Carabineros se ha acostumbrado a faltar a la verdad, desde la operación Huracán, pasando por el lamentable asesinato de Camilo Catrillanca, que estuvo marcado por las mentiras del personal policial, hemos visto una seguidilla de hechos que muestran como los funcionarios manipulan los partes policiales y otros documentos públicos.
Luego que se conociera la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca en la comuna de Ercilla a manos del Comando Jungla de Carabineros, las autoridades policiales y regionales justificaron el actuar de la policía y apuntaron a que la víctima ya poseía antecedentes policiales previos, lo cual a juicio de la familia del mapuche no es cierto.
Las explicaciones que entregó el general director de Carabineros, Hermes Soto, señaló que el operativo se enmarca dentro de un delito común. como es el robo de automóviles desde una escuela de Ercilla, originándose la persecución que finalizó con el deceso del comunero.
Tal fue lo sucedido con el ataque que dejó ciego a Gustavo Gatica, donde el imputado Claudio Crespo Guzmán, primero manipulo su cámara, segundo, no era mencionado en ninguna de las primeras investigaciones internas de la institución, siendo este oficial encubierto por la cadena de mando.
Otro caso, de mentiras policiales quedo en evidencia por la Fiscalía al investigar el baleo de dos menores de edad y un joven por parte de un suboficial y dos cabos pertenecientes a la 55 comisaría de Pudahuel sur, los policías falsearon sus informes policiales para encubrir y justificar el baleo en cuestión.
En el caso del adolescente A.A. lanzado al Mapocho por un carabinero, la institución le mintió a la opinión pública desde el primer momento, pues fue un teniente coronel Rodrigo soto -hijo de un violador de los derechos humanos condenado por secuestros en 1974)- quien en forma enfática señaló públicamente que carabineros no estaba involucrado en el hecho, a las horas, el mismo oficial señala que el joven no había sido tomado de los pies.
Luego en la formalización la Fiscalía deja en evidencia un cúmulo de mentiras que busco establecer la policía con el fin de encubrir el empujón al adolescente. Ahora buscando e intentando jugar al empate tratan de justificar el empujón porque el joven según sus fuentes estaba cometiendo delitos, (acaso el estar haciendo desordenes públicos justifica ser empujado de manera dolosa desde un puente de 7 metros de altura), bajo esa lógica, nos preguntamos ¿los manifestante deben ser lanzados al río por lanzar una piedra o golpear un vehículo blindado?, vehículo que además, ha causado tanto daño. Hoy la institución señala que el adolescente A.A. se encuentra ahora en calidad de detenido.
Estos hechos dan cuenta de la existencia al interior de la policía uniformada de una cultura institucional de mentiras, amparadas por el mando, que busca encubrir las violaciones a los derechos humanos que cometen sus funcionarios llegando a la gravedad de falsificar instrumento público con ese fin.
Esta racionalidad al interior de la policía hace necesaria y de suma urgencia llevar adelante una reestructuración total de la institución, (no una reforma, para dejar todo igual) pues, ya que no son casos aislados como en su momento quiso justificar el general Rozas, para esto y como primera señal la destitución de Rozas y todo el alto mando, es lo político y éticamente lo correcto, pasando a quedar la institución bajo mando civil y debiendo existir escalafón único, que los “mejores” lleguen a ser generales no solo por origen de clase como se da hoy en día.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
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