Diversas autoridades han señalado que la pandemia del COVID-19 no diferencia entre pobres ni ricos, lo cierto es que dos sondeos realizados en la capital chilena para saber cómo se vive la cuarentena en Santiago, concluyeron que el confinamiento obligatorio se vivencia de manera desigual en el mapa de una ciudad altamente segregada.
Santiago es una ciudad dividida en términos socioeconómicos, su área urbana está claramente diferenciada según los niveles de ingreso de las familias, evidenciando que la desigualdad tiene una dimensión espacial, producto de una profunda segregación social.
Tanto así que en los sectores pobres existen bajos niveles educacionales, subempleo, débiles redes de apoyo, deficitario acceso a servicios y una población estigmatizada socialmente por la delincuencia y la drogadicción.
«Santiago es una ciudad desigual producto de las políticas implementadas por la dictadura militar y en particular con la implementación del modelo neoliberal que se realizó a partir del año 75 en adelante», señala a Sputnik Carlos Lange Valdés, doctor en Ciencias Sociales y académico de la Junta de Arquitectura de la Universidad de Chile.
«En el ámbito urbano, se instituye a partir de distintos instrumentos. Uno superimportante son los procesos de erradicación de las poblaciones, que consistió en sacar a los campamentos que existían en el sector oriente (hoy acaudalados) de la ciudad y llevarlos a otras comunas», agrega el académico.
Lange explica que esta erradicación permitió liberar suelo para futuras urbanizaciones, que fueron destinadas a proyectos inmobiliarios para una clase social más adinerada.
Esta liberalización del suelo fue otro de los instrumentos implementados durante la dictadura a partir de 1979 con la nueva política de desarrollo urbano, que entregó el suelo a la oferta y la demanda, permitiendo que se consolidara el mercado inmobiliario.
Una estrategia económica que opera hasta la actualidad, donde «el acceso a la vivienda más que ser un derecho se constituye en un ejercicio de compra y venta, la vivienda como un bien de consumo, o que se adquiere a través del mercado», puntualiza Lange.
La movilidad de Santiago en pandemia
La liberalización del suelo urbano delinea el mapa actual del gran Santiago, donde la desigualdad se convierte en un factor determinante de la distribución socioeconómica de la población y que hoy, en medio de la pandemia, se refleja en las cifras de movilidad de las personas.
En el sondeo realizado por los centros de estudios y de mercados Ipsos y Espacio Público, entre el 12 y el 16 de junio a 800 personas mayores de 18 años residentes en las comunas en cuarentena de la Región Metropolitana, se concluyó que con las medidas de confinamiento y distanciamiento social, la disminución del ingreso ha afectado mayoritariamente, a hogares de los niveles socioeconómicos más bajos.
«EL 72% de las personas del nivel socioeconómico D/E (bajos ingresos) señala que sus ingresos ‘han disminuido mucho’, frente a un 32% del grupo ABC1 (altos ingresos)», detalla la encuesta.
Frente a la pregunta sobre cuántas personas se han visto obligadas a salir a trabajar en este período de confinamiento, el muestreo indica que 25% de los encuestados pertenecientes al nivel socioeconómico ABC1 afirma haber salido a trabajar durante la última semana. Realidad que contrasta con el 40% de las personas del grupo D/E que ha debido salir de sus casas, exponiéndose más a la posibilidad de contagiarse con el virus.
La consulta de Ipsos y Espacio Público vino a reafirmar el reporte del Instituto de Sistemas Complejos de la Ingeniería (ISCI) de la Universidad de Chile, que analizó la repercusión del primer mes de la cuarentena masiva en el Gran Santiago respecto a la movilidad de los capitalinos, y donde quedó demostrado que pasadas cuatro semanas de la aplicación de la medida de confinamiento, la circulación de personas en la región metropolitana no se redujo en los niveles esperados, especialmente en las comunas de menores ingresos.
El informe, que analizó las 38 comunas en cuarentena desde el 11 de mayo y el 12 de junio, reveló que San Ramón, Lo Espejo y La Pintana (zona sur) fueron las comunas que menos redujeron su movilidad.
Una variación a la baja menor al 26,5%, cuando se recomienda que sea superior al 50%, porcentaje que sí logran las comunas ricas de Vitacura y Las Condes (zona oriente). El reporte del ISCI demuestra que las comunas pobres, a nivel general, han disminuido el movimiento de personas solo un 35% promedio.
Una de las principales razones por las que las personas siguen saliendo de sus hogares durante la cuarentena ha sido porque la pandemia ha provocado «una baja importante de los recursos dentro del hogar en los grupos de menores ingresos», detalló Alejandra Ojeda, directora de Asuntos Públicos de Ipsos Chile, al entregar los resultados.
Por tanto, según Ojeda, «cuando se trata de salir del hogar por motivos laborales, el porcentaje de personas de hogares C3, D y E que deben salir es casi el doble que el observado en los niveles socioeconómicos más altos».
Respecto de estas cifras, señaló que los diversos niveles socioeconómicos afrontan desde una posición distinta la situación de cuarentena. «Mientras que los niveles socioeconómicos altos han logrado principalmente mantener sus actividades laborales en sus hogares, probablemente asumiendo teletrabajo, los niveles socioeconómicos más bajos han debido mantener su actividad laboral normal fuera de sus hogares u optar por mantenerse en casa sin poder trabajar».
Para Lange, estas diferencias se deben a cómo está estructurado el mercado de trabajo respecto a cada uno de los grupos de ingresos, dependiendo «por ejemplo de sus trayectorias educativas, del tipo de empleo a los cuales pueden acceder, etc».
Las diferencias en los niveles de escolaridad son brutales entre un grupo y otro: mientras la gran mayoría del segmento superior «tiene estudios de posgrado, estos aparecen casi inexistentes en los segmentos de más bajos ingresos, eso hace referencia o conlleva la posibilidad de conseguir un mejor empleo», asevera el experto.
Teletrabajo versus presencialidad
Como lo indican distintos estudios y las encuestas referidas, los segmentos socioeconómicos ABC1 y C2, de hogares con mayores remuneraciones, pueden realizar sus trabajos mediante teletrabajo. En cambio, los hogares con menores ingresos, como el C3, D, E, no pueden trabajar de forma remota y deben hacerlo en formato presencial.
La posibilidad de trabajar desde la casa, según explican los especialistas, es menor en los sectores más pobres, producto también de la existencia de un mercado informal del empleo que ha crecido en estos últimos años y que es resultado de las estrategias de subsistencia de los segmentos socioeconómicos más vulnerables. Hay una presencialidad necesaria en los trabajos más precarios, como venta en ferias o en la vía pública.
Para Lange, esto devela «los dos Chile que existen respecto de las transformaciones que se van a dar en el mercado de trabajo hacia el futuro, es decir quiénes cuentan con las posibilidades y con los recursos para acceder a un trabajo que va a estar mucho más sustentado en medios de carácter digital y quiénes no».
Esta presencialidad es una característica que no solo atraviesa en ámbito laboral en los sectores más pobres de la ciudad, sino en distintas espacios de la vida cotidiana. Las relaciones cara a cara tienen una gran importancia «en el desarrollo de los modos de vida de los sectores más vulnerables, porque la presencialidad se vuelve un recurso, y en este caso es un recurso fundamental dentro de lo que son las estrategias de subsistencia», insiste Lange.
Organización territorial
El mejor ejemplo de esta presencialidad como un recurso de subsistencia para personas que se han visto sin las posibilidades de desarrollar sus dinámicas habituales de trabajo, es el caso de las ollas comunes (cocinas comunitarias), donde se evidencia la importancia que de las relaciones cara a cara «en las estrategias de subsistencia diarias de las poblaciones más vulnerables», agrega Lange.
Esto responde a razones de carácter económico, social, político y también cultural. «Es ahí donde yo creo que ha habido una falta de perspectiva respecto de la desigualdad que existe en la implementación de estas medidas por parte del Gobierno», opina.
Por eso, como lo demuestran las encuestas citadas, hay un cuestionamiento popular a las medidas del Gobierno, porque «no son eficientes para todos los segmentos de la población y todos los territorios».
En este sentido, las medidas de cuarentena no se pueden aplicar indistintamente en todos sectores, y esto es parte «de los errores que ha tenido la estrategia desarrollada por el Gobierno a nivel del gran Santiago, pero yo creo que también a nivel nacional», concluye.
Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.