Estados Unidos es la única potencia mundial que no para de caer en el Índice de Progreso Social. Con un puesto 28 que lo ubica lejos de Canadá y Europa, la situación alerta a los analistas estadounidenses, que advierten sobre las enormes asimetrías en indicadores sociales y el efecto que tuvo el presidente, Donald Trump.
Aquella idea del sueño americano, esa expresión que representaba las oportunidades de crecimiento y confort para sus ciudadanos, quizás esté cada día más lejos de la realidad. Al menos eso parece indicar la última edición del Índice de Progreso Social al colocar a Estados Unidos como uno de los únicos tres países cuyo progreso social ha decaído desde 2011.
El índice, elaborado por la organización Social Progress Imperative, es construido anualmente a partir de más de un centenar de indicadores que miden la situación social y ambiental en 163 países alrededor del mundo. La edición de 2020 está encabezada por Noruega y seguida por Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda y Suecia.
América Latina tiene a su primer representante en Chile, en el puesto 34. Le siguen Costa Rica y Uruguay, en los puestos 37 y 38 respectivamente.
Pero uno de los datos más llamativos del ranking es el lugar de Estados Unidos, que con un puntaje general de 85,71 aparece en el puesto 28, lejísimos del séptimo puesto de su vecino Canadá y por debajo de casi todos los países europeos.
El declive estadounidense es llamativo al punto de que los propios realizadores del ranking destacan que se trata de «el único miembro del G7 que ha tenido retroceso en progreso social». Por si fuera poco, junto a Brasil y Hungría integra el selecto grupo de los únicos tres países donde el progreso social ha descendido desde 2011, cuando comenzó a hacerse el ranking. Aquel año, EEUU ocupaba el puesto 19.
Para comprender la caída del panorama general estadounidense es preciso prestar atención a las grandes diferencias que muestra entre sus variables. Un análisis del columnista del New York Times Nicholas Kristof repasa como, por ejemplo, el país está primero en el mundo en calidad de sus universidades pero en el puesto 91 en acceso a educación básica. Lo mismo sucede con la salud: el lugar de privilegio estadounidense en tecnología médica cede ante el lugar 97° en acceso a salud de calidad.
De hecho, el país gobernado por Donald Trump recibe calificaciones de color rojo en los índices de Necesidades Humanas Básicas y de Fundamentos del Bienestar, ubicándose en los puestos 34 y 37 respectivamente. Mejora un poco en la sección Oportunidades, alcanzando el puesto 14, aunque este índice también incluye categorías con resultados notoriamente malos como en la categoría Discriminación y violencia contra minorías, donde EEUU cae al puesto 100 entre 163 países.
«La caída de EEUU en la última década en este índice —más que cualquier país en el mundo—es un recordatorio de que los estadounidenses enfrentamos problemas estructurales que preceden al presidente Trump y que fueron abonados bajo el liderazgo de los dos partidos», añade Kristof.
El columnista considera además que Donald Trump «es un síntoma de este gran mal pero también causa su aceleración».