SANTIAGO — Contar que la Cámara de Diputados de Chile aprobó con 77 votos a favor y 67 en contra la acusación contra Piñera por sus supuestos negocios en paraísos fiscales sería un resumen que no hace ninguna justicia a la vertiginosa jornada por la que atravesaron los 155 parlamentarios y millones de chilenos colgados de sus televisores.
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Por Francisco Bravo Atias
Periodista
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Un discurso de 15 horas emitido por un hombre de 70 años que apenas se alimentó, un parlamentario que se infiltró cual espía en el Congreso, micrófonos que quedaron prendidos y revelaron oscuras maniobras y una peligrosa persecución a lo Lady Di. Esa sí sería una síntesis más completa.
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La oposición inició un proceso para destituir al mandatario luego de que en octubre la investigación periodística conocidos como Papeles de Pandora reveló un supuesto negocio de Piñera realizado en Islas Vírgenes Británicas, un paraíso fiscal. Las empresas del mandatario vendieron un millonario proyecto minero que ha sido duramente cuestionado por el eventual impacto que produciría en una reserva natural en el norte del país.
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De manera inédita, todos los partidos de izquierda y centroizquierda unieron sus voluntades para acusar a Piñera y fijaron el 8 de octubre para iniciar. Los cálculos estaban a su favor, pues solo necesitaban 78 votos para aprobar la moción y 79 de los 82 diputados de sus filas habían confirmado que se inclinarían por destituir al presidente. Todo viento en popa.
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Pero la semana pasada llegó la debacle. El diputado y candidato presidencial del bloque de izquierda Frente Amplio, Gabriel Boric, se contagió de COVID-19 y su mano derecha, el diputado del mismo conglomerado Giorgio Jackson, fue considerado contacto estrecho y entró en cuarentena. El cálculo de los votos se rebajó a 77 y ya no alcanzaba para aprobar.
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Entonces, el diputado del Partido Socialista Jaime Naranjo sacó un escondido as bajo la manga e imprimió un enorme texto de 1.300 páginas de argumentación, presentando una solución para evitar la hecatombe: el filibusterismo.
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Si uno no es asiduo a los procesos parlamentarios estadounidenses ni un cinéfilo empedernido que vio el clásico de Frank Capra Caballero sin espada de 1939, como tampoco lo han hecho mayoría de los chilenos, quizás no esté relacionado con el término. Esta es una técnica que consiste en extender de forma artificial un debate con largos discursos.
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Y Naranjo no bromeaba. A sus 70 años, tomando solo agua y alimentándose de pasas y chocolate, logró hablar durante 15 horas seguidas para que el diputado Jackson pudiera cumplir su cuarentena y acudir al Congreso a votar.
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Su épica odisea lo volvió tendencia mundial en Twitter por varias horas a través de la herramienta online más poderosa conocida: los memes.
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Episodio 1: Sabag
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Naranjo inició su discurso a las 10:00 horas del lunes 8 de noviembre y lo concluyó a cerca de las 2:00 horas del martes 9. Después de la intervención del abogado defensor de Piñera y otros parlamentarios, la acusación se votó a las 9:00 del martes. Entremedio de las 22 horas que duró la inédita jornada, se produjo el episodio Sabag.
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A mitad de jornada, cuando todo indicaba que el voto de Jackson sería suficiente para aprobar la acusación, un llamado inesperado ocurrió. Era el diputado de la Democracia Cristiana Jorge Sabag, avisando a sus compañeros que no iba a poder ir al Congreso porque se sentía mal y se había tomado un examen PCR para descartar COVID-19.
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Toda la oposición corrió en círculos y por varios minutos la acusación pareció perdida. Pero varios llamados telefónicos y algunos aprietes hicieron cambiar de postura al parlamentario, quien viajó desde Chillán a Valparaíso.
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Cuando Sabag estaba llegando, algunos periodistas se percataron que el Gobierno había dispuesto a funcionarios del ministerio de Salud afuera del Congreso ocultos en camionetas. La intención, según revelaron posteriormente algunos parlamentarios de oposición, era interceptar a Sabag y advertirle que si tenía síntomas de covid mejor era que se fuera a su casa y no votara.
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Prensa, parlamentarios y todos los chilenos siguieron expectantes la llegada del auto de Sabag al Congreso. Los funcionarios de Salud se acercaron al vehículo pero de él no bajó el parlamentario, sino que su correligionario, el diputado Gabriel Silber. Riendo a carcajadas, Silber explicó a los medios que aquello fue una maniobra para despistar a las autoridades. Sabag había entrado de incógnito por una puerta trasera.
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Episodio 2: el ‘watergate’ chileno
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Una batalla campal se registró la madrugada del martes 9 en la Sala de la Cámara cuando el diputado Cristián Labbé de Unión Demócrata Independiente (derecha) comenzó a grabar muy de cerca a los parlamentarios de oposición para increparlos y grabar su reacción.
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La acción causó molestia entre los opositores y varios de ellos le respondieron a gritos, en una discusión que debió ser calmada por las autoridades del Congreso. Todo eso fue quedando registrado en la transmisión en vivo de Instagram que estaba realizando el diputado derechista.
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Tras la discusión, Labbé se reunió con sus compañeros de partido y exclamó con alegría que había logrado «dejar la cagada» entre las filas de sus contrincantes. Lo que no sabía el diputado era que su cizañero plan había quedado al descubierto, pues no había detenido el streaming.
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Episodio 3: rápido y furioso
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A las 00:01 del martes 9 se acabó la cuarentena preventiva del diputado Jackson. A esa hora, el parlamentario abordó su automóvil y se fue manejando hasta Valparaíso en un viaje de 115 kilómetros en carretera.
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Para registrar su travesía, el diputado comenzó una transmisión en vivo por redes sociales. Al comienzo se dedicó a explicar los detalles técnicos de la acusación pero luego se dio cuenta de que no iba solo y se ofuscó.
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«Estoy siendo flanqueado por dos autos con cámaras. Se que hay mucha expectación pero esto no se siente muy tranquilo, la verdad. Es una situación invasiva, bastante insólita. Creo que hay un poco de morbo», señaló a su audiencia.
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Efectivamente, varios medios nacionales siguieron como en un reality show el viaje del parlamentario en una estrategia que varios en redes sociales advirtieron como algo peligroso, incluso viendo algunas similitudes con el accidente que causó el deceso de Diana, la princesa de Gales.
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Jackson también notó el riesgo y detuvo el auto. Se bajó a conversar con la prensa y les dijo que no valía la pena poner en riesgo vidas humanas.
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