Israel desarrolló un test para detectar la presencia de coronavirus con una gran precisión, pero en un momento dado la prueba empezó a dar resultados erróneos. Una investigación de este caso llevó a dar con un culpable inesperado: varillas vaginales.
Según el parlamentario israelí Andréi Kozhinov, del partido laicista y del centro Yesh Atid (oposición), este hecho se dio a conocer durante una reunión en la que se presentaron distintos desarrollos en el ámbito de pruebas rápidas del COVID-19. En particular, el presidente de una asociación especializada en altas tecnologías, Zvi Marom, comunicó que su empresa desarrolló una prueba basada en cuatro genes.
«Es muy precisa, ahora la vendemos a los aeropuertos en el extranjero. Utiliza un aplicador —la misma varilla con un trozo de algodón— para tomar el material en la garganta. Se parece a una prueba de estreptococo», declaró el experto citado por el político.
Marom recordó que la doctora y funcionaria del Ministerio de Salud de Israel, Siegal Sadetzki, insistió en que los médicos deberían tomar el material biológico con tres aplicadores distintos de cada fosa nasal y de la garganta. Esta manera de hacer pruebas condujo, según el experto, a una escasez de kits a comienzos de la expansión de la pandemia.
Un día trajeron un gran lote de «aplicadores» que acabó siendo inadecuado y los resultados dejaron de ser precisos. Sin embargo, vista la ausencia de alternativas, continuaron utilizando estos kits, hasta que uno de los especialistas decidió revisarlos a fondo. Resultó que estos aplicadores «eran vaginales», no adecuados para tomar material de la garganta o de las fosas nasales, señaló en su discurso Marom.
«Cuanto más trabajo en comisiones de la Knesset (Parlamento), más dudas tengo: si reírme a carcajadas o llorar al tener conciencia de los factores que afectan a toda la lucha contra el coronavirus», comentó con ironía el parlamentario israelí.