LIMA (Sputnik) — Faltan casi tres meses y medio para que Perú elija un nuevo presidente y, entre 23 postulantes, el electorado está signado por un desinterés en los comicios, con tres candidatos que asoman apenas con posibilidades inconsistentes de llegar al poder.
En un sondeo de la empresa Ipsos realizado el 12 de diciembre, tres nombres aparecieron punteros en las preferencias: George Forsyth, del partido Restauración Nacional con 18%, Julio Guzmán del Partido Morado (centro) con 8%, y Verónika Mendoza de Juntos por el Perú (izquierda) con 7%.
El resto de la torta electoral está dividida en pequeñas candidaturas con preferencias muy menores, y en un buen porcentaje de indecisos y ciudadanos que van a votar en blanco o viciado: 28%.
Candidato mediático
Forsyth, por ahora el candidato con más fuerza, es un futbolista retirado y nuevo en política: fue alcalde del populoso distrito limeño de La Victoria entre 2019 y 2020, cargo al que renunció para tentar la presidencia. Sin embargo, el partido con el que postula y en el cual nunca militó antes, es de una tendencia política fluida, no determinada, como explica el analista y politólogo, Alejandro Godoy, para Sputnik.
«Forsyth es un rostro nuevo para buena parte de la ciudadanía, y la gente está buscando algo nuevo y además es un candidato al que le puedes poner cualquier tendencia. Progresista, considerando la gente con la que está yendo, o conservador considerando cómo en La Victoria ha liderado los operativos contra los vendedores ambulantes o por la seguridad ciudadana», explica Godoy, magíster en Ciencia Política por la Universidad Católica de Perú.
Forsyth logró cierta popularidad en Lima por su faceta pública como deportista y por enfrentar problemas «con mano fuerte» en el distrito de La Victoria, uno de los más importantes y problemáticos de la capital peruana; pero la agrupación por la cual postula es carente de ideología o siquiera de ideas claras de gestión, lo que en Perú se suele denominar como un «partido comodín».
A decir de Godoy, la «falta de contenido» de la candidatura de Forsyth lo lleva a ostentar un primer lugar en las encuestas que es «engañoso». Todo apuntaría a que, aupado apenas por su frágil fama mediática y por una gestión edil conocida sólo por los limeños, no lograría convencer al resto del país y menos convencer a un electorado cuando éste exija propuestas concretas de gobierno.
En todo caso, los candidatos más interesantes, por el momento serían Julio Guzmán y Verónika Mendoza. El primero, fundador del Partido Morado y con una clara tendencia de centro progresista, es el que más ha sabido capitalizar el escenario de inestabilidad política que llevó a que, en noviembre pasado, Perú tenga tres presidentes producto de una crisis entre el Ejecutivo y Legislativo.
Futuro incierto
En la crisis política, el Partido Morado fue la única bancada en el Congreso legislativo que votó en bloque en contra de la impopular destitución del expresidente, Martín Vizcarra (2018-2020), algo que ha fortalecido la candidatura de Guzmán y elevado la simpatía por su agrupación.
Por otro lado, Verónika Mendoza es la cara de la izquierda más organizada. Sus propuestas políticas, más allá de si son o no convenientes, son claras, además de ser una mujer joven que puede ser percibida como un «rostro nuevo» para un electorado divorciado de su clase dirigente, según afirma Godoy.
«Mendoza puede capitalizar el descontento económico con el tema de la regulación de las empresas privadas (tema que genera actualmente conflictos sociales en el país). Evidentemente, ella presenta una imagen de transformación y renovación, además de ser de provincia (oriunda del departamento sureño de Cusco), una ventaja que no tienen los otros candidatos que son más «limeños», sostiene el analista.
Godoy apunta que es muy pronto para hacer vaticinios ganadores, pero no sólo porque no hay candidaturas que sean claramente preferidas, sino porque el país está actualmente concentrado en dos problemas: la pandemia del COVID-19 y la recuperación económica luego del golpe de la crisis sanitaria.
«La gente está distraída (de la campaña electoral). Y también hay que considerar que la campaña se está dando luego de cinco años en que ha habido una fuerte crisis política, con cuatro presidentes, con cuatro pedidos de destitución (presidencial), con un cierre del Congreso; todo eso genera un desgaste en el electorado», afirma el experto.
Los peruanos tendrán que ir a las urnas el 11 de abril, y con ninguna alternativa política clara y la mirada ciudadana fijada en el virus y la posibilidad de una nefasta segunda ola, pocas veces el país ha tenido un futuro político tan incierto.