La pequeña localidad de San Matías, en la frontera entre Bolivia y Brasil, ha sido testigo de 170 crímenes en 20 años, la mayoría de ellos «ajustes de cuentas» sin resolver. Las fuerzas especiales de Bolivia admiten que la localidad, un pasaje clave para la cocaína, es sede de una guerra entre el Comando Vermelho y el Primer Comando Capital.
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San Matías es una pequeña localidad ubicada en la frontera entre Bolivia y Brasil. Con poco más de 6.000 habitantes, su tamaño prometería una vida tranquila sino fuera porque, en los últimos años, el accionar cada vez más violento del narcotráfico supo poner a la ciudad en las noticias internacionales.
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Los últimos días de enero encontraron a la Fuerza Especial de Lucha contra el Narcotráfico (Felcn) realizando intensos operativos en la localidad, intentando controlar una situación que, según medios bolivianos, se había descontrolado. El diario El Deber consignó que el 24 de enero fueron asesinados en la ciudad dos ciudadanos brasileños que, según la Policía, eran referentes del narcotráfico en la zona.
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Ambos crímenes fueron brutales: mientras uno de los fallecidos recibió 17 disparos, el otro fue impactado por 11 balas antes de morir.
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El director de la Felcn, José María Velasco, reconoció ante medios locales que la escalada de violencia en San Matías se explica por un enfrentamiento entre los dos grupos narcotraficantes más poderosos de Brasil, el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV), que mantienen una disputa por el control del tránsito fronterizo entre Brasil y Bolivia.
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Durante esos días, la Felcn realizó allanamientos para atrapar a Douglas Queiroz, otro ciudadano brasileño que, según la fuerza pública boliviana, tiene un rol importante en el narcotráfico en la zona. Según El Deber, el hombre de 30 años es propietario de lujosas residencias en la zona y tendría una fortuna acumulada de aproximadamente 6 millones de dólares. Sin embargo, el hombre logró escapar antes del allanamiento.
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Según la Felcn, Queiroz sería el referente del Comando Vermelho en San Matías. El PCC también tenía el suyo, un hombre conocido como ‘Arturo’, aunque informaciones en manos de los agentes dan cuenta de que estaría preso en EEUU.
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Para la Policía, el efecto más claro del enfrentamiento entre las bandas es el incremento de la violencia. Según datos policiales, en los últimos 20 años San Matías fue el escenario del asesinato de 170 personas. «Todos los casos están sin aclarar, son ajustes de cuentas», dijo un policía al diario boliviano. De acuerdo al agente, la mayoría de los asesinados son ciudadanos brasileños, en su mayoría fugados de cárceles de Brasil.
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Un análisis realizado en 2017 por la organización Insight Crime, encargada de hacer un seguimiento al narcotráfico y el crimen organizado en América Latina, indicaba que la importancia estratégica de la frontera entre Bolivia y Brasil para el PCC y el CV radica en que Bolivia es uno de los países de tránsito de la cocaína pero también uno de los mayores productores de derivados de la pasta base de la coca más consumidos en Brasil, el ‘basuco’.
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Otro estudio de la organización hecho un año después cataloga a San Matías como «una tierra de nadie y en relativo aislamiento del resto» de Bolivia, lo que convirtió a la ciudad en el paso preferido para la cocaína manejada por los dos grandes grupos criminales de Brasil.
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