Un equipo de investigadores de la casa de estudios se encuentra trabajando en un proceso de disgregación enzimática, centrifugado y lavado para separar las células madre mesenquimales de la grasa desechada en las liposucciones cosméticas de la Clínica Alemana
En diciembre de 2019, el Ministerio de Salud reveló los resultados del estudio «Prevalencia de consumo de alcohol en Chile», dando cuenta que uno de cada 10 chilenos presenta un consumo riesgoso y cerca de 260 mil personas han padecido algún trastorno por su uso en los últimos 12 meses. A esto se suma una encuesta realizada por la revista médica «The Lancet», que indicó que el consumo de alcohol aumentó un 70 por ciento a nivel global, mientras que Chile supera en un 40 por ciento el promedio.
Por otra parte, el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA), realizó el pasado 8 de julio una encuesta para evaluar el uso de alcohol durante la pandemia. Los datos mostraron que su consumo se incrementó en un 21,4 por ciento y se mantuvo en un 32,8 por ciento en el periodo de confinamiento.
Frente a esta realidad nacional e internacional, el académico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, Yedy Israel, desarrolló un proyecto que busca ser una solución a este fenómeno. El profesor explica que el alcohol produce rancidez oxidativa y sobreinflamación en el cerebro. Este efecto dura varios meses, y se traduce en que si una persona vuelve a ver bebidas alcohólicas necesita volver a consumirlas de forma compulsiva.
. Yedy Israel, académico de la Facultad de Medicina de la U. de Chile
Un fenómeno pavloviano
El doctor ruso, Iván Pávlov, buscaba estudiar los reflejos condicionados por estímulos. Para comprobar esto, hacía sonar una campana cada vez que le daba de comer a su perro. De esta forma, el animal asoció ese sonido con la acción de comer. Además, el científico se dio cuenta de que sólo al escuchar el sonido, su mascota empezaba a salivar y secretar jugos gástricos.
El profesor Israel explicó que la adicción al alcohol se asemeja al fenómeno del perro de Pávlov. «En este caso se produce un efecto biológico y el cerebro capta como si tu estuvieras tomando un poco de alcohol con sólo verlo. Por tanto, necesitamos un compuesto que sea antinflamatorio y antioxidante, ya que estos fenómenos perpetúan en la memoria lo rico y lo agradable que le pareció a la persona beber. Esto incentiva que pase del ‘me gusta’ al ‘lo necesito», señaló.
Para lograr estos efectos se utiliza la grasa de la liposucción obtenida de intervenciones en la Clínica Alemana. El proceso consiste en disgregar el tejido adiposo para aislar las células madre mesenquimáticas presentes en él. Luego, se procede a limpiarlas y activarlas químicamente, con el fin de producir sustancias antiinflamatorias y antioxidantes que ya no tienen estas células. De esta forma, los componentes resultantes se caracterizan por ser solubles, antioxidantes y antinflamatorios, evitando la necesidad de consumir alcohol al verlo.
El proceso ha sido utilizado con éxito en ratas de laboratorio, cuenta con una patente y se espera licenciar para que alguna empresa privada pueda realizar pruebas en humanos, bajo los estándares de Good Manufacturing Practice (GMP) en completa esterilidad y reproductibilidad. Actualmente, el equipo investigador está avanzando en esta innovación con el fin de usar sustancias químicas conocidas y puras reemplazando a las células madre. A futuro, esperan convertir esta innovación en un spray nasal para el tratamiento del alcoholismo.
El Profesor Israel agregó que «este tratamiento tiene muy buenas proyecciones, ya que no produce rechazo a diferencia de otros. También es importante destacar que no estamos penalizando a la persona para que tenga una reacción desagradable antialcohólica, sino que estamos logrando que ya no necesite beber. Por tanto, estamos trabajando junto a académicos del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Chile».
El director de Innovación de la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la U. de Chile, Carlos Saffie, comentó que «este proyecto es un ejemplo evidente de un impacto no sólo desde el punto de vista de la innovación científica, sino también desde el ámbito social. Creemos que se puede hacer un aporte significativo para tratar las consecuencias sociales referidas al consumo de alcohol en Chile. También tenemos claro que aún resta un camino largo por recorrer, con el fin de que esto sea una realidad clínica y operativa. Sin embargo, con el buen trabajo que se ha llevado a cabo, podremos avanzar rápidamente hacia una posible solución».
Finalmente, el profesor Israel destacó que las personas con desórdenes en el consumo de alcohol pueden dejarlo y aprender a beber con el tiempo. «Lo que la gente no entiende es que estos problemas tienen diferentes grados y que no todos van a tener desórdenes de por vida, pues la mayoría no. La palabra alcoholismo se dejó de usar, pues es un concepto que no mide el nivel del desorden. En mi opinión, y considerando varias décadas de estudios en este ámbito, tres cuartas partes de la población con problemas de alcohol no lo tendrá de por vida», concluyó.