SANTIAGO – En un foro moderado por el prof. Carlos Ossa; Diana Torres, directora de Radio JGM; Matías Marín, estudiante de Periodismo y fundador del círculo de estudiantes con VIH; Elizabeth Neira, artista visual de Valparaíso; y Ana Harcha, directora de creación de la Facultad de Artes de la U. de Chile, conversaron sobre las nuevas relaciones con el poder, la calle y los medios en el último año.
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A un año del inicio de las movilizaciones sociales del 18 de octubre de 2019, hoy se realizó el foro triestamental “La revuelta nació en Octubre, ¿Cuál es el Chile que queremos cambiar?”, organizado por la dirección de Investigación y la dirección de Extensión y Comunicaciones del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, que fue transmitido por YouTube y Facebook Live.
“Hace un año que más de un millón de personas manifestaron en las calles su malestar con la desigualdad y su desconfianza con las autoridades políticas. Ello, en un contexto de descrédito hacia las Fuerzas Armadas, Carabineros, instituciones de gobierno, el Poder Judicial y los medios tradicionales”, expresó al inicio de esta instancia la profesora Loreto Rebolledo, directora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, ICEI.
Junto a esto, añadió que “desde nuestro lugar de la comunicación es un deber aportar a la discusión del Chile que se quiere construir, especialmente ad-portas del plebiscito constitucional del próximo 25 de octubre, consecuencia de la lucha de las personas por un mayor respeto a los derechos humanos y a una mejor democracia”.
Para Carlos Ossa, académico, director de Investigación del ICEI y moderador del encuentro, este es un momento significativo en torno a la toma de decisiones sobre nuestras vidas y las generaciones que vienen. “Estamos en una encrucijada porque las decisiones que se adopten nos obligan a ser responsables de otro país, uno donde las miserias, las desigualdades, las colusiones, las explotaciones y los abusos no van a ser erradicados de sopetón. Las instituciones serán las que den respuestas efectivas para que estos hechos disminuyan en el tiempo y los cambios sean evidentes”, indicó.
En ese contexto, Ossa planteó la pregunta sobre el significado de esta revuelta. Según Elizabeth Neira, licenciada en comunicación social, escritora, artista, productora y coordinadora del proyecto casacción en Valparaíso, una forma de entender este proceso es a través del concepto aymara del Pachacuti, relativo a un tiempo de muerte y cambio civilizatorio. “Lo que está abajo empieza a fraguar una cantidad de energía enorme y lo que está arriba cae por el peso de su propia descomposición. En esa línea, hay un cambio en el polo de poderes y más allá de una resolución, un reordenamiento. Las personas ya no esperamos que un gobierno nos represente y nos empezamos a relacionar de otra manera. Se han roto relaciones sociales, pero se han recompuesto otras”.
De acuerdo con Ana Harcha, académica del Departamento de Teatro, directora de Creación Artística de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, performer, investigadora y creadora escénica, la supuesta depresión que caracterizaba a la sociedad chilena era el capitalismo, en referencia a una de las tantas frases que se visibilizaron en el espacio donde habita, el Barrio Yungay. “Sin embargo, los cuerpos y las cuerpas movilizadas en las calles no estaban deprimidas, sino que estaban manifestando una fuerza anarquista contra el orden. No somos solo seres que comemos, consumimos y nos endeudamos, sino que también producimos el mundo. No estamos únicamente reproduciendo en el orden que el mundo supuestamente nos da”.
Diana Torres, periodista, funcionaria del ICEI y directora de la Radio Juan Gómez Millas, medio que transmitió desde la sede de la FECH durante las dos primeras semanas de las movilizaciones, sostuvo que no hay ni hubo estallido social, sino que revuelta social. “El estallido social es un concepto que se impuso desde los medios hegemónicos, acordado con el Ministerio del Interior y su exministro, Andrés Chadwick, para ver los posibles lineamientos de la cobertura frente a los hechos”, precisó.
“Desde los medios comunitarios, alternativos y la red de medios de los pueblos decimos que el estallido fue el inicio de la revuelta social. Es un cambio de paradigma, donde tensionamos el cuerpo desde el espacio público. Para nosotros como medios de comunicación fue una experiencia fortalecedora porque vivimos el momento desde la calle. Entregábamos la información como la vivíamos, cómo la gente la quería escuchar, sin los filtros de los grandes medios”, añadió.
Matías Marín, estudiante de cuarto año de Periodismo del ICEI, fundador del Círculo de estudiantes viviendo con VIH y coordinador de comunicaciones de la Red de Jóvenes y Adolescentes Positivos de Latinoamérica y el Caribe, afirmó en la conversación que el 18 de Octubre de 2019 fue el punto de quiebre y de partida de un cambio en la sociedad chilena a partir de sucesos que venían arrastrándose de años, como el movimiento feminista de 2018 o el estudiantil de 2011.“Los jóvenes hemos crecido en una sociedad despolitizada y con la eterna promesa de la alegría que nunca llegó. Por eso esta revuelta lo es en muchos ámbitos y también es una revuelta sexual. La Dictadura nos dejó un enorme vacío sobre conocimientos de sexualidad y las disidencias tienen voces y demandas que necesitan ser escuchadas”, apuntó.
El país en el que queremos vivir
La segunda parte del foro estuvo orientada a discutir acerca de las condiciones necesarias para construir un nuevo Chile, en el que las personas puedan relacionarse no mediante el acceso, sino a través de la participación para construir idearios que recojan a distintos actores de la sociedad, según planteó el profesor Ossa.
“Hay una herencia colonial profunda, donde la elite se percibe como la sostenedora del ser y todos los demás, indígenas o mestizos, estaríamos en el no ser, es decir, somos seres carentes de derechos. Solo la elite puede representarse en la publicidad y comprar obras de arte. Por lo tanto, en la revuelta hay una constante demanda por identidad, lo que nos replantea nuevas formas de liderazgo. La gente ya no cree en las instituciones y sus normas”, opinó Elizabeth Neira.
Para Diana Torres, construir un nuevo país implica reconocerlo en su diversidad y que en el caso de las comunicaciones se garantice pluralismo informativo y la desconcentración de los medios. “Los dueños del país son los dueños de la información. En el momento actual vemos que la información es manipulada, como ocurrió en el caso Huracán donde Canal 13, de Andrónico Luskic, emitió un reportaje cuyo contenido resultó ser un montaje. Y el 18 de Octubre hubo un despertar en el que las personas se dieron cuenta que los medios tradicionales desinformaban, haciéndose necesario buscar la pauta alternativa”.
Matías Marín hizo hincapié en las movilizaciones por hambre en varias comunas de Santiago en medio de la cuarentena por la pandemia del Covid-19. “No podemos aceptar eso en un nuevo Chile. La situación actual obliga que el Estado tome un rol más activo. En salud debe tomar una perspectiva integral y un enfoque preventivo para que las listas de espera en los hospitales se acaben. Y en los cabildos que organizamos para seropositivo llegamos a la conclusión de que para cambiar nuestro país es importante que las personas se involucren en la acción política”.
Finalmente, Ana Harcha resaltó que a la revuelta de octubre no hay que pedirle resultados concretos, pero si la Constitución cambia será un enorme logro que debe garantizar derechos colectivos que en la carta magna de hoy son casi inexistentes. “Todo es privado, subsidiado. Todo se expropia. Tú puedes acceder a cosas, pero no participar de ellas. Esta revuelta incentivó la participación, a que las personas se tomaran las calles y sus paredes gritaran las verdades colectivas que antes estaban silenciadas”, concluyó.