A más de seis meses de declarada la pandemia de COVID-19, un estudio de la Universidad de Chile revela cómo la llegada del coronavirus ha impactado a toda la población sin distinguir género, edad ni situación socioeconómica. Aunque no a todos les ha afectado de la misma forma: los adultos mayores han enfrentado mejor la crisis sanitaria en el país.
Una investigación conjunta de la Universidad de Chile y del Instituto Milenio para la Investigación de Imperfecciones de Mercado y Políticas Públicas (MIPP) reveló qué grupos sociales se han visto más golpeados por la llegada de la pandemia de COVID-19 al país que aún la atraviesa a duras penas.
«Decidimos estudiar un conjunto de planos, de desestabilización de la vida cotidiana en todas sus dimensiones, desde la economía a la experiencia. Decidimos hacerlo de una manera no clásica, no estrictamente como medición de la salud mental, sino como una búsqueda por explorar la experiencia de las personas y los grupos», señala a Sputnik la coordinadora general del estudio, Irma Palma, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
En la primera entrega del estudio Vida en Pandemia, participaron poco más de 2.500 personas mayores de 18 años que habitan en todo el territorio nacional, hombres y mujeres, urbanos y rurales, de diversos niveles socioeconómicos, y de zonas con y sin confinamiento. El trabajo de campo se llevó a cabo entre el 13 y 17 de julio de 2020.
Se trata de un trabajo interdisciplinario que explora la experiencia de personas y grupos durante la pandemia, «que es una crisis también de la subjetividad», donde se indaga los sentimientos, sentidos y orientaciones normativas «al vivir la transformación de la vida cotidiana en su multidimensionalidad, complejidad y diversidad».
Es una indagación que también abarca estado de ánimo, malestar y bienestar, presente y pasado inmediato a las crisis. Una de las primeras conclusiones es que los jóvenes, mujeres y los sectores de menores ingresos son quienes se han resentido más la crisis sanitaria.
«Los resultados han operado al contrario del sensu (norma) que el sentido común indicaría: que las personas mayores habrían sido más impactadas», revela Palma.
De acuerdo a la investigadora, la mayor vulnerabilidad de los adultos mayores en relación a la letalidad del COVID-19, además de las restricciones más severas en términos de confinamiento preventivo para las personas de ese rango etario, «hacía pensar que ellos tendrían mayor malestar». «Sin embargo, encontramos resultados distintos», añade.
Jóvenes más cansados y aburridos
La coordinadora explica que la investigación encontró, en primer lugar, que hay un conjunto de sentimientos y sentidos —como responsabilidad, preocupación, solidaridad y gratitud— que son compartidos en la sociedad. Sin embargo, se presentan en forma diferenciada en las experiencias según las generaciones, los estratos sociales y el género.
«Esta diferenciación está en que hay un conjunto de emociones, sentimientos, que tienen un signo positivo y que correlacionan con el bienestar, que están más presentes en las personas mayores», detalla.
«Y encontramos que el mayor malestar está en los segmentos juveniles. Para nosotros, segmentos juveniles en estos rangos son el grupo de 18 a 29 años, y ese grupo está con mayor malestar», agrega Palma. El 71% de los hombres y el 79% de las mujeres entre 18 y 29 años dijeron sentir «responsabilidad». Por su parte, el 71% y 73%, respectivamente, relataron «preocupación», y el 65%, en hombres y mujeres igual, «aburrimiento».
El «cansancio» es un sentimiento que domina la experiencia de las generaciones jóvenes, con 78% en el caso de las mujeres y un 68% en el caso de los hombres, y que se diferencia en 46% y 24% respectivamente en el caso de los mayores de 60 años.
Estados de ánimo y modos de vivir la crisis
«El agravamiento del estado de ánimo es mayor entre jóvenes, que personas mayores, y entre mujeres que hombres», puntualiza.
El cierre de las escuelas y de restaurantes, junto con la suspensión de eventos sociales, incluso de las reuniones familiares, afectan a las personas. Si bien se han generado otras formas de encuentro y el confinamiento se ha dado con la familia al interior de los hogares, el sentimiento de «soledad» también fue medida en el estudio.
El resultado indica que este sentimiento está menos presente en la experiencia de las generaciones mayores (15% y 28%, en los hombres y las mujeres mayores de 60 años, respectivamente) que en las más jóvenes, que entre los hombres más jóvenes alcanza a 43%.La «tristeza» está menos presente entre los hombres que entre las mujeres (28% y 41%, respectivamente); está menos presente entre los hombres mayores, y menos aún entre los hombres de mayores ingresos.
Por su parte, el sentimiento de «angustia» también está menos presente entre los hombres que entre las mujeres (33% y 46%, respectivamente), y está menos presente entre los hombres mayores que entre las generaciones jóvenes (18% y 55% promedio respectivamente) a pesar de lo que se pudiera pensar.
Finalmente, y con respecto a lo señalado sobre que lo jóvenes, mujeres y los sectores de menores ingresos son quienes han resentido más la crisis sanitaria, la investigación detalla y contrasta dos tipos de experiencia social: la de los hombres mayores, por un lado, y la de jóvenes (hombres y mujeres) y de mujeres de más bajos niveles de ingreso, por otro.
Para los primeros la experiencia es de signo positivo, es bienestar, comprendiendo distintos sentimientos como de esperanza, tranquilidad-calma, confianza, optimismo, seguridad y/o alegría; y para los/as otros/as es de malestar, atribuibles al cansancio, aburrimiento, inquietud, frustración, angustia, agobio.Frente a este resultado, Palma recalca que los dos ejes más importantes son generación y género, más que la ubicación en términos de los grupos socioeconómicos, que es menos importante en la subjetividad, según ella, «a pesar de que uno podría decir que los hombres de los niveles socioeconómicos altos, los hombres mayores, están con mayor bienestar, y las mujeres, y las más jóvenes dentro de las mujeres están con mayor malestar, las mujeres más pobres, más jóvenes son las que tienen en el otro polo el mayor malestar».
Lo cierto según la coordinadora del estudio es que «dado que las mujeres y los jóvenes son quienes están más afectados, tendrá el Estado y la sociedad que ver cómo trata eso, porque si no lo hace será la pospandemia lo que producirá su propio malestar», concluye.
Por Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.