Bolivia se llena de luces festivas, pese al rebrote de COVID-19 | Fotos

Toda la población boliviana se prepara para celebrar las fiestas más extrañas de los últimos tiempos, con familias reunidas en grupos reducidos y con barbijo, según recomendaciones del Ministerio de Salud.

Las principales ciudades de Bolivia se llenaron de luces y decorados navideños, a pesar de que en las calles no circula tanta gente como en las fiestas de años anteriores. El rebrote del coronavirus y la crisis económica colaboran en ello. Así vive Bolivia la Navidad en grupos reducidos y con barbijo.

La plaza Colón de Cochabamba
© SPUTNIK / SEBASTIÁN OCHOA
La plaza Colón de Cochabamba
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Todas las ciudades de Bolivia se llenaron de luces coloridas de Navidad, mientras la población se ajetrea por las últimas compras destinadas a celebrar esta noche. Miles de familias se trasladaron por las carreteras para llegar a casas de sus seres queridos, para tener algunas jornadas de tranquilidad luego de un 2020 muy difícil para mayoría de la población mundial.

Árboles, ventanas y postes están adornados, pero solamente se puede ver el esplendor navideño desde lejos, si se toma atención a las recomendaciones del Gobierno nacional. Esta Navidad y Año Nuevo serán recordadas como unas fiestas distópicas, para las cuales el Ministerio de Salud pidió reunirse en grupos de hasta 10 personas, todos con barbijo, y nada de besos ni abrazos.

La plaza principal de Cochabamba, la 14 de Septiembre
© SPUTNIK / SEBASTIÁN OCHOA
La plaza principal de Cochabamba, la 14 de Septiembre
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Y luego de brindar, lo más conveniente será irse a dormir, porque están prohibidas las fiestas enmarcadas en esta época del año.

«Se prohíbe la celebración de las fiestas con presencia masiva. No se prohíbe celebrar la Navidad o Año Nuevo, lo que pedimos es que la celebren con su familia nuclear. Esa es la recomendación del COED (Comité de Operaciones de Emergencia Departamental)», dijo en conferencia de prensa el gobernador de La Paz, Félix Patzi. Y remarcó que «no se va a ampliar el horario de circulación ni se van a autorizar las fiestas después de medianoche». En Cochabamba, Santa Cruz y las demás capitales departamentales tomaron la misma decisión.

Papa Noel manejando es en el paseo del Prado de Cochabamba
© SPUTNIK / SEBASTIÁN OCHOA
Papa Noel manejando es en el paseo del Prado de Cochabamba
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En las calles se evidencia menos circulación, en comparación con las fiestas de años anteriores. Una buena razón para quedarse en casa son los datos del Ministerio de Salud, que en su última medición, del 23 de diciembre, registró 1.005 nuevos contagios de coronavirus.

En Bolivia no se contaban tantos casos desde septiembre pasado, cuando comenzó a bajar la curva que en estos días nuevamente crece sin control.

Un shoping de Cochabamba, el Paseo Aranjuez, con algunos vecinos de este barrio de clase alta haciendo las últimas compras
© SPUTNIK / SEBASTIÁN OCHOA
Un shoping de Cochabamba, el Paseo Aranjuez, con algunos vecinos de este barrio de clase alta haciendo las últimas compras
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Las muestras de cariño desde lejos continuarán hasta que la mayor parte de la población esté inmunizada. En estos días, las vacunas anti-COVID-19 comenzaron a llegar a países como Argentina, Chile y México. Pero el Ministerio de Salud de Bolivia indicó que entre enero y febrero comenzarán la vacunación.

Ya se determinó que los primeros sitios a inocular son las ciudades de Santa Cruz y La Paz, que son las más grandes del país –con dos millones de habitantes cada una- y con las tasas de contagio más altas.

«El presidente (Luis Arce) ha señalado que no va a existir preferencia por unos o por otros. En esa línea, después de escuchar al gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, le ha señalado que se va a empezar (la vacunación) fundamentalmente por Santa Cruz, que es el departamento con mayor afectación en este segundo momento del COVID-19», dijo en conferencia de prensa el vocero presidencial, Jorge Richter.

«También, de forma inmediata, se van a iniciar las acciones que correspondan con el departamento de La Paz, que también empieza a tener índices preocupantes», agregó.

La tarde del 23 de diciembre, el presidente Arce se reunió con los nueve gobernadores y autoridades sanitarias, para definir un plan para la que -sin lugar a dudas- es la segunda ola de contagios en Bolivia. Allí, atendió a un reclamo de los trabajadores de salud, referido a la contratación del personal médico necesario para esta nueva etapa de la lucha contra el coronavirus.

«El presidente ha señalado que se proceda de forma inmediata a la contratación de la gente, para que estando cerca de fin de año podamos empezar la gestión 2021 con los profesionales y con la gente de medicina incorporada, de modo que tengamos el conjunto de medidas de lucha contra el COVID-19 los primeros días de enero en funcionamiento», dijo Richter.

La expresidenta de facto Jeanine Áñez (2019-2020) aprovechó las altas cifras del rebrote para envanecerse en la supuesta buena gestión que tuvo su Gobierno sobre la pandemia, cuya primera oleada cundió entre marzo y septiembre pasados.

«Controlar la pandemia no es fácil. En mi gestión lo logramos porque muchos pusieron de su parte. Ahora el Gobierno pierde el control de la pandemia. El Gobierno debe ir del dicho al hecho y la población volver a cuidarse como ya sabe hacerlo. La salud es lo primero», escribió en su cuenta de Twitter.

Bolivia cuenta con más de 150.000 contagiados por COVID-19 desde marzo pasado. En ese lapso, por esta enfermedad perdieron la vida más de 9.000 personas.

Inevitable paseo entre las luces

«Quería venir a ver las luces… Será porque las asocio con momentos felices de mi vida», dijo a Sputnik Lucio Márquez, quien es estudiante de Filosofía y está desempleado. La crisis económica acarreada por la pandemia hizo subir el índice de desocupación de Bolivia al 8,7%, cuando en 2019 era del 4,5%.

El paseo del Prado de Cochabamba resplandecía de colores. Ningún árbol se salvó de que lo enrollaran con luces navideñas estrambóticas. Decenas de vendedores vendían juguetes made in China a pila, con luces y sonidos chirriantes, pero al parecer encantadores para la infancia.

También daban vueltas por las avenidas los trencitos para niñas y niños, que iban junto a sus mamás y papás, además de Papa Noel, sus duendes y el Grinch, todos sin mantener la distancia social recomendada para evitar más contagios.

Andrea iba de la mano de su bebé Eduardo, de dos años, con un diminuto disfraz de Papá Noel. Ambos iban con barbijo, como la mitad de la gente que paseaba a sus hijitos entre las luces navideñas. «Sé que ya es peligroso salir, pero quería traerlo porque me hace recordar a los días lindos de mi niñez».

«Me relaja, me transmite tranquilidad y alegría. Es mi época preferida del año, a pesar de que no soy cristiana», aseguró.