El primer debate electoral entre el presidente de EEUU, Donald Trump, y su rival demócrata Joe Biden, estuvo marcado por un bajo nivel argumentativo, constantes interrupciones por ambos contendientes, así como una serie de falacias y ataques personales de lado y lado, ¿podría esto ser un síntoma de la decadencia de la democracia norteamericana?
Donald Trump ha sido un fenómeno mediático único en EEUU, llegó a la Casa Blanca con la bandera de ser un exitoso empresario y no haber ejercido un cargo público, sin embargo, se le cuestionó directamente, incluso por el moderador Chris Wallace, sobre su declaración de impuestos sobre la renta de 750 dólares en el año 2016 y su respuesta fue ambigua, cuando menos.
Así se vio un presidente bastante errático al ser interpelado por la gestión de la pandemia del COVID-19, cosa que a nadie sorprendió: impulsivo, sin mínimas normas del buen hablante y del buen oyente, llevando al monólogo el debate, dando mucho que decir de su nivel cultural e incluso de su nivel político; no es un neófito, tiene 47 meses en el cargo cómo él mismo señaló.
I did more in 47 months as President than Joe Biden did in 47 years! pic.twitter.com/Qa7U3pKxtE
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 30, 2020
Por otra parte percibimos a un Joe Biden, que pareciera que en 50 años de carrera política era la primera vez que debatía, tartamudeando al principio, dejándose imponer el ritmo de Donald Trump, se dejaba interrumpir y no podía terminar uno solo de sus argumentos, no se podía entender muchas veces lo que estaban discutiendo, en verdad muy mal para un senador y dos veces vicepresidente.
Luego en el desarrollo del debate, mejoró un poco Joe Biden al dirigirse a los ciudadanos norteamericanos, sobre todo se anotó un éxito al referirse a las familias que habían perdido a algún ser querido a causa de la pandemia, momento estelar del mediocre evento, no obstante la falta de recursos de oratoria, de retórica, de elocuencia no son el común denominador de un exvicepresidente graduado en historia, ciencias políticas y leyes, aparte de 47 años en los pasillos de Washington.
Ambos candidatos son simplemente terribles, no obstante, las encuestas favorecen a Biden a nivel nacional, tiene menos rechazo que Hillary Clinton entre los votantes blancos y sin estudios, esto lo hace un poco más atractivo a esa clase obrera muy golpeada por la globalización y la migración de empresas a China y México, circunstancia que nuevamente será preponderante entre los votantes de Michigan, Pensilvania y Wisconsin.
Por otra parte, para ser objetivos, si no es por la pandemia, simplemente hubiese arrasado Donald Trump a un Joe Biden sin ningún mérito propio, la caída del PIB, así como el desempleo provocado por la crisis, las tensiones raciales, están revocando un mandato, no está ganando una elección el candidato demócrata, están los americanos revocando a un alto funcionario, que tiene una sociedad profundamente polarizada y unos índices de rechazo que le están jugando en contra.
Ya Trump no es algo novedoso, cansa al americano de a pie que quiere soluciones a sus problemas, quisieran volver al político común que manejaba el país como una pieza fundamental en el engranaje económico mundial, no como un autárquico decimonónico, ese discurso de querer involucrar a Biden con la izquierda radical, no está funcionando.
Por otra parte, al ser prácticamente un referéndum revocatorio a una gestión y un estilo de gobernar sui generis, tiene hasta ahora la delantera el candidato demócrata, está ganado sin hacer nada, no hace concentraciones multitudinarias por el tema del coronavirus (según), sin embargo, la contraparte le esgrimió que nadie iría a uno de sus mítines, ya sabemos que por elocuente no es.
Por último, lo más bochornoso de esta suerte de discusión de bar, fue el hecho de no aceptar explícitamente los resultados de una revocatoria, me recordó mucho a un opositor venezolano Henrique Capriles Radoski, ojalá que el día 3 de noviembre en la noche, el caprichoso magnate no mande descargar su ‘frustración’ a sus seguidores, podría perder mucho más que un puesto de presidente, está en juego la misma Unión Americana.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN Y LOS TEXTOS ESTÁN AUTOEDITADOS POR LOS PROPIOS BLOGUEROS
Por Jesús Millán Alejos – Abogado Egresado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Magister en Relaciones Internacionales egresado del Instituto de Altos Estudios de la Defensa Nacional (IAEDEN-Venezuela). Analista Internacional, investigador. Experto en Política Exterior Venezolana.