Erika Meza es una de las 20.000 personas detenidas en el marco del estallido social en Chile. Pasó cinco meses en prisión preventiva, acusada de liderar una asociación clandestina que atacaba una sede policial en el este de Santiago. En diálogo con Sputnik, la trabajadora de 58 años señala, indignada, que la condenaron solo por protestar.
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«Acá casi toda la gente salió a protestar, mucha gente. Yo solo iba a protestar a luchar y todavía no entiendo, todos los días lloro y todos los días digo: ¿por qué me paso? Porque nunca he tenido problemas con nadie», señala a Sputnik Erika Meza, antigua vecina de la población Lo Hermida y presa política de la revuelta social.
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Según datos del Ministerio Público de Chile más de 20.000 ciudadanos fueron detenidos en el contexto de las manifestaciones sociales producidas entre octubre de 2019 y diciembre de 2020. Del total, la Fiscalía Nacional formalizó al cabo de un año a 5.084 personas por delitos cometidos en las protestas. Erika Meza Bucarey fue una de ellas.
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Fue la madrugada del 15 de octubre de 2020 que la vida de esta trabajadora de casa particular, de 58 años, cambió de golpe. Un fuerte estruendo y múltiples gritos hicieron que Erika se despertara.
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«Como a las 5:30 de la mañana sentí, sentimos ¡paf!, el ruido. Y cuando abro los ojos veo a un carabinero parado en mi puerta ahí [en el dormitorio]. Y ahí empezaron a reventar las cosas, a hacer tira las cosas, sacar cosas».
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Lo que más recuerda la vecina de Lo Hermida es que la Policía lo primero que le preguntó fue por el dinero que tenía, y que se lo debía entregar. «Cuando llegó, entró y me dijo ‘¿Hay plata acá?’. Yo le dije sí. Y yo ahí es donde le dije que tenía el millón de pesos [1.380 dólares] que había sacado el 10% [de los fondos de pensiones], y que mi jefa me había pagado el día 14. Tenía la plata del mes pasado que también la había guardado, entonces era plata mía no es de droga ni de nada», detalla.
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Erika muestra como la Policía destruyó el techo de su casa buscando armamento
© Sputnik / Carolina Trejo
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Tras allanar la casa y desmantelar parte del lugar en busca de armas, Erika fue detenida junto a su pareja, Wilson Rivas, y otros tres jóvenes que vivían en el domicilio. Todos fueron acusados de asociación ilícita, instalación de barricadas, lanzamientos de artefactos incendiarios, y de formar parte de una red que atacaba la 43ª Subcomisaría de su comuna. Delitos que desconocían hasta el momento, según su relato.
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«No entendíamos por qué estábamos detenidos. Ya pasamos al juzgado y ahí empezaron a decir que protestábamos en [la calle] Caracas. Yo salí quemando cartones, juntando unas piedras detrás de un poste, y por esa acusación me tuvieron cinco, seis meses, privada de libertad. Y ahora a los chiquillos los van a condenar a todos por protestar», afirma.
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¿Es crimen salir a protestar?
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Erika en una calle Lo Hermida en Santiago
© Sputnik / Carolina Trejo
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Ese mismo día en distintos canales de televisión se informaba sobre la detención de 10 personas en la población Lo Hermida de Peñalolén —tres de las cuales eran menores de edad— por ataques a Carabineros.
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Arrestos que eran resultado de una investigación realizada desde agosto por la Fiscalía Metropolitana Oriente y el grupo OS7 de Carabineros. El propio subsecretario del Interior, Juan Francisco Galli, estimó que «aquí hay organización y hay personas que se dedicaban a delitos gravísimos».
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Una de las televisoras indicó a Erika Meza como la líder de una asociación ilícita que actuaba para atacar a la 43ª Subcomisaria de Carabineros, ubicada en calle Caracas, lugar donde cientos de vecinos de Lo Hermida salían a manifestarse, y que se encuentra a pocas cuadras de su casa. La nota incluyó la fotografía de su rostro, una información que cambió su vida, al igual que su detención.
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«Mi jefa me despidió porque dijeron que era delincuente, que había ido a quemar una comisaría. Nunca lo he hecho y lo encuentro injusto porque le trabajé 12 años, le crié un hijo de cuatro años y su hijo tiene 17 años ahora. Y que yo era delincuente, ¿delincuente en qué? Porque la tele dijo que yo era delincuente. Entonces si todos salimos a protestar, ¿somos todos delincuentes?», se pregunta.
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Erika está convencida de que salir a protestar por sus derechos y alojar a jóvenes vulnerables fueron las razones de fondo para que la detuvieran junto con sus familiares y vecinos. Porque ella reconoce que salía a las manifestaciones que se producían en la emblemática y combativa población Lo Hermida, en donde vive hace 30 años, aunque no siempre podía por los horarios de trabajo.
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«De los vecinos todos salían a protestar porque decían que era por los derechos de uno. Yo también salí a protestar por los derechos, míos de mis nietos, de mis hijos, y eso, por eso salí a protestar, por la jubilación que es muy poca plata», recuerda.
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Un lugar de acogida
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Detención en casa de Erika el 15 de octubre 2020
© Foto : Gentileza Erika Meza
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Para octubre de 2020, la trabajadora de casa particular alojaba en su hogar a tres jóvenes que no tenían dónde vivir o dormían en la plaza o al interior de un auto. No era la primera vez que lo hacía, puesto que ella conocía de cerca esa experiencia. «Yo sé lo que es vivir en la calle, yo viví tres años en la calle, sufrí violaciones y por eso los acogí».
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«Estos niños eran superbuenos, no tengo nada que decir de ellos, como que ellos me dieron cariño a mí y yo les di cariño a ellos, porque ellos me decían Mami'», cuenta.
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Ese 15 de octubre ella junto con su pareja y todos estos jóvenes fueron detenidos y encausados por varios delitos, entre ellos por asociación ilícita, figura legal de la que Erika fue exonerada, pero no así el resto de su núcleo familiar. Una acusación que la tuvo seis meses en prisión preventiva, a pesar de no tener antecedentes, y que recuerda con tristeza y amargura.
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«Atroz para mí. Al llegar allá yo tiritaba entera, estuve quince días que no comí nada, pensaba en mi pareja, que cuándo íbamos en juicio ni siquiera me miró, ni siquiera me habló, porque estábamos todos choqueados», relata.
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Una experiencia que incluso la llevó a pensar en suicidarse. «Wilson si a mí no me sacan de aquí en dos meses, tres meses, Wilson yo voy a ir al baño, me voy a ahorcar, me voy a cortar las venas porque no aguanto acá, no, no», le confesó a su pareja.
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Juicio abreviado
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Erika con su hija y sus nietos al momento de ser liberada
© Foto : Gentileza Erika Meza
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Por recomendación de su defensa, Erika Meza aceptó ir a un juicio abreviado, procedimiento alternativo al juicio oral. Aceptó los cargos por desórdenes públicos agravados e infracción a la ley de armas, y fue condenada a tres años en libertad vigilada.
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Actualmente, Erika se encuentra sin trabajo y con el temor de volver a ser detenida por lo que no sale mucho de su casa, para evitar cualquier tipo de control por las restricciones sanitarias.
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«Sí, estoy afuera, pero yo sigo siendo presa. Porque me dijeron, sin andar con mascarilla en la calle, sin andar con el salvoconducto. Si salgo sin mi salvoconducto, igual tengo miedo de caer detenida (…) de volver a hacer tres años de cárcel porque fui condenada a tres años».
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A pesar de la sentencia que considera injusta, Erika Meza no se arrepiente de haber salido a protestar, ya que no duda de lo legítimo de sus demandas, por eso «es que salgo con la frente bien en alto, sí. Al comprar no agacho la cabeza, con mi frente bien en alto porque no he hecho nada malo, solo andar protestando».
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«Mire, si me volvieran a decir ‘¿Erika, ¿seguirías protestando?’ Yo sí, yo lo haría. De todo corazón, volvería a salir a protestar y todo, porque para eso es: para seguir con mis derechos y todo», concluye.
Carolina Trejo – Licenciada en Historia y Comunicación Social y Periodismo. Ha sido periodista de investigación y realizadora en televisión durante los últimos 20 años. Comenzó en 1997 en el programa de reportajes con más antigüedad de la televisión pública chilena, Informe Especial y luego se incorporó al área de reportajes de Canal 13, donde ejerció de directora, editora y guionista en diferentes proyectos documentales. Ha recibido premios del Consejo Nacional de Televisión de Chile, fue finalista del Premio Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo en 2014. Actualmente es académica de la Escuela de Periodismo de La Universidad de Chile y la Universidad de Santiago.