Por Nadia Garcés Montes | COVID-19 y actividad física

La pandemia provocada por el COVID-19, originada en diciembre de 2019 en Wuhan – China, obligó a diversos países a un confinamiento masivo para evitar la propagación de SARS-Cov2. Desde marzo del 2020, hemos deambulado por diferentes etapas del plan paso a paso diseñado por el Gobierno de Chile como estrategia gradual para enfrentar la pandemia según la situación sanitaria de cada zona geográfica de nuestro país. En este contexto, entidades ministeriales por medio de Resoluciones Exentas, han dispuesto una serie de medidas para evitar la expansión del virus, entre ellas podemos encontrar la suspensión temporal o total de actividades deportivas/recreativas de carácter individual y/o colectivo.

A pesar de la contundente y sólida evidencia que existe sobre los beneficios que trae para el ser humano mantenerse como una persona activa físicamente en el transcurso de los años, en Chile nos encontramos lejos de ser un país “activo” en términos motores. Por el contrario, según los datos publicados por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Chile se posiciona como el país con la tasa más alta de obesidad y sobrepeso, alcanzando un total de 74% de su población con esta enfermedad. Incluso por sobre México y Estados Unidos, quienes durante mucho tiempo fueron líderes indiscutidos.

Con este índice no muy alentador se celebró el pasado martes 6 de abril el “Día Mundial de la Actividad Física”. Este acontecimiento fue decretado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) el año 2002 y tiene como objetivo principal sensibilizar a la población sobre la importancia de practicar actividad física de manera regular y sistemática como elemento esencial de salud y bienestar íntegro. No obstante, la realidad nacional se encuentra lejos de cumplir con el objetivo propuesto de la OMS. Según los datos cuantitativos entregados por el Ministerio de Deporte (MINDEP) el 84,5% de los niños y niñas del país son inactivos físicamente y el 67% de los (as) escolares no realiza 3 sesiones de Educación Física a la semana. En la Región de Los Lagos (actual lugar de residencia de quien escribe estas líneas), según la “Estrategia Nacional Cero Obesidad promovida por el programa Elige Vivir Sano y el Ministerio de Desarrollo Social y Familiar en la actualización 2020, el 72,8% de la población presenta sobre peso u obesidad y un 74,4% declara ser sedentaria.

Bajo esta mirada analítica ¿Qué es lo que debemos celebrar? Más que desarrollar instancias de festejos en instituciones de salud, centros deportivos y establecimientos educacionales, debemos generar instancias de reflexión sobre la preocupante situación que estamos viviendo a nivel nacional en materia de inactividad física. A su vez, desarrollar acciones concretas y efectivas que permitan impregnar en la población instancias y espacios idóneos de desarrollo físico. De esta manera, poder concretar prácticas efectivas que avalen a corto plazo mejores resultados frente a esta pandemia y que el impacto negativo del sedentarismo e inactividad física no queden adormecidos en artículos científicos.

Por ello, es fundamental conocer y entender las consecuencias que impactan en nuestro cuerpo y sistema locomotor el estado de desentrenamiento y confinamiento sobre cuatro semanas en los ámbitos cardiorrespiratorio, metabólico, hormonal y muscular. A saber:

1.- En las consecuencias cardiorrespiratoria, la capacidad aeróbica (según VO2max) puede disminuir entre un 6-20%. El volumen total de sangre y plasma disminuye un 4-3% respectivamente y la frecuencia cardíaca en reposo aumenta un 5% luego de 84 días sin entrenamiento.

2.- En relación a las consecuencias metabólicas, aumenta la utilización de carbohidratos; potencial aumento de la insulina, glucosa basal y triglicéridos (Martínez y cols. Nutrients.2020). Además disminuye lipólisis; aumenta el umbral de lactato y disminuye el glicógeno muscular.

3.- En las consecuencias hormonales, se puede generar una respuesta ineficiente de las catecolaminas, las cuales son importantes para responder eficientemente al estrés. Mantener una concentración alta de esta sustancia puede causar presión arterial alta y desarrollar diversas sintomatologías.

4.- Dentro de las consecuencias musculares, la actividad enzimática mitocondrial puede disminuir entre un 25-40% principalmente en fibras lentas, manteniéndose en fibras rápidas, de modo que, es probable que, la producción de ATP disminuya significativamente.

Es importante concluir que acciones de movilidad, aunque parezcan muy básicas e insignificantes, son un real y comprobado aporte a la salud del ser humano que, en sí mismo, está condicionados y adaptado para moverse. El llamado de diferentes organismos autónomos, públicos y privados representados por especialistas en el área de la Educación Física y la Salud es a dedicarle espacio a nuestro día al desarrollo de una actividad física rutinaria o, en su defecto, un ejercicio físico planificado y guiado por un(a) especialista. Con la finalidad de contribuir no solo a nuestra imagen externa, sino también a nuestro ser íntegro y autónomo.


LA OPINIÓN DE LA AUTORA NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Nadia Garcés Montes – Profesora de Educación Física y Salud. Magíster en Gestión y Dirección Organizacional. Directora y Fundadora de puntoequilibrio.cl / nfgarces@uc.cl