¿Por qué las personas con altos niveles de azúcares en la sangre tienden a llegar a las salas de hospitales con síntomas más graves de COVID-19 que las que tienen bajos niveles? Un oncólogo estadounidense presentó una hipótesis que podría explicar cómo el virus está mutando y variando los niveles de agresividad.
La hidroxicloroquina se ha convertido en una droga conocida por todo el que se mantiene informado sobre los avances de la pandemia, ya que se la empezó a usar para mitigar los síntomas de COVID-19. Sin embargo, poco se ha hablado acerca de otro de los efectos de la droga: es un agente hipoglicémico, que baja el azúcar en la sangre. Para el oncólogo estadounidense Adam M. Brufsky, de la Universidad de Pittsburgh, esta podría ser la real razón por la que la droga viene funcionando contra el coronavirus en ciertos casos.
Brufsky estudió la relación entre el alto nivel de azúcar en la sangre de los pacientes con COVID-19 y la gravedad de la enfermedad y, según publicó en The Conversation, estima que si logramos agregar o restar azúcares en la proteína espicular del coronavirus (proteínas que tienen forma de punta y sobresalen de la superficie del virus formando una corona) o en el receptor al que se adhiere para infectar las células en el hospedero, podremos controlar su agresividad.
¿Cómo interactúa el azúcar con el coronavirus?
Conocer la composición genética del virus y cómo va cambiando nos ayudará a frenar su propagación. Por ello los científicos de todo el mundo desesperan por buscar (y encontrar) las nuevas secuencias de ARN del SARS-CoV-2. Ya lo pueden hacer casi en tiempo real; rastrean los cambios en el nuevo coronavirus a medida que se mueve de un lugar a otro a través de iniciativas globales de datos abiertos. Al revisar las secuencias, Brufsky se encontró con una mutación común.
«El virus tiene áreas específicas donde se añade azúcar cuando se replica en las células, y la mutación parecía aumentar la probabilidad de que una molécula de azúcar se añadiera a una de estas áreas», explicó el oncólogo.
A su vez, pudo identificar que «mutaciones similares en otras cepas de coronavirus afectaron la su capacidad para fusionarse con las células con proteínas espiculares». Brufsky señaló que, además, científicos chinos encontraron que cambios en la proteínas espiculares pueden alterar la agresividad del virus en las células cultivadas en el laboratorio.
«Por ejemplo, las cepas del nuevo coronavirus de Wuhan que eran más similares a las de Washington y California eran menos agresivas en el cultivo celular que las que eran más similares a las de Europa», explicó.
Aunque todavía es sólo una hipótesis, el oncólogo cree que ésta podría ser la razón por la que el virus puede estar presentando distintos niveles de agresividad al seguir moviéndose entre nosotros. Ahora científicos de todo el mundo están tratando de averiguarlo.