Si hay un concepto que caracteriza el período en el que nos encontramos, es el de “incertidumbre”. Incertezas que se propagan en todo nuestro quehacer: sobre nuestra salud, trabajo y en las relaciones sociales, son algunos de los ámbitos que nos preocupan, incluyendo, la “incierta” evolución de la coyuntura en la que estamos.
Pero esta incertidumbre no tiene sus bases sólo ahora, desde hace más de cincuenta años que históricamente transitamos de una modernidad a la posmodernidad, caracterizada esta última, porque las certezas que nos dio el conocimiento moderno se empezaron a revisar y así las “verdades” aplicadas universalmente en todos los campos no eran siempre tales, por lo que se relativizaron y se reconoció la mirada diversa y subjetiva de los seres humanos. Muchos de los grandes referentes e instituciones en que nos apoyábamos, se debilitaron o “licuaron” como propone Zygmunt Bauman, y para Edgar Morín, los fenómenos que se analizaban linealmente y con cierta simplicidad, comenzaron a revelar los múltiples factores que intervienen y que se entrelazan en las realidades, develando con ello, la necesidad de desarrollar en los seres humanos un pensamiento de la complejidad.
Una mirada compleja en ambientes de incertidumbre, nos fue mostrando una sociedad muy diversa, conflictuada, con enormes desigualdades, competitiva y dominada por distintas formas de poder, muchas veces indiferente y acumuladora de riquezas, donde sólo unos pocos se ven beneficiados. A ello, a pesar de las acciones de grupos de científicos y activistas, se agregó una enorme indiferencia por los problemas ambientales y el cuidado de la naturaleza.
En esta lucha de poderes, de primacías, de focos de acciones equívocos en función a los grandes objetivos de la humanidad, se asentó el coronavirus con gran facilidad. Si la humanidad hubiera estado preocupada de los verdaderos asuntos que importan con la meta del bien común para todos, esta catástrofe no habría tenido las dimensiones que vemos.
Por ello hay que salir de esta pandemia reconstruyendo las sociedades, en lo cual la educación tiene un rol fundamental, sino seguiremos en una concatenación de fenómenos como éste.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por María Victoria Peralta – Académica de la UCEN. Primera educadora de párvulos en obtener el Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2019. Educadora de Párvulos y Profesora de Estado en Educación Musical de la U. de Chile. Es también magíster en Ciencias de la Educación, en Ciencias Sociales mención Antropología Social y Doctora en Educación.