El término de “nueva normalidad” fue acuñado después del estallido social de octubre del año pasado y, hace poco, levantado por el gobierno pero ahora relacionándolo con una vuelta a las actividades económicas de manera paralela al desarrollo de la pandemia generada por el avance del coronavirus. El término al poco andar cambió, hoy se está hablando de un “Plan retorno seguro”, el que según fuentes oficialistas “busca proteger la salud y la vida de las personas y, a la vez, reactivar de manera paulatina y con cautela las actividades de la sociedad”[1].
Para que este plan logre uno de sus objetivos, es necesario que la empresa se active o se reactive. Más allá de las legítimas preocupaciones de diferentes actores, especialmente sobre cuándo o en que fechas debiera producirse este retorno seguro y en qué condiciones sanitarias, todo pareciera indicar que en el corto plazo se promoverá con energía la reactivación de las actividades económicas, al menos de aquellas especialmente afectadas por los sucesos ya citados.
Dado lo anterior, y considerando que si las condiciones sanitarias lo permiten[2], es previsible un retorno más amplio y gradual a las actividades laborales a contar de la segunda quincena del mes de mayo. La empresa, por ende, deberá adecuarse a esta nueva realidad o nueva normalidad. Este proceso de adecuación deberá poner en el centro de su ocupación a las personas. Me refiero a las trabajadoras y trabajadores y el cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios que se definan por las autoridades pertinentes. Una vez que esto ocurra, ojalá de manera anticipada, los directivos debieran preguntarse también sobre cómo desarrollar sus operaciones en este nuevo contexto. Al menos, vamos a proponer, que pongan atención en dos variables estratégicas: la tecnología y la gestión.
En el ámbito de la Tecnología, podemos señalar que si bien hay diferencias significativas por tipo y tamaño de organización por un lado y por otro, por el nivel ocupacional de las y los trabajadores, en general, una gran cantidad de personas y entidades pudo cumplir durante este periodo su misión trabajando a distancia. Se destaca un valor citado en un diario de circulación nacional en el que se indica que aproximadamente un 70% del personal de las grandes empresas locales comenzó a trabajar a distancia activado por el avance del Covid-19[3]. Tal como lo sostuviera en otra columna escrita hace un par de semanas[4], es muy probable que en un mediano plazo, este porcentaje de empresas que están con teletrabajo, se reduzca en la medida que la situación sanitaria se vaya controlando positivamente y se retomen gradualmente las actividades presenciales. Otros datos interesantes provienen de los resultados del estudio Índice de Transformación Digital (ITD) 2019[5], que consideró diversas empresas y pymes del país de sectores como el comercio, industria agroalimentaria, industria productiva, construcción, comunicaciones, servicios, salud, administración pública y servicios básicos , el cual reveló que el país pasó de un nivel de “principiante» a «intermedio digital», con un avance de seis puntos porcentuales en comparación a la medición de base realizada en 2018[6]. De esta forma, el nivel de avance de las empresas, en sus procesos de digitalización, se ubican en un nivel “Intermedio Digital”, pero en su zona más baja: registraron un promedio de 43 puntos en una escala de 0 a 100. Un avance, aun así, considerando que en 2018 era de 37 puntos. El estudio concluyó que las áreas más avanzadas son la salud privada y las comunicaciones[7]. En esta buena noticia, debió haber influido la incidencia de las tendencias asociadas a la transformación digital, entendida como “la aplicación de capacidades digitales a procesos, productos y activos para mejorar la eficiencia, mejorar el valor para el cliente, gestionar el riesgo y descubrir nuevas oportunidades de generación de ingresos”[8]. Es por todo esto que hoy el uso de herramientas tales como zoom, teams, skype o, más recientemente, meet forman parte de nuestra nueva normalidad organizacional. Señalar además que una cantidad indeterminada de empresas y otras entidades ya habían desarrollado algún software o plataformas internas para propiciar el teletrabajo.
En el ámbito de la gestión, o para ser más precisos, a nivel de prácticas organizativas, la situación no era tan relativamente simple como echar mano a soluciones ya disponibles. Desde el inicio del estado de catástrofe, muchas empresas han tenido que, sobre la marcha, definir que procesos se iban a operar a distancia. Naturalmente, se trató de un desafío no planificado ni previsto. En este mismo periodo se publicó la ley Nº 21.220 de trabajo a distancia que ha permitido contar con un marco legal para regular esta modalidad laboral[9]. Las principales tensiones, para aquellas entidades que han estado tele trabajando en una medida importante, se han dado en los siguientes ámbitos o dimensiones:
- Sobrecarga asimétrica de trabajo: al estar contra el tiempo para garantizar una continuidad operacional ha generado un exceso de carga de trabajo, especialmente, en aquellos cargos profesionales y de directivos de nivel medio a superior.
- Ausencia de procedimientos y protocolos: los que muchas veces se han tenido que improvisar con una lógica muy de ensayo y de error.
- Falta de capacitación y/o entrenamiento del personal: por la misma razón anterior, estos procesos se han dado de manera paralela a la definición o redefinición de nuevos procesos y procedimientos. Y
- Cultura Organizacional: no estábamos preparados para el shock generado por la pandemia del Covid-19, lo que sumado a culturas organizativas con presencia de elementos asociados a la resistencia al cambio, exceso de burocracia interna y falta de digitalización de sus procesos, generó una tormenta perfecta muy poco proclive al actuar de las empresas de una manera efectiva. En el estudio ITD 2019 se destaca que la cultura “permite una transformación hasta un nivel de Intermedio Digital, y de ahí en adelante la cultura puede ser un freno a la transformación digital si no evoluciona a la par de otras dimensiones”[10].
En síntesis, si durante este mes se inicia el retorno gradual al trabajo con mayor nivel de presencialidad, esperamos que las organizaciones chilenas no pierdan lo que han ganado con tan alto costo interno. No vaya a ser cosa que “volvamos” a prácticas previas que ya han demostrado que pueden ser optimizadas significativamente con la ayuda de la tecnología. Esperamos también que se siga propiciando el trabajo a distancia con todos los beneficios que un teletrabajo bien implementado y sin riesgo de precarización puede generar para las personas, las empresas y la sociedad en su conjunto. Para ambos desafíos se requiere un esfuerzo mayor de los líderes formales e informales. Se necesita desplegar la capacidad de gestión, donde no solo la formación es importante, sino que también la experiencia y la intuición de adelantarse a los cambios o a esos sucesos que removerán las bases de las organizaciones de este país.
Referencia bibliográfica
[1] En https://prensa.presidencia.cl/comunicado.aspx?id=150453 visitada el 26 de abril de 2020.
[2] Condición no menor dado que a nivel nacional se confirmaron en las últimas 24 horas 1.228 casos nuevos de COVID-19, de los cuales 1.112 son confirmados con síntomas y 116, confirmados sin síntomas. El último registro deja en 19.663 los casos acumulados en el país. En https://www.minsal.cl/ministro-de-salud-advierte-mayor-fiscalizacion-y-duras-sanciones-ante-incumplimientos-de-medidas-preventivas-por-covid-19/ visitada el 03 de mayo de 2020.
[3] En https://www.latercera.com/pulso/noticia/la-primera-semana-en-que-chile-vivio-bajo-modalidad-teletrabajo/QTMTXVU2FVGMZNZY5J45B53H4I/ visitada el 15 de abril de 2020.
[4] En https://www.observatoriorh.cl/a-proposito-de-la-nueva-ley-de-trabajo-a-distancia/ visitada el 27 de abril de 2020.
[5] Estudio que mide el nivel de madurez y evolución en la incorporación de herramientas y prácticas digitales en empresas y pymes de nivel nacional.
[6] En https://www.cooperativa.cl/noticias/tecnologia/estudios/estudio-revelo-que-chile-avanzo-en-la-transformacion-digital-de-empresas/2020-05-01/103709.html visitada el 01 de mayo de 2020. Señalar que este estudio fue realizado por la Cámara de Comercio de Santiago, PMG Businnes Improvement, y el Comité de Transformación Digital de Corfo, destacó que en esta nueva edición el aumento de la muestra, con un total de 465 pequeñas, medianas y grandes empresas a nivel nacional (358 pymes y 107 grandes).
[7] En https://laboratorio.latercera.com/laboratorio/noticia/transformacion-digital-empresas-chilenas/1014114/ visitada el 02 de mayo de 2020.
[8] En https://www.powerdata.es/transformacion-digital visitada el 01 de mayo de 2020. En este mismo sitio web especializado se precisan las “capacidades digitales”, dando a entender que estas son electrónicas, científicas, basadas en datos, cuantificadas, instrumentadas, medidas, calculadas y muy posiblemente automatizadas.
[9] Ley 21.220 en https://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1143741 visitada el 13 de abril de 2020. Con fecha 24 de marzo del presente año se promulgó esta ley que modifica el Código del Trabajo en materia de trabajo a distancia, o como se le ha denominado, la ley de “teletrabajo”.
[10] En el estudio ITD 2019 se indica que la dimensión de menor evolución es Digitalización de procesos y tomas de decisión, dimensión que requiere habilitación de áreas “más blandas” para su desarrollo. En tanto, la dimensión Formas de trabajo, personas y cultura es la que presenta esta vez un mayor nivel de evolución.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Julio González Candia – Doctor en Procesos Sociales y Políticos en América Latina. Decano Facultad Tecnológica / Universidad de Santiago de Chile.