- Ilustración del Stegouros elengassen y su particular cola con forma de hacha fueron los protagonistas del último número de Nature publicado este jueves 9 de diciembre, un estudio de alto impacto liderado por chilenos que también ha sido difundido por más de 900 medios alrededor del mundo.
- Conoce los detalles de este trabajo que ocupó la primera plana de la revista científica más influyente del planeta, la amplia cobertura dada a esta noticia a nivel global y la importancia que este hallazgo tiene para la paleontología nacional, el cuarto dinosaurio no aviar descrito en Chile en menos de 10 años y el segundo en ser portada de Nature después del Chilesaurus diegosuarezi.
SANTIAGO – Este jueves 9 de diciembre quedará marcado a fuego en la historia de la ciencia y la paleontología nacional. Nature, la revista científica más influyente del mundo, destacó en portada el estudio sobre el descubrimiento de un nuevo linaje de dinosaurios acorazados que vivieron hace unos 74 millones de años en el megacontinente Gondwana, un hallazgo realizado en la Patagonia chilena, liderado por investigadores chilenos y financiado por proyectos nacionales, circunstancias que convierten a esta primera plana en Nature en un hito inédito para el país. El lugar destacado del estudio en este último número de la prestigiosa revista pone nuevamente los ojos del mundo en este trabajo de alto impacto encabezado por los paleontólogos de la Universidad de Chile Sergio Soto y Alexander Vargas.
Otro de los protagonistas de esta histórica portada en Nature es Mauricio Álvarez, paleoartista nacional que trabajó codo a codo con el equipo de investigadores en esta reconstrucción en vida del Stegouros Elengassen, una ilustración que tomó tres semanas continuas de intensa labor. «El proceso es bien exigente y se hace con mucho cariño, porque trabajar en ciencias es una pasión que todos compartimos. En un inicio, con Alexander Vargas y Sergio Soto, se realizó en base a mi composición inicial la reconstrucción anatómica, con el apoyo además de un dinosaurio en 3D desarrollado por el paleoartista Gabriel Díaz, antes de que yo recreara su piel y texturas. En paralelo, con la geóloga Leslie Manríquez se fue corrigiendo la interpretación geográfica del paisaje, y en la paleobotánica y clima trabajamos junto a los científicos Marcelo Leppe y Juan Pablo Pino en la recreación de la compleja apariencia de la flora fósil», detalló sobre la elaboración de esta imagen.
Uno de los aspectos más importantes en el desarrollo de esta ilustración fue la piel, complementa Alexander Vargas. «En eso nos basamos en fósiles de anquilosaurios que se han conservado con piel. Hay un detalle importante en este punto que tiene que ver con los osículos, que son pequeños huesos metidos en la piel. Todos los pequeños osículos que habíamos encontrado en el esqueleto debieron tener por encima una placa de queratina. Entonces, eso se veía en la superficie de la piel, tal como se aprecia en los fósiles de otros anquilosaurios que analizamos». Estos datos combinados también con las observaciones en general de las pieles de dinosaurios, que hablan de escamas comúnmente poligonales y que no se sobreponen unas sobre otras, fueron vitales para definir la apariencia del dinosaurio del momento.
Tanto en la imagen que fue portada de Nature como en las otras ilustraciones trabajadas como apoyo a la divulgación de Luis Pérez, Francisco Hueichaleo y Lucas Jaymez hubo una preocupación especial por destacar la particular cola con forma de hacha del Stegouros. Sergio Soto destaca la importancia de este componente que revela la evolución de un nuevo tipo de arma caudal hasta ahora desconocida en el registro fósil de dinosaurios acorazados, un elemento que probablemente utilizó para defenderse de otros depredadores. «No tenemos por el momento evidencia precisa sobre el tipo de dinosaurios carnívoros que habrían en esta formación. Sin embargo, dada la edad de los estratos y la proximidad geográfica con depósitos de la Patagonia argentina, depredadores potenciales podrían haber sido abelisáuridos (como Carnotaurus) y megaraptóridos, ambos dinosaurios carnívoros de tamaño medio que habitaron en ese tiempo», señala.
Noticia de impacto mundial
Pero el descubrimiento de esta especie calificada como la Piedra Rosetta de los anquilosaurios del Hemisferio Sur, y que llevó al equipo de paleontólogos a distinguir este grupo de sus parientes que habitaron en el norte del planeta, no solo es protagonista del último número de Nature. El pasado miércoles 1 de diciembre la revista liberó la publicación online del estudio, ocasión en que la Universidad de Chile además realizó un evento en la Casa Central del plantel para presentar al mundo los restos originales del fósil. De esta manera, la difusión de Nature y la actividad realizada en nuestro país llevó la noticia a prácticamente todo el planeta, alcanzando hasta la fecha más de 900 registros de apariciones online en medios de comunicación.
Importantes medios de corte científico, como National Geographic, instituciones de renombre como el Smithsonian Institute y medios de comunicación de alcance global, como la BBC, Al Jazeera, CNN, la Deutsche Welle, France 24 o el New York Times, solo por nombrar algunos, posaron su atención en esta criatura que posee características asociadas tanto a los estegosaurios como a los anquilosaurios. La mayor parte de ellos destacaron su cola armada con forma de hacha similar a un macuahuitl, el temido garrote de guerra utilizado por los antiguos aztecas. Pero la cobertura también llegó a numerosos medios de otras partes del mundo como China, Japón, Vietnam, India, Irán, Sudáfrica, Kenia, Francia, Italia, España, Australia, Rusia e incluso Fiji, entre muchos otros países. Lo mismo ocurrió con los principales medios latinoamericanos y nacionales.
El impacto ha superado las expectativas, confiesa Sergio Soto. «Hemos tenido otros trabajos con una repercusión importante, pero este sin duda parece ser el que va a llevar la delantera por ahora, tanto a nivel mediático como en las cifras de acceso al estudio. De hecho, en términos estadísticos, superó en número de visitas al trabajo del Chilesaurus. Eso nos habla de la importancia e interés particular por los dinosaurios del extremo sur de Sudamérica, especialmente en Chile. Algo está pasando con estas formas bizarras o extrañas, que todavía no se entiende muy bien por qué son tan diferentes a las que vemos en el resto del mundo», comenta. Agrega, además, que están esperando la opinión de otros especialistas, «y eso lo vamos a tener más claro cuando citen el artículo y evalúen nuestras hipótesis sobre este nueva especie y linaje de dinosaurios que estamos proponiendo».
Junto con expresar su felicidad por este logro del equipo, Mauricio Álvarez destaca la preocupación del grupo por acercar este conocimiento a las personas a través de materiales y contenidos amigables. «Esto fue posible gracias al trabajo mancomunado de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile, del Instituto Antártico Chileno y del Museo Nacional de Historia Natural. En mi caso, lo fundamental fue aportar y ser parte de la divulgación científica generando una ventana visual que permita a la gente encantarse con el patrimonio natural y cultural de nuestro país. De esta manera, a través de las noticias y otros espacios de difusión es posible cautivar a las personas e invitarlas a conocer la investigación un poco más en profundidad. Pienso que con una imagen se crean puentes que permiten conocer y apreciar el patrimonio», afirma.
La irrupción de la paleontología en Chile
Esta portada en Nature pone un broche de oro a cerca de 10 años de trabajo de un grupo de investigadores que gracias al financiamiento público han podido generar numerosos hallazgos paleontológicos y llevar la ciencia nacional a los principales escaparates del mundo. Alexander Vargas afirma que el significativo crecimiento de la paleontología local en este período ha sido posible por la formación de investigadores especializados y por fuentes de financiamiento como los proyectos Anillo y Fondecyt. «Estos resultados son fruto del Proyecto Anillo ‘Nuevas Fuentes de Información sobre el Registro Fósil y Evolución de Vertebrados’, que se extendió entre el 2018 y este año, además de dos proyectos Fondecyt, uno de Marcelo Leppe y otro dirigido por mí. Previamente, además, está el proyecto Fondecyt que dio pie al estudio del Chilesaurus y un Proyecto Anillo dirigido por la profesora de la U. de Chile, Teresa Torres, que -entre otras cosas- permitió el hallazgo de un huevo de la era de los dinosaurios en la Antártica, también publicado en Nature», precisa.
Por esta razón, no es casualidad que Stegouros elengassen sea ya el cuarto dinosaurio no aviar descrito en Chile en menos de 10 años y el segundo en ser portada de Nature después del Chilesaurus diegosuarezi, un registro al que se suman además el Atacamatitan chilensis y el Arackar licanantay. Esta irrupción paleontológica de la última década no sólo pone fin al mito de la inexistencia de dinosaurios en Chile, también representa una muestra del inmenso potencial que el país tiene en esta disciplina. «Como grupo tenemos dos publicaciones en Nature en los últimos dos años, 2020 y 2021, que es algo excepcional. La relevancia y cantidad de publicaciones de la Red paleontológica de Chile es comparable a la de grupos que trabajan en áreas bien establecidas como la astronomía. Esto recalca cómo, de manera similar a nuestros cielos, el registro fósil de Chile es un recurso natural único, que nos pone en ventaja para hacer aportes científicos de categoría mundial» señala Alexander Vargas.
Sergio Soto, Licenciado en Ciencias con mención en biología y Magíster en Ciencias Biológicas, es parte de la nueva generación de paleontólogos formada en este período. A sus 35 años, su tesis para optar al grado de Doctor en Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Chile es portada en Nature, un hecho que indica aún le cuesta creer. Sin embargo, enfatiza que este «no es un logro personal. Hay un equipo detrás, cada uno hizo su aporte. Además, se dieron las circunstancias de manera excepcional, se reunió un grupo de investigadores que tenía cada uno una función y una habilidad particular que nos permitió llegar a este resultado. Además ganamos un Proyecto Anillo que fue el que nos permitió llevar a todos estos especialistas a terreno y dar con este animal, así que yo creo que fue casi una conjunción de astros que nos permitió dar este golpe científico».
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