uno de los autores del estudio.
Todavía no se sabe qué ha causado estos cambios en la circulación oceánica, pero parece que el océano es más sensible a los cambios climáticos modernos de lo que se pensaba, y el mundo tiene que adaptarse, agrega.
Este sorprendente hallazgo fue el resultado de una investigación de la University College London financiada por el proyecto ATLAS. El estudio correspondiente fue publicado en la revista Geophysical Research Letters.