Lo que viven miles de niñas y niños venezolanos víctimas de explotación sexual en Colombia, es «para ponerse a llorar», sostiene a la ONU la colombiana Mayerlín Vergara, ganadora del Premio Nansen, vinculado a causas con población refugiada. Ahora, la organización llama a la comunidad internacional a tomar medidas en el asunto.
La docente y psicoorientadora Mayerlín Vergara, ganadora del Premio Nansen 2020, el más alto galardón del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), denunció a la ONU una de las problemáticas que la organización ha calificado como «aterradora»: la situación que miles de niños y niñas venezolanas víctimas de explotación sexual viven en Colombia.
Estos se suman a los cerca de 35.000 niños que son explotados sexualmente en Colombia, de los que un 45% son menores de 11 años, según estima la ONG Children Change. Por este motivo Vergara ha instado a las autoridades colombianas, así como a la comunidad internacional a tomar medidas en el asunto. Como coordinadora regional de la Fundación Renacer —que ha asistido a más de 22.000 niños, niñas y adolescentes sobrevivientes de la trata y de otros tipos de violencia sexual y de género— del departamento de La Guajira (norte colombiano) Vergara conoció la situación que a diario atraviesan los infantes migrantes en su país.
«Lo que vimos aquí en La Guajira con los niños y niñas, principalmente con los refugiados y migrantes, era para ponerse a llorar. Una situación deplorable. No solo físicamente hablando, no solo porque no tenían dónde dormir, o donde vivir, o qué comer, sino era la desesperanza en sus ojitos, esos rostros tan apagados, esa tristeza tan profunda”, relató a la ONU.
A raíz de esto, en 2019 Vergara abrió un hogar para menores en el municipio colombiano de Riohacha, en la frontera oriental con Venezuela. «Escuchar a las niñas decir que no quieren vivir, que no quieren abrir sus ojitos en la mañana porque ya no tiene sentido la vida. Verlas intentar suicidarse, tener estrés postraumático, cuadros depresivos tan profundos, es lo más duro que yo he visto en toda mi historia y mi trayectoria en la Fundación Renacer», confesó.
Desde su apertura, allí se han atentido a más de 75 sobrevivientes de violencia sexual, algunas de solo 7 años. La mayoría, según contó, son halladas trabajando en bares, burdeles, hogares abusivos y las calles colombianas.
«Hay adolescentes de 12, 14 años que uno creería que una muñeca no les va a emocionar, y les llevamos una muñeca a las niñas pequeñas y ellas terminan llorando porque también querían una. Es una cuestión de vulnerabilidad, es haberles negado la posibilidad de ser niños y ser niñas, y en el hogar ellos pueden hacer eso, gritar, jugar y saltar, sin miedo a ser juzgados o cuestionados», subrayó.
¿De dónde vienen las víctimas?
Actualmente en Colombia viven alrededor de 1,7 millones de venezolanos. Los más pequeños, a menudo son captados por organizaciones criminales que se dedican a insertarlos en redes de trata y explotación sexual. Vergara asegura que las situaciones de amenaza en estos casos son habituales. Algunas de las víctimas más comunes son las jóvenes y niñas que migran solas desde Venezuela y que, una vez en las calles, son alcanzadas por proxenetas y explotadores.»Hay niñas y niños que han venido solitos. Es decir, se vienen grupitos, se viene la amiga, la prima, la prima un poquito más grandecita, una de 19 con otra de 17 con otra de 15 y con otro de 5. Incluso nos hemos encontrado niñas que vienen con la vecina porque la mamá las mandó porque era mejor que estuvieran acá, y que no estuvieran pasando hambre allá. Entonces hay como una diversidad de situaciones», explica.
Otras, en cambio, son traídas desde su país por estos delincuentes y trasladadas al norte colombiano. «Hay niñas que han sido encerradas en casas de pueblos más pequeños con una proxeneta cobrando y los explotadores entrando. Yo creo que por eso tienen tanto daño, no solamente emocional, sino todas las afectaciones mentales, porque un cuerpo tan chiquito no puede aguantar tanto», señala.
«Por eso para mí son doblemente valientes, porque soportan todo ese doble impacto de la migración, de dejar su casa, su familia, su escuela, su colegio, pero también todo el impacto de la violencia sexual y de sentirse tan vulnerables y aquí, en un lugar que ni siquiera es su territorio y su país», evalúa.
En búsqueda de un cambio
«Yo diría que tenemos que reaccionar, que esto no puede seguir siendo parte del día a día. Es muy triste ver las estadísticas y ver que cerca del 90% de los delitos sexuales en general son cometidos contra mujeres y contra niños y niñas. No es posible que este delito haya sido creado para atentar contra la vida de los niños y de las niñas», alertó.
En una entrevista que dio al diario colombiano El Espectador, se mencionan dos medidas legislativas que el país adoptó con el fin de brindar mayor protección a las poblaciones infantes a los fines de protegerlos de la explotación sexual.
Gracias Mayerlin Vergara🇨🇴por darle una nueva vida a nuestros niños #PremioNansen2020 nos enorgullece su decisión y ayuda🙏@ACNURamericas #ColombianosEnElExterior 🇨🇴 https://t.co/TAK2yGdrlT
— Gloria A Rodriguez (@Gloriamiraista) October 19, 2020
Por un lado, la pena mínima obligatoria de 14 años de prisión para todo aquel que facilite o promueva la explotación sexual de menores, y también la Ley 1.336, que establece el delito de proxenetismo, castiga la tenencia de pornografía infantil, y establece códigos de conducta obligatorios para el personal hotelero y empresarial para evitar la promoción de explotación sexual en sus establecimientos.
Vergara resaltó la educación sexual como un elemento central a la hora de evitar este tipo de situaciones, así como también destacó la necesidad de políticas públicas que apuesten a informar a la población sobre esta problemática, con el fin de que cualquiera pueda aprender a identificar un posible caso, ya que estos ocurren «en todas las ciudades del país», concluyó.