El 7 de febrero los ecuatorianos elegirán a su presidente entre un total de 16 candidatos. No obstante, solo tres de ellos sobresalen del resto como los favoritos a ocupar la jefatura del Estado: el correísta Andrés Arauz, el empresario Guillermo Lasso y el líder indígena de izquierda Yaku Pérez.
Andrés Arauz, el delfín de Rafael Correa que va tras la presidencia de Ecuador
Andrés Arauz, el joven pupilo del expresidente Rafael Correa, dice que quiere ocupar la presidencia de Ecuador para recuperar el futuro, lo que devolvería al poder al movimiento político del exmandatario.
«Joven, preparado, con experiencia, pese a su juventud», así lo describe Correa, quien es un puntal fundamental en la campaña de Arauz, de 36 años.
En 2007, con apenas 22 años, Arauz se vinculó a la política y al sector público de su país como asesor del Ministerio Coordinador de Política Económica y en 2011 fue director general bancario del Banco Central.
Durante los diez años del Gobierno de Correa ocupó varios cargos, incluidos los de subsecretario general para el Buen Vivir, ministro coordinador de Conocimiento y Talento Humano y ministro de Cultura y Patrimonio.
Mientras muchos destacan su capacidad, otros lo señalan como uno de los artífices del agresivo endeudamiento en que incurrió el país durante el Gobierno de Correa, ofreciendo un cambio de matriz productiva y energética que no se da hasta el momento.
En 2017, tras la salida de Correa del Gobierno, Arauz partió a México para estudiar su doctorado en Economía y regresó al poco tiempo al ser elegido como candidato presidencial por la coalición Unión por la Esperanza (UNES, izquierda).
Debido a su estadía en México, Arauz no podrá sufragar en esta elección, dado que está empadronado en el país norteamericano.
Solo acompañará a votar a su vicepresidente, Carlos Rabascall, quien sufraga en Quito.
Originalmente era Correa quien iba a integrar la fórmula presidencial, pero perdió sus derechos políticos por el caso conocido como «sobornos», donde tiene una sentencia de prisión en su contra.
Arauz es miembro del Consejo Ejecutivo de la Internacional Progresista, organización fundada el año pasado por activistas, personajes y asociaciones de izquierda.
Al anunciar su postulación, en agosto pasado, el joven economista se presentó en su cuenta de Twitter como «el perfecto desconocido», una ironía ante las voces que en redes sociales se preguntaban quién era Andrés Arauz, según lo definió el exviceministro de Inclusión Económica y Social (2010-2011), Pabel Muñoz, uno de los impulsores de su candidatura.
Arauz no está exento de la polémica: el diario El Universo publicó en noviembre pasado que su padre, gerente y dueño de una empresa de servicios petroleros, recibió durante el Gobierno de Correa un total de 16 contratos públicos por 800.000 dólares, mientras que la agencia de viajes que gerencia su madre recibió diez contratos públicos por un monto superior a 968.000 dólares, de los cuales 96% provino de una universidad pública, cuyo rector es suegro de Arauz.
A Arauz le gusta la música latinoamericana, pero también el rock folclórico, reguetón, tango electrónico y la combinación de varios géneros, por eso disfruta con el Instituto Mexicano del Sonido, proyecto del músico Camilo Lara (asesor oficial de la música en la famosa película Coco, de Disney y Pixar), en el que se mezclan estilos mexicanos de folk (música folclórica moderna) con electrónica y hip hop.
Una parte de su infancia la vivió en Rusia, en donde aprendió a tocar el piano y el acordeón.
En Ecuador estudió y se graduó en uno de los colegios internacionales más exclusivos y el más caro de la capital ecuatoriana, la Academia Cotopaxi.
El candidato presidencial habla inglés, francés y ruso a más de su lengua natal; es licenciado en ciencias, con mención en Economía de la Universidad de Michigan, Estados Unidos; tiene una maestría en Economía con mención en Economía del desarrollo de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) y un doctorado en Economía Financiera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
La campaña política de Arauz se basa en la imagen de Correa y su gobierno, a tal punto que en varias ciudades del país se encuentran afiches y volantes con el rostro del exmandatario, y al inicio de su campaña era común ver un Correa de cartón, en tamaño natural, acompañar los recorridos políticos del candidato de UNES.
Las autoridades electorales prohibieron desde el 12 de enero la difusión de spots de propaganda electoral en los que aparecía el expresidente, que tras ser sentenciado perdió sus derechos políticos.
Este 7 de febrero, la ciudadanía decidirá si le dice sí a la propuesta del político desconocido que ofrece recuperar el futuro del país.
Guillermo Lasso, el candidato presidencial ecuatoriano que busca que la tercera sea la vencida
Nacido en Guayaquil (oeste), su primera postulación a la presidencia fue en 2013, cuando fue derrotado por el entonces presidente Rafael Correa (2007-2017), que le ganó ampliamente en primera vuelta; luego, en 2017, perdió con el actual presidente, Lenín Moreno.
En varias entrevistas Lasso ha dicho que comenzó a trabajar a los 15 años, cuando debido a la situación económica que atravesaba su familia, su padre no pudo seguir costeándole los estudios.
Fue así que pudo continuar estudiando en el Colegio San José La Salle, una afamada institución educativa católica de su ciudad natal, de cuyas aulas salieron los expresidentes Otto Arosemena (1966-1968), Alfredo Palacio (2005-2007) y Rafael Correa (2007-2017).
Lasso se vinculó a la banca desde los 22 años y se inició en la política a los 43, cuando en el Gobierno de centro derecha de Jamil Mahuad (1998-2000) fue gobernador de la provincia de Guayas (oeste) durante un año, y superministro de economía por un poco más de un mes, en 1999.
El candidato de CREO (Creando Oportunidades) dice que de niño soñaba con ser lo que es hoy y aspiraba a lograr lo que ha logrado en su vida, buscando siempre un sentido a sus acciones.
«En el campo político para mí tiene sentido esta lucha contra la pobreza, este pensar, reflexionar, proponer ideas que superen la pobreza», sostiene en uno de sus vídeos biográficos.
Sus detractores lo critican no solo porque fue dueño del que ahora es uno de las instituciones más grandes del país, el Banco de Guayaquil, sino porque fue superministro de Economía cuando Ecuador fue sacudido por una de las peores crisis económicas de su historia, en la que quebraron 18 bancos, entre ellos los de mayor capital.
Para enfrentar esa crisis, el Gobierno de Mahuad, en 1999, decretó un feriado bancario (congelamiento de depósitos) que debió durar un día y terminó durando un año, con un costo de más de 8.000 millones de dólares para los ecuatorianos, y más de dos millones de personas migrando al exterior, pues no encontraban cómo sobrevivir en su propio país.
El epílogo de la crisis fue abandonar el sucre, la moneda oficial, para adoptar el dólar, en busca de recuperar la estabilidad perdida.
Lasso fue superministro cinco meses después de decretado el feriado bancario; duró 37 días en el cargo, pero su pasado de banquero le ha valido acusaciones de beneficiarse de ese feriado evadiendo impuestos en empresas ubicadas en paraísos fiscales y con la compra de papeles financieros a precios muy bajos, acusaciones que son negadas por el candidato.
Para las elecciones de este 7 de febrero, Lasso se alió con su otrora enemigo político, el derechista exalcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, líder del partido Social Cristiano.
La alianza electoral se firmó en septiembre pasado, en la casa de su consuegro, José Nebot, hermano del exalcalde.
Lasso dice que en la vida las personas tienen dos alternativas: sentarse en el asiento trasero del vehículo y pasar bien, con lo que llegan adonde quiere ir el que conduce el vehículo, o sentarse en el asiento delantero, tomar el volante y manejarlo.
Este domingo 7, el empresario quiere tomar el volante de Ecuador; las urnas, que por dos ocasiones le han sido esquivas, dirán si los ciudadanos le dan esa oportunidad o le mandan al asiento de atrás.
Yaku Pérez, activista ambiental y saxofonista que busca la presidencia ecuatoriana
Hace 4 años el actual candidato presidencial por el movimiento indígena de Ecuador, Carlos Ranulfo Pérez Guartambel, decidió cambiar su nombre por Yaku Sacha, más acorde con su activismo ambiental.
Yaku Sacha en lengua quechua significa agua de monte, dos palabras que han guiado el activismo de Pérez Guartambel, el principal artífice de la consulta popular que se realizará junto con las elecciones del domingo 7 de febrero en busca de frenar proyectos mineros metálicos en Cuenca, en la sureña provincia de Azuay, de donde es oriundo.
Es conocido por su lucha en defensa del agua, que se inició hace 20 años, y por su papel como dirigente de organizaciones indígenas, entre ellas la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari).
Abogado, saxofonista y activista, el candidato terminó en la cárcel en varias ocasiones por oponerse a medidas gubernamentales en la época de Rafael Correa.
En 2019 fue elegido prefecto de Azuay, cargo que asumió en mayo de ese año, pero que dejó en octubre del año pasado para postularse a la presidencia.
Pérez es el candidato por el movimiento Pachakutik, brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), la más importante organización indígena del país.
Su designación, sin embargo, fragmentó al movimiento indígena pues también tenían aspiraciones presidenciales el presidente de la Conaie, Jaime Vargas, y el dirigente de Cotopaxi (centro), Leonidas Iza.
Ambos fueron figuras clave, junto con Pérez, durante las protestas de octubre de 2019 contra la decisión oficial de eliminar los subsidios a los combustibles.
Ideológicamente se define como practicante de izquierda ecológica y comunitaria.
Pérez explicó a Sputnik que esa izquierda se alimenta de la filosofía andina, que respeta a la madre naturaleza, a todos los seres vivientes, en una visión biocentrista, en la que el centro de todo es la vida y no el mercado o el extractivismo.
El candidato se graduó de abogado y tiene postgrados en Gestión de Cuencas Hidrográficas, Derecho Ambiental, Justicia Indígena y Derecho Penal.
Antes quiso ser maestro, pero el puntaje que obtuvo en la prueba de admisión no fue suficiente; sin embargo, con el tiempo llegó a ser profesor de tres Universidades.
Dice que entre las razones para estudiar derecho está la indignación que sentía por las gigantescas injusticias sociales que vio y vivió de niño, cuando sus padres trabajaban en el huasipungo de una hacienda
Los huasipungos que existieron en la época colonial hasta una parte del siglo XX eran el pedazo de tierra que antiguamente los hacendados entregaban a los indígenas para que realicen trabajos agrícolas o de pastoreo, usualmente en los páramos a cambio de trabajo que debían realizar para el amo.
Fue el primer abogado en su comunidad, en donde era conocido como el abogado del monte.
Pérez fue uno de los opositores de las políticas del Gobierno de Rafael Correa.
En 2010 fue encarcelado por liderar protestas contra un proyecto de ley del agua impulsado por Correa; posteriormente, fue arrestado y acusado de paralización de servicios públicos por obstaculizar las vías en rechazo al proyecto minero aurífero Quimsacocha.
Pérez dice que Correa lo traicionó pues de candidato le prometió que no permitiría minería en fuentes de agua.
En 2015, en manifestaciones en contra del Gobierno de Correa, Pérez y su entonces pareja, la periodista y catedrática franco brasileña Manuela Picq, fueron arrestados en medio de la violencia con que terminaron las marchas; el movimiento indígena denunció que fueron objeto de golpes y agresiones físicas.
En esas jornadas de protesta el candidato indígena perdió su saxo, que le había acompañado por 31 años y era el testigo de innumerables jornadas de protesta.
En diciembre nuevas protestas en contra del gobierno de Correa lo llevaron nuevamente a la cárcel.
En ese mismo año, Picq dejó el país pues el Gobierno de Correa le canceló la visa y buscaba deportarla.
Previo a las elecciones de 2017, que terminaron con el triunfo de Lenín Moreno, Pérez afirmó a Diario el Universo que era preferible un banquero que una dictadura, en referencia al Gobierno de Correa, del que dijo le puso 5 veces en la cárcel y persiguió a dirigentes indígenas y sociales.
El candidato indígena cumple 52 años el 26 de febrero y espera que los ecuatorianos le den lo que considera sería el mejor regalo de cumpleaños: dirigir el destino del país durante los próximos 4 años.