El pasado 8 de octubre se conmemoraron los 142 años de la captura del monitor Huáscar por parte de la Marina chilena en el Combate Naval de Angamos durante la guerra del Pacífico (1879-1884). Un acorazado que continúa exacerbando nacionalismos a casi 150 años del conflicto.
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Sobre las aguas de la base naval de Talcahuano, a 600 km al sur de Santiago de Chile, flota con la pasividad de un museo y bajo bandera chilena el monitor Huáscar, un buque de guerra acorazado del siglo XIX de fabricación inglesa, bautizado en homenaje al penúltimo inca del Tahuantinsuyo.
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El monitor Huáscar es un símbolo tanto para peruanos como chilenos. En su cubierta murieron los máximos héroes de la guerra del Pacífico para ambos países: Arturo Prat y Miguel Grau, en orden cronológico.
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Arturo Prat, abogado y marino chileno, capitán de la corbeta Esmeralda, murió en la cubierta del Huáscar, el 21 de mayo de 1879 durante el combate naval de Iquique, tras ordenar el abordaje al acorazado peruano luego del hundimiento de su corbeta.
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Miguel Grau, marino y diputado peruano, era el capitán del monitor Huáscar durante el combate naval de Iquique. Conocido como el caballero de los mares, Grau ordenó el rescate de los náufragos chilenos para luego enviar la espada de Prat a su viuda.
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Cinco meses después, dejaría su vida sobre la misma cubierta, mientras el Huáscar era tomado por la Armada chilena en el combate naval de Angamos, frente a las costas de Antofagasta.
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La captura del Huáscar significó para Chile sortear el bloqueo marítimo y desembarcar en territorio peruano, gracias a lo cual resultó a la postre vencedor de la llamada guerra del Pacífico o guerra del guano y el salitre.
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Símbolo de distanciamiento y unión
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El Huáscar, construido en 1864, es el segundo acorazado más antiguo del mundo aún a flote. Pasó a retiro en 1897; posteriormente fue restaurado y convertido en museo naval por la Armada de Chile, siendo ubicado en Talcahuano, donde recala hasta la actualidad.
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Sin embargo, la carga emotiva que contiene para ambos países perdura casi un siglo y medio después. Mientras para algunos el Huáscar es un símbolo que une los pueblos de Perú y Chile, hermanados en la muerte de sus héroes, para otros es lisa y llanamente un trofeo de guerra que debiese ser devuelto.
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Chile oficialmente mantiene su postura de conservarlo como santuario en memoria de quienes perdieron la vida en su cubierta, mientras para muchos peruanos aún es un símbolo de desconfianza con sus vecinos del sur.
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En ambos países existen opiniones de quienes preferirían devolverlo al Perú, en un gesto de amistad y hermandad a casi 150 años de finalizada la guerra. Hay también por el contrario, en ambos países, quienes prefieren verlo hundirse antes que devolverlo, para «eliminar las posibles discrepancias entre ambos países», como sostuvo el vicealmirante en retiro y exvicepresidente peruano Luis Giampietri.