A principios de 2021 la Royal Navy desplegará por primera vez en décadas un grupo de portaaviones en Asia Pacífico, en el marco de ejercicios conjuntos con EEUU y Japón, como parte del «pivot hacia Asia» del Pentágono.
En forma simultánea, se supo que el novísimo portaviones británico HMS Prince of Wales sufrió una inundación por la explosión de una tubería en el sistema de extinción de incendios, que inundó la sala de máquinas y los armarios eléctricos, de modo que la reparación del daño durará varios meses y «los costes ascenderán a millones».
El buque con un valor de 5.000 millones de dólares, que entró en servicio en diciembre de 2019, tenía que participar en las maniobras conjuntas con EEUU, sin embargo se quedará varado en Portsmouth hasta la primavera por motivos de seguridad.
Se trata apenas del último de una serie de traspiés de la Marina británica que naufraga entre los cada vez mayores costos de sus programas y un presupuesto de Defensa que supera sus posibilidades, al punto que algunas voces proponen «arrendar el Prince of Wales en vez de operarlo».
La inundación en el portaaviones dañó el sistema de propulsión eléctrica de alto voltaje, compuesto por dos alternadores de turbina de gas Rolls Royce Marine y cuatro motores diesel que representan la parte más costosa del barco. En las maniobras que debió suspender, habría cazas de quinta generación F-35B con capacidad de aterrizaje vertical, que se consideraban de vital importancia en el despliegue para contener a China.
El informe de MilitaryWatch destaca que «los peligros del sistema de propulsión eléctrica de alto voltaje harán que el control de daños sea mucho más complicado y potencialmente peligroso». De hecho, en poco menos de un año el HMS Prince of Wales ha sufrido dos inundaciones, la primera en mayo de 2020. Pero el otro portaaviones de la marina británica, el Queen Elizabeth, también sufrió una inundación en julio de 2019.
«Estos problemas representan una tendencia más amplia en la flota de superficie de la Royal Navy, con destructores y buques anfibios que también sufren bajas tasas de disponibilidad y una serie de problemas de rendimiento», informa la publicación.
En efecto, la Royal Navy ya no tiene la capacidad de otros tiempos, como lo demuestra el incidente de julio de 2019 con Irán. El Reino Unido incautó por la fuerza un petrolero iraní en el Estrecho de Gibraltar. Teherán respondió desplegando su Cuerpo de la Guardia Revolucionaria para apoderarse de un petrolero de bandera británica en el Estrecho de Ormuz.
Londres amenazó con una mayor presencia militar en el Golfo Pérsico para presionar a Irán, desde que en 2018 adquirió una nueva base naval en Bahrein, cerca de la costa iraní.
«Sin embargo, el estado actual y las capacidades de la Royal Navy británica dejan mucho que desear, lo que pone en tela de juicio su capacidad para ejercer presión contra Irán», estiman los analistas.
Lo cierto es que la flota de guerra del Reino Unido ha perdido capacidad de despliegue y confiabilidad. Hacia el fin de la Guerra Fría contaba con cuatro portaaviones, 13 destructores y 47 fragatas, mientras hoy tiene un solo portaaviones, seis destructores y 13 fragatas. Pero sus principales naves, como los destructores, están siendo superados por los de China y EEUU.
Un punto débil son los motores Rolls Royce Diesel, que según expertos «se degradan catastróficamente» en climas cálidos como los que se encuentran en el Estrecho de Ormuz o en las aguas del Mar del Sur de China. Lo más grave, empero, es que una pequeña flota de sólo seis destructores, ridícula para quien se pretende potencia naval global, equivale al mismo número de destructores que China agrega a su flota cada año.
El mayor problema es que «los requisitos de mantenimiento de los destructores y la poca confiabilidad significan que solo dos o tres buques de guerra están activos al mismo tiempo». Evidentemente, esto contrasta con la capacidad de China de botar los más modernos buques de guerra.
En efecto, el Dragón está modificando la relación de fuerzas en el Pacífico gracias a los destructores Tipo 055, «los destructores más capaces en servicio en cualquier parte del mundo, que despliegan la suite de armamentos más grande y posiblemente la más sofisticada del mundo».
La situación de la Royal Navy es grave, ya que la vetustez de su flota hace más costosas las reparaciones y el mantenimiento, lo que a su vez agrava la situación económica. En la medida en que la economía de la isla no tiene signos de mejora, atrapada ahora con las consecuencias del Brexit, el austero presupuesto de Defensa llevará a que la flota siga disminuyendo indefinidamente.
El editor de la revista Warships, IainBallantyne, citado por MilitaryWatch, asegura que la flota británica es demasiado antigua: «Los barcos viejos son más costosos y se averían con más frecuencia. Con el ascenso de Rusia y China, la inestabilidad en el Golfo y las demandas de las Malvinas y los otros Territorios Británicos de Ultramar, y con la Armada en la mitad del tamaño respecto a 1991, Gran Bretaña enfrenta una tormenta perfecta».
Ante este panorama, cabe preguntarse las razones por las cuales Londres se empeña en mostrar agresividad hacia China, Rusia e Irán, siguiendo una política de sumisión a los intereses de Washington que no la beneficia. Meses atrás decidió impedir el despliegue de las redes 5G en su territorio, lo que perjudica incluso su desarrollo futuro en la red.
Mientras en el Reino Unido aún hay quienes preconizan el retorno a la diplomacia de las «cañoneras» contra China, éstos no pueden tomar en serio tal arrogancia que desde la páginas de Global Times califica de «racismo neoimperialista».
El diario chino va mucho más lejos y sostiene que «la actual Royal Navy desvencijada tiene repetidos problemas de entrenamiento y equipamiento» y se pregunta si «alguna mente militar racional piensa que esta flota de cubos de óxido puede amenazar militarmente a China». Así es como ven en Asia a la otrora poderosa flota imperial.
Desde Occidente, Military Watch sostiene que «el estado actual de la Royal Navy significa que incluso las perspectivas de ejercer presión militar contra Irán, mediante una mayor presencia en el Golfo, siguen siendo muy dudosas».
Pero desde Asia, las cosas se observan de un modo menos diplomático: «El mundo ha cambiado. Pero no pueden admitirlo y aceptarlo. Occidente todavía se aferra al sueño de dominar el mundo. Es por eso que Occidente está rodando cuesta abajo a enorme velocidad».
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN
Por Raúl Zibechi – Periodista e investigador uruguayo, especialista en movimientos sociales, escribe para Brecha de Uruguay, Gara del País Vasco y La Jornada de México, autor de los libros ‘Descolonizar el pensamiento crítico’, ‘Preservar y compartir. Bienes comunes y movimientos sociales’ (con Michael Hardt), ‘Brasil Potencia. Entre la integración regional y un nuevo imperialismo’, entre otros.