Por Alfredo Zaiat | La pandemia de la deuda asfixia a los países pobres

A pesar de las medidas de alivio dispuestas por organismos financieros internacionales por la crisis de COVID-19, alrededor del 60% de los países de bajos ingresos se encuentran en alto riesgo de insolvencia o tienen problemas de deuda.
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En 2015, esa cifra estaba por debajo del 30%.
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En cambio, las potencias económicas registran crecimiento en el segundo año de la pandemia y, por lo tanto, están disminuyendo su respectiva relación deuda/PIB.
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La pandemia también profundizó la desigualdad en el frente financiero haciendo más vulnerables a los países que ya lo eran.
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Contrarreloj

Para muchos de estos países con debilidades estructurales, los desafíos financieros son cada vez mayores. Las nuevas variantes están provocando más perturbaciones en la actividad económica y las iniciativas relacionadas con la crisis provocada por el coronavirus, como la Iniciativa de suspensión del servicio de la deuda del G20 (DSSI, por sus siglas en inglés), están terminándose.
Muchos de esos países enfrentan atrasos o una reducción en los gastos prioritarios y, de esta manera, es posible un colapso económico a menos que los acreedores del G20 acuerden acelerar las reestructuraciones y suspender el servicio de la deuda mientras se negocia.
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En esa misma línea, también es fundamental que los acreedores del sector privado implementen un régimen de alivio de la deuda.
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El reciente documento del FMI Debe reforzarse el programa del G20 para el tratamiento de la deuda de países pobres, de Kristalina Georgieva y Ceyla Pazarbasioglu, advierte que 2022 será mucho más complicado con el endurecimiento de las condiciones financieras internacionales en el panorama.

«El plan de alivio del G20 expirará a finales de este año, lo que obligará a los países participantes a reanudar los pagos del servicio de la deuda», afirman.

Perspectivas de un horizonte de deuda complicado

Desde el inicio de la pandemia, los países de bajos ingresos se han beneficiado de medidas atenuantes, pero no suficientes.
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Las bajas tasas de interés en las economías avanzadas mitigaron el impacto financiero de la crisis en sus economías. A la vez, el G20 estableció el plan de suspensión temporal de los pagos de la deuda pública de los países más pobres, seguido de la elaboración de un Marco Común para ayudar a estos países a reestructurar su deuda y hacer frente a la insolvencia y los problemas prolongados de liquidez.
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Hasta ahora, solo tres países (Chad, Etiopía y Zambia) han presentado solicitudes de alivio de la deuda en el esquema de este Marco Común. Y cada caso ha experimentado retrasos importantes.
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La comunidad internacional también aumentó el apoyo financiero incluyendo préstamos de emergencia del FMI y una asignación de derechos especiales de giro (DEG) de 650.000 millones de dólares, de los cuales 21.000 millones se asignaron directamente a países de bajos ingresos.
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Georgieva y Pazarbasioglu reclaman que «los desafíos de la deuda son apremiantes y la necesidad de actuar es urgente», al destacar que «la reciente variante de ómicron es un claro recordatorio de que la pandemia estará con nosotros por un tiempo».
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Para concluir que «ahora se necesita una acción multilateral decidida para abordar la desigualdad de las vacunas a nivel mundial y también para apoyar la resolución de la deuda de manera oportuna y ordenada».
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La bomba de la deuda global

En 2020 se registró un fuerte aumento de más de 32 billones de dólares de la deuda mundial, y en lo que va de este año subió otros 4 billones de dólares, para alcanzar el récord de 296 billones de dólares.
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El último informe del Instituto de Finanzas Internacionales (IFI) expone la divergencia en el sendero de la deuda entre países ricos y países de ingresos medios y bajos.
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La recuperación económica ha ayudado a reducir la deuda global con respecto al PIB al 350% en el tercer trimestre de 2021, más de 10 puntos porcentuales desde el máximo histórico en el primer trimestre.
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Esto fue por el aumento del PIB nominal —a medida que aumentan el crecimiento y la inflación—. Sin embargo, la deuda de los mercados emergentes siguió aumentando en otros 5,7 billones de dólares durante los primeros tres trimestres de 2021, alcanzando un nuevo récord de 92,5 billones de dólares, equivalente a 247% del PIB.
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Los financistas del IFI explican que si bien el costo promedio de financiamiento en los mercados internacionales permanece cerca de mínimos históricos, la caída de las tasas de interés no ha sido universal, con una amplia dispersión de las tasas entre los países de ingresos medios y bajos.
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Encienden alertas respecto a que «si las presiones inflacionarias actuales demuestran no ser transitorias, un aumento abrupto o más pronunciado de lo esperado en las tasas de política monetaria en los mercados maduros podría aumentar los costos de interés para los gobiernos de los mercados emergentes».
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Agenda de financiamiento para América Latina y el Caribe

El escenario crítico de la deuda pública está preocupando a gobiernos y organismos multilaterales. Por caso, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) plantea que la crisis actual debe ser aprovechada como una oportunidad para repensar la agenda de financiamiento para el desarrollo de los países de ingreso medio, como los de América Latina y el Caribe.
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«Es una ocasión para alcanzar un amplio consenso social y político que permita aplicar reformas ambiciosas con el fin de emprender un proceso de construcción sostenible e igualitario hacia el futuro», señala en el documento Una agenda innovadora de financiamiento para el desarrollo y la recuperación de la región.

«El COVID-19 ha evidenciado la necesidad de abordar el problema del financiamiento para el desarrollo de los países de ingreso medio. La pandemia ha empeorado los problemas estructurales de América Latina y el Caribe en materia de inversión, productividad, informalidad, desigualdad y pobreza», subrayó la secretaria ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, durante su presentación.

América Latina y el Caribe es actualmente la región más endeudada del mundo en desarrollo. La deuda general promedio de los gobiernos el 77,7% del PIB regional, aunque en algunos casos supera el 100% del PIB nacional, y el servicio total de la deuda representa el 59% de sus exportaciones de bienes y servicios.
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En el documento se menciona que el alto nivel de endeudamiento resultante de una menor recaudación de impuestos, junto con el incremento de las transferencias corrientes para apoyar a los hogares y las empresas, ha aumentado las necesidades de liquidez de los países, a pesar de la considerable heterogeneidad de su situación fiscal y vulnerabilidad de la deuda. Esta situación ha reducido el espacio fiscal para implementar políticas contracíclicas, socavando la capacidad de los países para construir un futuro mejor, afirmó la secretaria ejecutiva de la CEPAL.
El informe propone la siguiente agenda de financiamiento para el desarrollo de la región, basada en cinco medidas:
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1. Ampliar y redistribuir la liquidez desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo.
2. Fortalecer la cooperación regional aumentando la capacidad de préstamo y respuesta de las instituciones financieras regionales, subregionales y nacionales, y estrechando sus vínculos con los bancos multilaterales de desarrollo.
3. Llevar a cabo una reforma institucional de la arquitectura de la deuda multilateral.
4. Proporcionar a los países un conjunto de instrumentos innovadores destinados a aumentar la capacidad de reembolso de la deuda y evitar el endeudamiento excesivo.
5. Integrar las medidas de liquidez y de reducción de la deuda a una estrategia de desarrollo encaminada a construir un futuro mejor.
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En este último punto, el documento subraya como ejemplo el Fondo de Resiliencia del Caribe, un fondo fiduciario establecido como una asociación público-privada cuyo propósito es financiar intervenciones estratégicas en todo el caribe para aliviar dificultades que afectan a la subregión.

LA OPINIÓN DEL  AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE LA RAZÓN

Alfredo Zaiat – Periodista, escritor y economista, jefe de la sección de Economía y del suplemento Cash de Página 12 desde 1997. Conduce desde hace 18 años el programa radial ‘Cheque en blanco’. Ganador del premio ETER en varias oportunidades. Integra el cuerpo docente del Programa Amartya Sen de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.