WASHINGTON (Sputnik) — Un siglo después de alimentar el separatismo de Panamá, los intereses económicos estadounidenses todavía dominan agresivamente la región, incluida Venezuela, dijeron varios analistas a Sputnik a pocos días del centenario de la inauguración del Canal de Panamá que se celebra el 12 de julio.
El Canal de Panamá, abierto en agosto de 1914 pero inaugurado oficialmente solo el 12 de julio de 1920, es una vía artificial de 80 kilómetros de largo que conecta los océanos Atlántico y Pacífico. El canal estuvo bajo el control exclusivo de Washington hasta que una entidad conjunta estadounidense-panameña asumió la administración en 1979. El Gobierno panameño recuperó la soberanía de la infraestructura en 1999.
Tomando el control
El canal es considerado una de las rutas marítimas más estratégicas del mundo, con alrededor de 14.000 buques que lo cruzan cada año, lo que representa aproximadamente el 5% del comercio mundial. Aquí confluyen 144 rutas marítimas, conectando a 160 países, según la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
Con una historia geopolítica controvertida, el canal se considera el producto final de la doctrina Monroe (1823), en la que Estados Unidos proclamó su intención de establecer su hegemonía en el hemisferio. En 1903, Washington apoyó la conspiración para que Panamá se separara de Colombia, lo que permitió a EEUU hacerse con el pleno control del istmo.
Dan Kovalik, abogado de derechos humanos, historiador y analista de América Latina, dijo a Sputnik que las maquinaciones políticas de EEUU y los golpes militares orquestados para desestabilizar y mantener el control de la región continúan y no han disminuido hasta nuestros días.
«EEUU ayudó a crear y financiar grupos militares en 1903 para rebelarse contra el Gobierno colombiano y separar a Panamá de Colombia para tomar el control de lo que se convertiría en el Canal de Panamá», dijo Kovalik, catedrático de derechos humanos internacionales en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pittsburgh.
Además de robar una fuente potencial de ingresos importantes para Colombia, explica Kovalik, ese apoyo estadounidense a los paramilitares perseguiría a Colombia durante los años posteriores.
«Colombia ha sufrido conflictos civiles internos desde entonces, incluso por parte de las fuerzas paramilitares que han seguido levantando cabeza, muchas veces con el apoyo de EEUU, hasta el día de hoy. Colombia sigue sufriendo terribles abusos de los derechos humanos cometidos por esas fuerzas que ahora dominan gran parte del campo», indicó.
EEUU, enfatizó Kovalic, continúa desestabilizando y fomentando el cambio de gobierno en los países de América Latina, poniendo por encima sus intereses económicos y geopolíticos.
«Eso lo podemos ver ahora con sus operaciones abiertas y agresivas para cambiar el Gobierno en Venezuela«, dijo.
Esos planes han llevado a Washington a tomar el control de la compañía petrolera Citgo, con sede en EEUU, y cortar los suministros vitales de alimentos y medicamentos a Venezuela.
«La doctrina Monroe está viva y bien, bastante lamentable para la gente de América Latina», dijo.
Ivan Eland, director del Centro para la Paz y la Libertad, coincidió en que EEUU continúa ignorando el derecho internacional y aún utiliza la doctrina Monroe de 1823 para justificar sus repetidas injerencias en los asuntos internos de las naciones latinoamericanas.
Arrebatarle Panamá a Colombia para construir el canal «fue un caso temprano del uso de los militares por parte de EEUU para avanzar hacia la hegemonía hemisférica bajo la antigua doctrina Monroe. Como el senador estadounidense [Samuel] Hayakawa lo diría más tarde con mucho humor pero con precisión, EEUU robó lo justo», dijo Eland.
El interés económico de EEUU en América Latina, advirtió Eland, continúa teniendo repercusiones en la soberanía de los países de la región hasta el día de hoy.
«El ‘coloso del Norte’ sigue siendo el país más poderoso del mundo económica, política y militarmente, todavía tiene un gran efecto en el hemisferio occidental. La economía se politiza y, por lo tanto, no existe un mercado libre. Además, la economía de la guerra antidrogas erosiona la soberanía de la región», puntualizó.
La disputa entre EEUU y China
Pekín y Washington compiten en los últimos años por la influencia en Panamá, con el gigante asiático invirtiendo en proyectos de desarrollo e intentando llegar a un acuerdo de libre comercio.
Sin embargo, el actual presidente panameño, Laurentino Cortizo, frenó las iniciativas con Pekín y el acuerdo comercial sigue sin firmarse.
Además, aparentemente debido a la presión estadounidense, en 2018 Panamá abandonó los planes para permitir que China construya una nueva embajada en el istmo, según aseguró el periódico The Guardian.
Los analistas advirtieron que la guerra comercial entre EEUU y China podría ser una nueva amenaza para el futuro del canal.
Kovalik subrayó que desde hace varios años, China ha sido el principal socio de Panamá en términos de inversión financiera y en infraestructura.
China invirtió en la modernización del Canal y sus esclusas, en los servicios ferroviarios hacia y desde el Canal y en la posible construcción de la primera ruta terrestre entre Panamá y Colombia, agregó.
«Ahora, EEUU parece querer cortar la influencia de China en la región, y puede actuar de manera agresiva para contenerla», sostiene Kovalik.
Eland, a su vez, alertó que la disputa comercial entre EEUU y China podría afectar significativamente el volumen del comercio que pasa a través del canal.
«El proteccionismo es contagioso y reduce los volúmenes del comercio y la prosperidad del mundo en general, la guerra comercial entre las dos economías más grandes podría disminuir el comercio a través del canal. También se ha hablado de una ruta alternativa», dijo.
Eland concluye que el canal probablemente sobreviviría, aunque con menos importancia estratégica de la que solía tener.