Así combaten las reclusas chilenas la pandemia de COVID-19

Las internas del Centro de Cumplimiento Penitenciario de Iquique confeccionaron cerca de 13.000 mascarillas para funcionarios y presos de unidades penales de la zona norte de Chile. La tarea, que duró un mes y medio, busca contener el avance de COVID-19, que en el país sudamericano no da tregua.

Chile registra más de 3.000 casos diarios de contagio por coronavirus, para un total acumulado que supera los 255.000 infectados de COVID-19, cifras que no muestran signos de detenerse en el país.

Una realidad que se vuelve más preocupante si se trata de centros penitenciarios, los cuales desde el comienzo de la pandemia fueron considerados como focos proclives a contraer la enfermedad, debido al grado de hacinamiento de la población carcelaria y a las precarias condiciones higiénicas de la mayoría de los establecimientos.

Por ello la iniciativa realizada por el Centro de Estudio y Trabajo (CET) del Centro de Cumplimiento Penitenciario (CCP) de Iquique, encomendada desde la Dirección Nacional de Gendarmería —encargada del resguardo de los presos en Chile—, ha resultado todo un reto, no solo a nivel sanitario, sino por las condiciones en que se hallaba ese recinto.

«Significó una responsabilidad y desafío enorme, debido a que el taller de costura, posterior al terremoto del 2014 en Iquique, dejó de funcionar, y recién en el 2019 se estaba volviendo a reabrir con usuarias (internas) en calidad de aprendices», señala a Sputnik Cinthia Jamett Inostroza, subteniente y encargada del CET cerrado del CCP Iquique.

La subteniente explica que la sección estaba bajo dirección de una encargada administrativa, la señora Hilda López, quien fue considerada como personal de riesgo al momento que se inició la contingencia sanitaria, por lo que debió «confiar 100% en las habilidades y experiencias de las usuarias», puesto que ella no tenía conocimientos en materia de corte y confección.

Sala de confección de mascarillas
© FOTO : GENTILEZA DE GENDARMERÍA DE CHILE
Sala de confección de mascarillas
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Once internas del penal, de distintas nacionalidades, trabajaron en la elaboración de 13.000 mascarillas lavables. Dos en el corte, siete en las máquinas de coser, una en el planchado y deshilachado, y la última en envasado de las mascarillas.

«Teníamos diferentes funciones, todas eran importantes, si faltaba una, apoyaba la otra, tomando siempre los resguardos ante la contingencia sanitaria, usando siempre mascarillas, guantes, y el overol blanco, para evitar cualquier tipo de contagio», cuenta Tamara Hurtado, condenada a cinco años por el delito de robo con violencia.

«Nosotras dimos el 100% de nuestra parte, para que fuera beneficioso para poder combatir esta pandemia dentro de los recintos carcelarios del país«, señala la interna de nacionalidad peruana Miriam Vilca Mamani, en diálogo con Sputnik, quien se encuentra recluida desde noviembre de 2018, condenada a ocho años de cárcel por trata de personas.

«Para mí fue una linda experiencia de trabajar en equipo para lograr combatir está pandemia, logrando aportar un granito de arena para las distintas regiones de la zona norte del país», comenta Hurtado.

Mascarillas reutilizables

Mascarillas confeccionadas por internas
© FOTO : GENTILEZA DE GENDARMERÍA DE CHILE
Mascarillas confeccionadas por internas
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Para la confección de las mascarillas se contempló un material lavable hasta 100 veces, con doble capa antifluido en el exterior, y antibacteriano en el interior. Hechas en talla única y de color burdeos por fuera y blanco por dentro, de fácil uso y con certificación sanitaria.

Miriam Vilca detalla que logró confeccionar cerca de 2.900 mascarillas, haciendo 200 por día con un tiempo de cinco minutos por cada pieza, cantidad y tiempo similares a los de Tamara, que demoraba cerca de siete minutos por unidad.

La subteniente Jamett explica que la solicitud realizada desde el nivel central de Gendarmería no les exigió un determinado tiempo de entrega, pero se hicieron los esfuerzos para tratar de terminar lo más pronto posible.

Lo que tenían claro era que la distribución contemplaría a toda la zona norte del país, por lo cual decidieron iniciar sus envíos en la misma región de Tarapacá, precisamente en la unidad penal de Iquique, «debido a que había surgido el primer caso de COVID-19».

«Posterior, se recibe llamado telefónico por parte de la región de Atacama manifestando el primer caso de COVID-19 en su región, a lo que rápidamente se elaboró en 5 días la cantidad de 716 mascarillas para internos y 526 mascarillas para funcionarios», recuerda la jefa del CET.

Embalaje para envío de mascarillas
© FOTO : GENTILEZA DE GENDARMERÍA DE CHILE
Embalaje para envío de mascarillas
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La subteniente manifestó que todo este trabajo de confección de las mascarillas lo enfrentaron con responsabilidad y entrega, lo que se reflejó en un producto de calidad. Señaló que para la región de Antofagasta se fabricaron 3.988 piezas, las que se enviaron el 21 de mayo.

Para la región de Tarapacá se confeccionaron 3.788 mascarillas, las cuales terminaron de enviarse los primeros días de junio. La última entrega, de 3.221 mascarillas para la región de Arica Parinacota, fue realizada el martes 9.

El director regional de Gendarmería, coronel Luis González, expresó a la prensa su satisfacción por el resultado del producto confeccionado por las internas de Iquique. «Estamos muy contentos por el resultado del trabajo que se encomendó al CET. Cumplieron con la labor encomendada. Además, el producto fue de calidad y en nada tiene que envidiar a las confecciones de las grandes empresas. Con ello el CET demostró que están preparados para grandes labores», declaró.

Trabajo que no solo aporta con la prevención del contagio del nuevo virus, sino en el proceso de reinserción social de las internas, «ya que es la integración plena a la sociedad de una persona que ha infringido la ley», puntualiza la subteniente Janett.

Opinión que comparten ambas presas, quienes agradecen la oportunidad de trabajar en equipo, aportar y demostrar que «puede existir un cambio en nosotras que hemos cometido algún error», comparte Miriam Vilca.


Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.