El 2020 ha sido un año marcado por la pandemia de COVID-19. Parecería que se trata del problema más grave que sufre el planeta actualmente. Pero la Asamblea General de Naciones Unidas ha decidido que en su 75° aniversario y en el marco del Día Internacional de la Paz, celebrado cada 21 de septiembre, la consigna sea ‘Forjando la paz juntos’.
En América Latina, la región más violenta del mundo, al COVID-19 se le suman otras problemáticas que hacen más difícil pensar en la posibilidad de la paz para el continente.
«Este año, ha sido más claro que nunca que no somos enemigos el uno del otro. Más bien, nuestro enemigo común es un virus que amenaza nuestra salud, seguridad y estilo de vida. El COVID-19 ha llevado a nuestro mundo a la agitación y nos ha recordado por la fuerza que lo que sucede en una parte del planeta puede afectar a las personas en todas partes», explica la ONU.
Conflictos de América Latina
- Violencia policial
Cuando se debate acerca de la violencia, suele hacerse foco en la inseguridad, en el narcotráfico e incluso se le suele atribuir responsabilidad de incentivarla a diversos movimientos sociales que reivindican derechos humanos de diversa índole. Sin embargo, cuando la violencia es institucional, su juicio y análisis se hace más difícil.
Un evento que cuestionó fuertemente el rol policial fue el asesinato del ciudadano afroamericano George Floyd a manos de la policía estadounidense a fines de mayo. El racismo y el abuso de poder como premisas llevaron a que el mundo entero replicara las protestas que iniciaron en Estados Unidos presididas por el movimiento #Blacklivesmatter.
Hechos como este son habituales en buena parte de los países de Latinoamérica. A fines de abril, en Argentina, desapareció Facundo Astudillo Castro, joven argentino de 22 años. Su último rastro fueron fotografías tomadas por la policía de la provincia de Buenos Aires, que lo detuvieron por incumplir la cuarentena obligatoria que regía entonces en el país. Tras una intensa búsqueda, Astudillo fue hallado muerto. En una causa aún abierta, varios indicios indican que el asesinato pudo haber sido ocasionado por la Policía.
La Policía brasileña, en particular, es la que más mata a nivel mundial, con un promedio de 6.000 personas al año. El caso de los carabineros de Chile durante las protestas hacia el Gobierno de Sebastián Piñera que empezaron en octubre y permanecieron firmes durante la pandemia es representativo de cómo suelen operar las fuerzas policiales que, lejos de evitar la violencia, la ejercen deliberada y sistemáticamente.
- Racismo y xenofobia: paradoja de un pueblo heterogéneo
Si a la violencia institucional por parte de las fuerzas policiales se les suma el racismo y xenofobia como norma, no es de extrañar que casos como los de Floyd ocurran a diario a ciudadanos negros o extranjeros en países latinoamericanos.
Brasil, país con la población afrodescendiente más grande fuera de África, es paradójicamente uno de los más violentos con la población negra. Un caso reciente es el de Joao Pedro Mattos Pinto, un adolescente de 14 años que murió el 18 de mayo tras ser baleado durante un operativo policial en la ciudad de Sao Gonçalo, en el estado de Río de Janeiro. El cuerpo tenía rastros de 70 disparos.
En 2018, en el estado mexicano de Morelos, Ricardo Alonso Lozano Rivas, ciudadano negro oriundo de Colombia, fue abordado por una multitud que lo sacó de su automóvil, lo llevó a una plaza pública, donde fue amarrado al asta de una bandera y golpeado hasta producir su muerte. Los imputados por el crimen alegaron que las agresiones se debieron a problemas con quien era prestamista, pero la familia del fallecido denunció que el hombre fue increpado por ser afrodescendiente y que se trató de un asesinato basado en el racismo.
El racismo estructural en América Latina es un hecho que puede visualizarse fácilmente en cifras. En América Latina y el Caribe hay entre 33 y 40 millones de indígenas divididos en unos 400 grupos étnicos, según un estudio de la CEPAL titulado Discriminación étnico-racial y xenofobia en América Latina y el Caribe. Cinco países agrupan casi el 90% de la población indígena regional: Perú (27%), México (26%), Guatemala (15%), Bolivia (12%) y Ecuador (8%).
En cambio, la población negra y mestiza afrolatina y afrocaribeña en la región alcanza unos 150 millones de personas, lo que significa alrededor de un 30% de la población, y se ubican especialmente en Brasil (50%), Colombia (20%) y Venezuela (10%). Según el Banco Mundial, la población negra tiene 2,5 más probabilidades de vivir en la pobreza crónica que los blancos o mestizos.
Aunque constituyen alrededor de un cuarto de la población de América Latina, están sobrerrepresentados en la población más pobre de cada uno de los países. En Brasil, los negros tienen dos veces más probabilidades de ser pobres que los blancos; en Uruguay, asciende a tres.
- Colombia, capítulo aparte: masacres, conflictos armados y asesinatos de líderes
El conflicto interno más largo de América Latina tiene lugar en Colombia como protagonistas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). A pesar de los acuerdos de Paz firmados en 2016 con el Gobierno, que terminaron en la disolución de la guerrilla, las disputas continúan desde ambos fuertes.
Desde 2016 han ocurrido más de 1.000 asesinatos a líderes sociales en Colombia, y solo en 2020, hasta fines de julio ya habían matado a 166 líderes sociales y 36 excombatientes de la antigua guerrilla, hoy convertida en un partido político de izquierda.
Por si fuera poco, Colombia tiene en su haber el escandaloso fenómeno de las masacres, que ascienden a las 40 solo en 2020. Según un informe bajo el nombre de ¡Basta ya!: Colombia: memorias de guerra y dignidad, del Centro Nacional de Memoria Histórica elaborado en 2013 con datos de entre 1985 y 2012, en esos años se registran 1.982 casos de masacres que dejan 11.751 víctimas.
Los responsables son los grupos paramilitares en un 58,8%, las guerrillas el 17,3%, la fuerza pública el 8%, grupos armados no identificados el 14%, y un 1% por unión de militares y paramilitares. La región más afectada es Antioquia.