Detectar el patógeno directamente desde la muestra, saltándose el paso de extracción del RNA, es lo que aporta Nona Amp, investigación desarrollada por la ingeniera en biotecnología molecular de la U. de Chile, Chantal Márquez.
Fue la semana pasada que diversos laboratorios reportaron la falta de stock de reactivos para el diagnóstico del COVID-19. A esto se suma el tiempo que tarda el proceso con los actuales sistemas a partir de la extracción manual del ARN de las muestras.
Para responder a estas necesidades es que nace Nona Amp, tecnología en desarrollo por GenoSUR, emprendimiento que también desarrolló el kit para descentralizar la toma de muestras, y que es llevado a cabo por la ingeniera en Biotecnología Molecular de la U. de Chile y doctorada en Virología de la UNSW, Sidney, Chantal Márquez
Como detalla Chantal Márquez, Nona Amp es un reactivo que permite detectar el patógeno directo desde la muestra, saltándose el paso de extracción de RNA, el cual fue impulsado por Matías Gutiérrez, bioquímico de la U. de Chile. Esto porque “la etapa de diagnóstico implica tomar esta muestra, hacer la extracción de ácidos nucleicos, y luego hacer el PCR, pero ahora en varios laboratorio en el mundo están intentando mejorar estas etapas ya que hay reactivos que son limitantes”.
Esta innovación, detalla la científica, permitirá un aumento de la capacidad de procesamiento de los laboratorios de diagnóstico molecular de entre un 30 y 60 por ciento; esto porque la extracción manual del ARN el tiempo es de entre 1 y 2 horas, mientras que con este desarrollo se reduce a 15 minutos. A esto se suma la baja de los costos asociados a los insumos y la operación del proceso de extracción de ARN, que estiman, hoy ronda los 7 mil pesos, a sólo 2 mil por muestra.
Un desarrollo urgente
La investigadora postdoctoral del ICBM de la Facultad de Medicina, quien estuvo en el laboratorio de Virología colaborando en su implementación como centro de diagnóstico, explica que hay evidencia científica respecto al desarrollo de PCR directo de las muestras. Es por ello que como parte de su labor en dicho espacio universitario ya cuentan con un preprint al respecto.
Como relata, el desarrollo de esta innovación comenzó el 31 de marzo, y en un corto tiempo, “logramos tener una versión que funciona bastante bien”. Si bien “todavía tenemos que hacerle un par de ajustes, ya lo probamos con muestras positivas y ya somos capaces de detectar las muestras que han sido previamente diagnosticadas positivas con ARN”.
La premura por desarrollar esta tecnología, explica la científica, se deben a que “las soluciones tiene que estar ahora, cuando no hay reactivos, entonces tenemos que lograr tenerlo pronto para que sea útil en la pandemia, especialmente en regiones, en lugares donde han tenido más complicaciones para tener acceso a los reactivos”.
Tecnología desarrollada en Chile
El reactivo hoy se encuentra en proceso de validación clínica en Chile y también lo espera ser en Estados Unidos ante la Agencia de Medicamentos y Alimentación o Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), y ha centrado toda la dedicación de Chantal Márquez, cuya investigación postdoctoral es sobre la latencia del VIH. Como explica, este fenómeno se expresa en que “cuando uno se infecta con VIH, el genoma se integra en el núcleo de las células y queda ahí para siempre, por eso que existe la terapia y la gente se puede mantener bien”.
“No existe la cura porque el VIH se integra en nuestras células y lo que pasa es que queda latente, que es como que queda dormido y hay células que parecen normales, pero si se deja de tomar la terapia sale de la latencia, se reactiva. Por eso cuando la gente deja la terapia vuelve a tener carga viral. Hasta el momento no se sabe bien cómo es que el virus regula la latencia, como es que hace para pasar desapercibido”, detalla.
Finalmente, la especialista destaca que esta innovación “es ciencia que se está haciendo en Chile, y es tecnología que se está desarrollando que no solo se va a poder aplicar acá, sino que va a servir a todo el mundo». Esto, agrega, “pese a la poca inversión que se le da a la ciencia en nuestro país, y más pensando que ahora se bajaron los recursos, cuando más se necesitan a las y los científicos”.
Por Francisca Palma – U. de Chile