Interpol advierte que la vacuna del coronavirus puede ser el próximo objetivo del crimen organizado. El cuerpo policial espera que las fuerzas de seguridad de los distintos países europeos se preparen para proteger instalaciones de producción y centros logísticos, además de vigilar las posibles vacunas falsas que aparezcan.
La vacuna del coronavirus va tomando forma. Nombres como Pfizer, Astrazeneca, Moderna o Sputnik V se repiten y sus creadores ofrecen datos sobre su eficacia, por lo general, sobre el 90%. Se espera que para diciembre comiencen a llegar las dosis a los distintos países. Entre ese mes y principios de 2021 se llevarán a cabo las campañas de vacunación. En el caso de España, el 24 de noviembre se desvelarán los detalles sobre la administración de la inyección a su población.
Poco a poco asoma la luz al final del túnel. Sin embargo, la Interpol advierte que la importancia de la vacuna hace que esta pueda convertirse en objeto de deseo para el crimen organizado. «Oro líquido para las bandas criminales» son las palabras que utiliza la Policía Judicial Europea para referirse a la solución de la pandemia.
«La alta demanda combinada con un suministro limitado va a hacer que las vacunas COVID-19 sean el equivalente al oro líquido para las redes del crimen organizado tan pronto como las primeras partidas estén disponibles», asegura el cuerpo policial en un informe al que ha tenido acceso la Cadena SER.
Motivo por el que Interpol pide al conjunto de policías europeas establecer mecanismos y dispositivos de control en los centros de producción y distribución de las vacunas. «Es probable que las redes delictivas se dirijan a las instalaciones de almacenamiento y a las redes de distribución», reza el documento.
Además, incide en la posibilidad de que se creen vacunas falsas, a lo que tendrán que estar atentas las policías del continente europeo. Y es que, desde el inicio de la pandemia en marzo, se han incautado en el mercado todo tipo de productos falsos o falsificados para luchar contra el coronavirus. Desde mascarillas quirúrgicas, guantes y gel hidroalcohólico hasta medicamentos, fármacos y pruebas de detección de la enfermedad. Ninguno de ellos cumplía con los estándares mínimos que garantizan la salud pública.