Durante la pandemia del coronavirus hay actividades que están registrando más ganancias que antes. Empresas vinculadas a Internet, a las telecomunicaciones, a la economía de plataformas y al e-commerce contabilizan utilidades crecientes.
Son sectores que se están beneficiando por la alteración de la vida cotidiana de la población. Incluso han ampliado su participación en sus respectivos mercados.
Una actividad que no ha padecido un golpe negativo pese a que no integra el lote de la «nueva economía» y que transcurre en una crisis financiera global es la banca.
A diferencia de crisis pasadas, como la de 2008, en ésta oportunidad el negocio de los bancos no estuvo afectado; por el contrario, pudo mejorar el cuadro de resultados.
Ese comportamiento positivo se verifica especialmente en América Latina.
Digitalización
Los bancos no estuvieron afectados por el COVID-19 y el inmediato confinamiento de la población. Los cambios tecnológicos aplicados en la operatoria bancaria de los últimos años deben ser considerados como parte de la expansión del mundo digital.
Esas transformaciones, consolidadas en los últimos años, explican en parte por qué no hubo una caída importante en la rentabilidad ni padecieron trastornos en la operatividad diaria.
El servicio bancario fue declarado esencial y, por lo tanto, no padeció la interrupción del movimiento de transacciones. Para ello jugó a favor un factor clave: el proceso de digitalización de sus productos y servicios, lo que facilitó que no se interrumpiera el flujo de actividad.
La mayoría de los clientes no necesitó asistir a sucursales bancarias para realizar pagos de servicios básicos. Esto fue realizado a través de una transferencia desde el teléfono móvil o desde una computadora.
La utilización del servicio denominado home banking se generalizó. La necesidad de efectivo disminuyó porque las personas empezaron a realizar las compras indispensables del hogar por Internet a través de billeteras electrónicas o tarjetas de crédito o débito.
Regulaciones
El sector bancario tuvo un papel crítico que cumplir para mitigar el shock macroeconómico y financiero sin precedentes causado por la pandemia dando apoyo a los prestatarios afectados y manteniendo el flujo de crédito hacia la economía real, sin dejar de preservar la estabilidad financiera.
Los economistas del FMI Tobías Adrian y Ceyla Pazarbasioglu afirman que el sistema bancario mundial es hoy mucho más sólido que durante la crisis financiera de 2008 debido a la implementación de las reformas regulatorias impulsadas por el G20 en el sistema financiero.
Sin embargo, advierten que «aun así, a medida que los agudos problemas de liquidez deriven en problemas estructurales de solvencia, aumentarán los incumplimientos de deudas y se intensificarán las presiones sobre el sistema bancario».
Adaptación
La banca a nivel mundial se adaptó rápido al escenario de pandemia. Además de la mayor digitalización de las operaciones, lo que implicó estar mejor posicionados para enfrentar esta crisis, la encontró con una holgada situación de solvencia y liquidez.
Este cuadro fue producto de medidas preventivas tomadas después del impacto sufrido por la crisis de 2008, y también porque las bancas centrales de EEUU y la Unión Europea salieron en forma inmediata, con la experiencia de esa anterior debacle, a garantizar fondos mediante inmensos paquetes financieros.
Ahora los gobiernos apelaron a la banca como herramienta para canalizar las diferentes ayudas: préstamos de emergencia a las empresas y planes sociales para grupos sociales vulnerables.
De esta manera, con un proceso acelerado de digitalización y como vía para canalizar los aportes estatales para atender urgencias económicas y sociales, el sistema financiero, en esta ocasión, no ha sido un factor de inestabilidad.
Esto implicó, a la vez, una fuente de ganancias adicional para la banca, del mismo modo que se beneficiaron las grandes corporaciones de Internet:
América Latina
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica presentó una investigación sobre el desempeño de la banca en América Latina. Para ello, ha recopilado información disponible en agencias de supervisión bancaria sobre los estados financieros de diez países:
- Uruguay;
- Perú;
- Bolivia;
- Ecuador;
- Paraguay;
- Colombia;
- Argentina;
- Brasil;
- Chile;
- México.
Se diseñó una base de datos que permite profundizar el análisis del sector financiero regional. En esa investigación se destacan los siguientes hallazgos: América Latina tiene el sector financiero más rentable del mundo después de África.
Es una rentabilidad persistentemente alta en lo que va este nuevo siglo. Utilizando el indicador del retorno sobre el activo (ROA), desde 2005 duplica o triplica las de la banca de EEUU y Canadá y Europa.
Junto con África, la banca de América Latina es la única que percibe rentabilidades mayores al 2% de los activos desde 2005. El sistema financiero argentino hace subir todavía más ese resultado.
Si se excluye a ese país del promedio, la rentabilidad sobre activos cae por debajo del 2% anual. El caso argentino es notable porque es el único país de la muestra donde ese indicador sube entre 2005 y la actualidad.
Y es sorprendente porque los bancos en ese mercado fueron blanco de desesperadas protestas en 2002 y 2003 cuando los ahorristas no podían retirar el dinero de sus cuentas, por un régimen de restricciones denominado «corralito».
Las ganancias de la banca en la región resultan igualmente extraordinarias. El promedio de ROA para la muestra de esos países seleccionados sube al 2,6%, un nivel que sextuplica el promedio europeo y quintuplica el registro español. De este origen es el principal origen de la banca transnacional en América Latina.
Rentabilidades
A pesar de que Chile tiene la rentabilidad más baja (1,2% de ROA) triplica las europeas. Argentina muestra el mayor registro (5,9%), un nivel 12 veces mayor al de España, que a su vez es uno de los más altos de la Unión Monetaria Europea.
Sin Argentina, el promedio de la muestra de países bajaría del 2,6% al 2,2%, y solo Chile, Bolivia, Colombia y Ecuador se ubicarían por debajo de esa media.
El indicador rentabilidad sobre el patrimonio neto (ROE), es decir, el que indica las ganancias de los dueños de los bancos en los países seleccionados, alcanzó un 23,3%.
Los autores de la investigación, los economistas Guillermo Oglietti, Sergio Martín Páez y Alfredo Serrano Mancilla, afirman: «Este registro de rentabilidad es exuberante. Le permite a un accionista recuperar casi la totalidad de su inversión en apenas cuatro años, una cifra que contrasta con los 13 y 18 años necesarios para recuperar la inversión en sectores no financieros de Perú y Chile, respectivamente; los nueve necesarios para recuperar la inversión en el sector industrial de México, por citar algunos ejemplos».
Brasil y Argentina se ubican en ese podio, el primero con un elevado ROE de 29%.
El perfil
Tres son las fuentes de las elevadas ganancias de la banca en la región:
- El margen de interés como resultado de las operaciones de intermediación financiera.
- Las comisiones que cobran por servicios.
- Los resultados derivados de las operaciones bursátiles y de cambio.
Los bancos de Argentina y Brasil se destacan porque la mayor fuente de beneficios son las actividades especulativas en el mercado de valores y cambios, que explican la mitad de sus ingresos.
El resto de los países seleccionados tienen como principal fuente de rentabilidad al margen de interés.
Los mayores márgenes de intereses los tienen Perú y Argentina, que generan beneficios equivalentes al 6% del activo. Brasil tiene el menor aporte de ganancias derivadas de la intermediación financiera, menor al rendimiento de las comisiones.
Guarida
Las cifras que muestran los balances de los bancos son obscenas, y lo son porque en un contexto económico de recesión y pandemia siguen siendo un protagonista privilegiado.
Las ganancias de los bancos se acumulan como si las crisis no sucedieran para ellos. Ni la pandemia coronavirus los alcanza. Y en esta crisis global inédita siguen siendo tratados como vacas sagradas.
La banca en América Latina no estuvo ajena al proceso de financiarización de la economía global de principios de los ’70.
La globalización, desregulación y expansión de las guaridas fiscales aumentaron aún más la rentabilidad del sector financiero y consolidaron el papel de salvoconducto de las riquezas globales.
Una vez que la pandemia llegue a su final, la banca seguirá gozando de un espacio excepcional puesto que, además de haber expandido la digitalización de operaciones con lo que reducirá costos de personal, el sistema económico requerirá de asistencia financiera de corto y mediano plazo para superar los costos de esta crisis.
La banca saldrá entonces, nuevamente, ganadora de una crisis, como ha sucedido en las anteriores recientes.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Alfredo Zaiat – Periodista, escritor y economista, jefe de la sección de Economía y del suplemento Cash de Página 12 desde 1997. Conduce desde hace 18 años el programa radial ‘Cheque en blanco’. Ganador del premio ETER en varias oportunidades. Integra el cuerpo docente del Programa Amartya Sen de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Publicó los libros ‘¿Economistas o astrólogos?’, ‘Historia de la economía argentina del siglo XX’ junto a Mario Rapoport, ‘Economía a contramano’, ‘Amenazados. El miedo en la economía’ y ‘Macrisis. Otro fracaso del neoliberalismo en Argentina’.