SANTIAGO — En 2016, unos jóvenes de clase alta en Chile organizaron una fiesta en una casa en el sector oriente de Santiago e invitaron a decenas de personas.
Cuando los invitados comenzaron a llegar, notaron algo extraño. Al ingresar, debían anotarse en una lista, entregar su identificación y estampar su huella digital, pero muchos lo hicieron porque había comida, música y bebida gratis. Sin embargo, ahí estaba la trampa, pues era una artimaña para que los jóvenes ingresaran a militar al partido de centroderecha Ciudadanos.
Estas situaciones irregulares se repetían en todo el espectro político, donde personas que firmaban en la calle para criticar la caza de ballenas o para rechazar proyectos hidroeléctricos aparecían después inscritos en un partido con el que ni siquiera comulgaban.
Tan recurrente era la práctica, que en 2017 el Servicio Electoral decidió cortar por lo sano y realizó un proceso denominado refichaje, obligando a todos los partidos a certificar que cada uno de sus militantes estuviera por su voluntad y quisiera seguir participando. Tanta era la desafección a las tiendas políticas, que no todos quisieron ir a reficharse y seis partidos fueron disueltos.
Dos años después, en octubre de 2019, empezó el proceso de crisis denominado «estallido social» en el país, generando una nueva ola de desafección, pero ahora mucho más importante.
En total, 36.330 personas se desafiliaron de partidos políticos entre octubre del año pasado y el mismo mes de 2020, siendo la fuga de militantes más importante en la última década, pero ¿cuáles son las razones?
Sin renovación y a espaldas de las bases
Actualmente hay 889.219 personas militando en alguno de los 26 partidos oficiales del país, una lista que anteriormente engrosaba Felipe Henríquez, director del medio independiente El Universal, antes de renunciar al partido de centroizquierda Revolución Democrática, perteneciente al bloque Frente Amplio, en noviembre del año pasado.
Henríquez explicó que su antigua tienda política, la que incluso ayudó a formar desde sus inicios, venía mostrando vicios de falta de democracia en la toma interna de decisiones, situación que quedó de manifiesto tras el estallido social.
En noviembre del año pasado, las principales fuerzas políticas del país, incluida Revolución Democrática, llegaron a un acuerdo para cambiar la Constitución y así descomprimir la crisis social que afectaba al presidente Sebastián Piñera.
«Este acuerdo se hizo sin consultar a los militantes. Fue una decisión tomada secretamente por la dirigencia en ‘la cocina'», afirmó Henríquez, haciendo alusión al término utilizado en Chile para referirse a las conversaciones políticas a puertas cerradas.
«Mi desafección pasa por la promesa con que nació Revolución Democrática, que en su génesis prometía ser una política distinta, fuera de las malas prácticas, pero con el tiempo y, finalmente con el estallido social, nos dimos cuenta de que no era así. Yo renuncié justo después de que el partido participara de la cocina del acuerdo constitucional», contó.
Por último, Henríquez confesó que en el futuro le gustaría militar, pero que lo pensaría dos veces antes de dejar todo por el partido. «Con Revolución Democrática me la jugué. Ayudé en las campañas, hice difusión, pero el partido no me retribuyó. Espero poder encontrar otra casa, porque hoy soy un «guacho» político».
Revolución Democrática (centroizquierda) fue el partido que más perdió militantes (5.124) con el estallido social, junto al partido Unión Demócrata Independiente (derecha), del que se fueron 4.249 personas, y el Partido Socialista (centroizquierda), del que se retiraron 4.076.
Leandro Kunstmann es concejal en la ciudad de Valdivia, en el sur de Chile. Durante 10 años militó en la Unión Demócrata Independiente, partido oficialista de derecha, afiliación a la que puso fin este año.
Kunstmann comentó a Sputnik que, al igual que muchos, tenía la esperanza que tras este nuevo proceso social los partidos políticos renovaran sus viejos estandartes en busca de nuevos rostros que pudieran asumir cargos de importancia. Eso, hasta que se enteró de que su partido apoyaría la candidatura del exministro Pablo Longueira a la Convención Constituyente el próximo año, un político que viene ocupando cargos de autoridad desde los años 80″ en el país.
Tras la noticia, el concejal no dudó en desafiliarse.
«Los partidos atrincheraron sus liderazgos y no permiten la renovación. Es más, si alguien nuevo manifiesta una intención de ser candidato a algo, se le ataca muy fuertemente, ataques que vienen de sus propios compañeros», dijo.
Asimismo, afirmó que «los partidos están desconectados de la realidad, y no solo la derecha, sino que es algo transversal. Yo, que soy conservador y que estaba en desacuerdo con gran parte de las cosas que pasaron durante octubre del año pasado (estallido social), pude entender que hay demandas sociales que no han tenido respuesta, y que los partidos no escuchan».
No obstante, el presidente del Servicio Electoral, Patricio Santamaría, ve el vaso medio lleno. «Cabe señalar que este también ha sido uno de los tiempos en que ha habido más cantidad de iniciativas para formar nuevos partidos», dijo en entrevista con el diario El Mercurio. Bien podría ser este un proceso de renovación, más que desafección política per se.
Francisco Bravo Atias – Corresponsal en Chile de Sputnik desde 2017. Anteriormente trabajó en los diarios La Segunda y El Mercurio. Graduado de periodismo de la Universidad Diego Portales de Chile.