Varias investigaciones evidencian que el SARS-CoV-2, virus que causa COVID-19, puede propagarse de persona a persona a través del aire. Ahora los científicos no sólo deben abocarse a lograr una vacuna, sino también a fabricar dispositivos que puedan detectar el virus del coronavirus en el aire.
Al menos 239 científicos en 32 países publicaron una carta abierta dirigida a la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la cual aseveran que el SARS-CoV-2 se propaga por el aire. Era el 6 de julio. Un mes después, un equipo de científicos estadounidenses reportó el hallazgo de partículas del virus SARS-CoV-2 en el aire de una habitación de hospital en Florida, Estados Unidos, a casi 5 metros de un paciente.
John Lednicky, virólogo que encabezó el estudio, expuso que las implicaciones de este descubrimiento son numerosas, en particular porque demuestra que las medidas de distancia física impuestas en todo el mundo (entre 1,5 y 2 metros) no son útiles para evitar contagios de las partículas del SARS-CoV-2 que floten en el aire.
Las gotículas respiratorias, que según la OMS son las principales responsables de la transmisión del COVID-19, tienen un diámetro de más de cinco milésimas de milímetro y caen rápido al suelo por su propio peso. Sin embargo, los nuevos estudios sugieren que las gotículas también podrían evaporarse y producir aerosoles de menor tamaño, capaces de resistir más tiempo en el aire. Al exhalar, hablar y toser en microgotas las personas en lugares cerrados podrían estar en mayor riesgo de ser infectadas de lo que se pensaba previamente.
¿Cómo se identifica al SARS-CoV-2 en el aire?
Para comprender la posible amenaza en los bioaerosoles (las partículas biológicas que están en el aire y que inhalamos cada vez que respiramos), es importante identificar la pequeña fracción de microbios problemáticos o patógenos de entre todos los bioaerosoles presentes. Según explican en The Conversation científicos de la Universidad de Clarkson, Estados Unidos, se confía cada vez más en los análisis basados en los genes para trazar el mapa de los virus y otros microorganismos recogidos en las muestras de aire.
Una técnica popular para el análisis basado en los genes es la reacción en cadena de la polimerasa (PCR) —actualmente el estándar de oro para detectar la presencia del SARS-CoV-2 en muestras de hisopos nasales—, esta misma técnica podría utilizarse para detectar los patógenos en el aire.
¿Cómo funciona el análisis PCR?
El análisis PCR utiliza una reacción enzimática para hacer muchas copias de un gen específico o de una porción de un gen, de modo que la secuencia genética pueda ser detectada en una muestra, según The Conversation. Una prueba de PCR puede diseñarse para detectar secuencias de genes específicas de un microorganismo, de modo que la detección de la secuencia equivale a la identificación del microorganismo.
Los métodos basados en la PCR son muy precisos para la identificación de patógenos, y es por ello que los científicos están apostando por la tecnología de secuenciación de próxima generación para secuenciar rápidamente todo el genoma de los microorganismos —su diversidad y abundancia— en el aire.
Sin embargo, no todo son buenas noticias. Las técnicas actuales de identificación de microbios son costosas, requieren equipo especializado e implican largos pasos de procesamiento. Tampoco pueden detectar una especie a partir de pequeñas cantidades de material genético… y los virus son muy pequeños, lo que dificulta su recolección para análisis.
No todo está perdido
Así como la creación de una vacuna se volvió primordial para los científicos, ahora también se hizo sumamente necesario detectar el virus en el aire, y están trabajando para superar las limitaciones.
En el laboratorio de la Universidad de Clarkson, el profesor de Ingeniería Mecánica y Aeronáutica Suresh Dhaniyala, la investigadora del Centro de Ingeniería y Ciencia del Aire y los Recursos Acuáticos Hema Priyamvada Ravindran y el biólogo Shantanu Sur han desarrollado un sensor y colector de bioaerosoles de bajo costo para la toma de muestras de bioaerosoles a gran escala.
«Este muestreador a batería utiliza una fuente de alto voltaje de tamaño micro para ionizar virus, bacterias y hongos transportados por el aire y recogerlos en una superficie. La ionización da a las partículas biológicas una carga eléctrica. Dando a la superficie de recolección la carga opuesta hace que las partículas se peguen a la superficie», explican en The Conversation. Las muestras del colector pueden ser analizadas con secuenciadores portátiles de ADN/ARN, que permiten la detección de bioaerosoles casi en tiempo real con equipos de mano de bajo coste.
Pese a los avances, los científicos saben que tienen un largo camino por delante.