SANTIAGO – 35 por ciento de las personas afirma además que niños y niñas bajo su cuidado han deteriorado su bienestar psicológico y un 56 por ciento declara que han subido de peso desde el inicio de la crisis sanitaria, de acuerdo al informe N°9 de Vida en Pandemia, estudio longitudinal de la Universidad de Chile sobre el impacto de la crisis sanitaria en la sociedad. La encuesta, apoyada por Unesco, reveló también que la población infantil conectada a redes para comunicarse con amistades por una o más horas aumentó en un 12 por ciento y sólo un 49 por ciento mantendría contacto con compañeros/as de la escuela.
La vuelta a la presencialidad en los colegios era una de las grandes anhelos de nuestro país para el inicio del año escolar, medida que la autoridad debió variar hacia un proceso de transición debido a las condiciones sanitarias vigentes, la campaña de vacunación en curso y las diferencias con el Colegio de Profesores, municipios y comunidades escolares. Las clases a distancia o remotas, en este escenario, continuarán siendo trascendentales al menos durante el primer semestre de este 2021.
Esta modalidad, implementada de emergencia para continuar con la actividad escolar el año pasado, significó diversas dificultades para el 68 por ciento de la población infantil, de acuerdo al informe N°9 de Vida en Pandemia, estudio longitudinal de la Universidad de Chile sobre el impacto de la crisis sanitaria en la población. Así lo afirmaron padres, madres y cuidadores de niños y niñas, quienes declararon que el 70 por ciento de los niños y el 66 por ciento de las niñas experimentaron dificultades relacionadas con la disposición para hacer tareas y conectarse a clases, la concentración, la motivación y la participación en clases online.
Sobre este punto, Fabián Duarte, académico de la Facultad de Economía y Negocios de la U. de Chile, director del Núcleo Milenio en Desarrollo Social (DESOC) y uno de los investigadores de Vida en Pandemia, destaca que “el hecho de que más de dos tercios de las alumnas y alumnos presente varias dificultades a la hora de estudiar a distancia, indica que la metodología no ha sido totalmente exitosa. Además, las y los apoderados creen que sus pupilos y pupilas no han aprendido en este período».
La investigación, apoyada por Unesco, detectó además que esta diferencia de género a nivel infantil aumenta en el caso de las escuelas municipales, donde el 60 por ciento de las niñas y el 73 por ciento de los niños tendrían dificultades frente a la educación remota. Por otra parte, identificó que los estudiantes experimentarían mayores dificultades a medida que los padres, madres y cuidadores son más jóvenes (75 por ciento en el grupo 20-34 años; 65 por ciento en el grupo 35-44; y 63 por ciento en mayores de 45 años).
Otro de los hallazgos es que el 56 por ciento declara que niños y niñas bajo su cuidado han subido de peso desde el inicio de la crisis sanitaria, mientras que un 40 por ciento lo mantuvo y sólo un 4 por ciento habría bajado. Los encuestados y encuestadas señalan además que los niños habrían aumentado de peso más que las niñas (60 por ciento niños y 52 por ciento niñas). A nivel etario, los más pequeños y pequeñas habrían aumentado menos de peso que el segmento infantil de mayor edad en este informe: 50 por ciento en el rango 5 a 7 años y 60 por ciento en el de 8 a 12 años.
Bienestar psicológico
Uno de los aspectos profundizados en este informe tiene relación con el estado de ánimo y la evolución del malestar psicológico durante los primeros nueve meses de la pandemia. Sobre este último punto, el estudio plantea que el 35 por ciento de los padres, madres y cuidadores advierte un deterioro del bienestar psicológico en la población infantil, un 54 por ciento indica que no ha variado y un 11 por ciento sostiene que se ha elevado.
La encuesta, aplicada entre el 26 noviembre y el 12 de diciembre de 2020, registró una diferencia asociada al género de los adultos en este punto, ya que las mujeres reportan con mayor frecuencia un deterioro en el bienestar psicológico infantil que los hombres. El 70 por ciento de los hombres versus el 59 por ciento de las mujeres señalan que niños y niñas están mucho mejor o se mantienen igual, mientras que el 30 por ciento de los hombres y el 41 por ciento de las mujeres afirma que han empeorado. Por otra parte, los y las menores presentan una mejor evolución a medida que sus padres, madres o cuidadores tienen mayor edad.
Irma Palma, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la U. de Chile e investigadora principal de esta investigación, destaca las diferencias de género de los adultos en cómo ven a los menores. “Las mujeres reportan a niños y niñas más dañados en su bienestar psicológico. Ellas les observan desde el propio daño, que es mucho mayor que el de los hombres, y desde una mayor proximidad a ellos/as. Los hombres asisten mucho menos que las mujeres y declaran mayor autonomía de los menores en el estudio. Nuestra hipótesis es que ver mayor autonomía les permite justificar no hacer la asistencia. En noviembre, 41 por ciento de las mujeres y 23 por ciento de los hombres asistieron todos los días de la semana a los/as niños en su estudio”, explica.
Respecto al estado de ánimo de la población infantil al momento de la aplicación de la encuesta, de acuerdo al reporte de padres, madres y cuidadores, 58 por ciento declara que los y las menores están animados o muy animados, 26 por ciento ni animados ni desanimados y 16 por ciento desanimados o muy desanimados. Los niños y niñas de menor edad tendrían mejor estado de ánimo. Mientras en el rango de 5 a 7 años el 65 por ciento responde animado-muy animado y un 15 por ciento responde desanimado-muy desanimado, en el rango de 10 a 12 años esta relación es 50 y 19 por ciento, respectivamente.
Las diferencias socioeconómicas, en tanto, reflejan que el estado de ánimo de niños y niñas es mejor en sectores de mayores ingresos que en los de menores recursos. El 64 por ciento del primer grupo declara que los menores bajo su cuidado están animados o muy animados, cifra que llega al 53 por ciento entre los menos acomodados. A nivel territorial, en tanto, el estado de ánimo en niños y niñas de la Región Metropolitana es mejor en comunas de ingresos más altos que en las de ingresos más bajos. En las primeras, el índice animado-muy animado es de 65 por ciento y el de desanimado-muy desanimado es de 12 por ciento, mientras en las segundas es de 56 y 16 por ciento, respectivamente.
Más conectados
Otro de los aspectos evaluados por este informe tiene relación con la conexión de los menores a redes para comunicarse con amistades. En este ámbito, el estudio reveló que la población infantil que usa estas tecnologías para comunicarse con amistades por una o más horas habría aumentado en un 12 por ciento. Los resultados indican que el uso de redes para el contacto con amistades es más baja en menores de cursos inferiores y mayor en sectores de ingresos más altos y escuelas particulares pagadas.
Por otra parte, el 49 por ciento de niños y niñas de primer ciclo escolar habría mantenido contacto con compañeros de escuela durante este período. En líneas generales, el análisis etario mostró que el contacto crece a medida que aumenta la edad, tendencia que exhibe un quiebre en el segmento femenino de 10 a 12 años, donde las niñas estarían menos comunicadas que los niños (50 y 60 por ciento, respectivamente) y que el segmento de niñas entre 8 y 9 años (baja de 55 a 50 por ciento).
La mayor diferencia en este punto se produce según grupo socioeconómico y tipo de escuela. La comunicación con compañeros entre niños y niñas más pobres, según el reporte de las mujeres alcanza a 29 por ciento en las escuelas municipales y a 31 por ciento en el grupo de más bajos ingresos. “Esto es, siete de cada diez niños/as perdió el vínculo generacional, ese que en el cotidiano escolar se realiza en la institución escolar. En cambio, los niños y niñas más ricos, según el reporte de los hombres, alcanza a 74 por ciento en las escuelas particulares pagadas y a 60 por ciento en el grupo de más bajos ingresos”, detalla Irma Palma.
Por último, la muerte está en la conversación intergeneracional durante la crisis en las familias. Frente a la realidad de enfermar y morir, como principal hecho de la pandemia, 66 por ciento de los padres, madres o cuidadores ha conversado sobre este tema con los menores bajo su responsabilidad en este período. Los resultados indican que los adultos más jóvenes lo hacen en mucha menor medida que los mayores, fenómeno que se debería principalmente a que los primeros viven con niños y niñas más pequeños.
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