Se cree que 60 millones de nativos murieron con la llegada de los españoles a América, convirtiendo al episodio en uno de los capítulos más negros de la historia de la humanidad. A la dominación militar y religiosa se sumó la crueldad con que las enfermedades traídas desde los barcos diezmaron a los nativos americanos.
Si bien las estimaciones existentes difieren bastante en la cantidad de habitantes que América tenía antes de la llegada de los europeos en 1492, es un hecho que la denominada conquista de América significó una tragedia demográfica para los pueblos que habitaban el continente. Y si bien los españoles llegaron munidos de armamento desconocido para los nativos, las enfermedades que trajeron consigo hicieron gran parte del trabajo.
La inexistencia de fuentes documentales que permitan determinar con exactitud la cantidad de población de las Américas ha obligado a historiadores a valerse de elementos alternativos para intentar llegar a una estimación aproximada. En 1945, el historiador polaco-venezolano Ángel Rosenblat estimó a la población americana de 1492 en 13,3 millones.
La cifra cambió bastante con el paso de los años, también producto de que la heterogeneidad de la población indígena —que abarcaba tanto a civilizaciones asentadas como mayas, aztecas e incas, como a pueblos nómades o de menor organización como guaraníes, mapuches o charrúas— dificultaba hacer cálculos certeros. En 1966, el estadounidense Henry Farmer Dobyns hizo una estimación mucho mayor, indicando que en el «nuevo continente» llegaron a vivir entre 90 y 100 millones de personas.
Los cálculos de Rosenblat y los de Dobyns suelen considerarse característicos del debate entre estimaciones «minimalistas», como la del polaco-venezolano, y «maximalistas» como las del estadounidense.
Más allá de las diferencias en las cifras, todos los estudios coinciden en que la llegada de los españoles generó una disminución drástica de la población americana. Según Dobyns, los pueblos originarios disminuyeron hasta un 95% en el primer siglo posterior a la ocupación. Otros estudios estiman la cantidad de indígenas muertos tras la llegada de los europeos entre 56 y 60 millones.
¿Hubo un genocidio indígena?
La impactante cifra pone a los efectos demográficos de la invasión dentro de lo que puede considerarse el genocidio más grande de la historia de la humanidad, por encima del holocausto judío, el genocidio armenio y otros perpetrados en los últimos siglos.
Naciones Unidas define al genocidio como «un delito perpetrado con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso». Basados en esta definición, algunos autores, especialmente españoles, han cuestionado que pueda calificarse de genocidio cuando no todas las muertes que se originaron obedecieron a un plan sistemático de exterminio. Sin embargo, la historia sí da cuenta de las acciones de ocupación forzosa y esclavitud que los españoles desplegaron por todo el continente.
Es cierto, también, que gran parte de las muertes de los nativos americanos se produjeron sin que los europeos tuvieran que utilizar sus armas. Es que apenas descendieron de sus barcos, los españoles se convirtieron en agentes transmisores de todo tipo de enfermedades hasta el momento desconocidas para las culturas prehispánicas.
El primer registro de eso estuvo a cargo del español fray Bartolomé de las Casas, que describió en sus escritos cómo la viruela llegó a la isla de Santo Domingo a finales de 1518. Mientras los españoles lograron sortearla con mayor suerte, casi la mitad de los indígenas de la zona murió al no estar preparada inmunológicamente para afrontar la enfermedad.
La historia de la caída de Tenochtitlan es otro de los ejemplos más claros de este fenómeno. La capital del Imperio Mexica había logrado resistir a los embates de las tropas del español Hernán Cortez pero, al desatarse la viruela entre los indígenas, el poder militar de los defensores decreció, permitiendo el avance de los invasores. Según historiadores, entre 2 a 3,5 millones de indígenas murieron por la viruela en Tenochtitlan.
Con la viruela también aparecieron otras enfermedades como la gripe, el tifus o el sarampión, conocidas por los europeos pero que tomaron por sorpresa a los americanos, cuya medicina no podía dar respuestas eficaces a esos males.
El impacto de la muerte masiva de indígenas fue tal que, según consignó un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Leeds y la University College London en 2019, la cantidad de predios de cultivo —fundamentalmente de maíz, cacao y otros frutos— abandonados como consecuencia de la muerte de habitantes nativos provocó un descenso brusco en la emisión de gases del efecto invernadero entre 1500 y 1600.