Firmar Escazú, militarizar el norte y un duro viaje al sur, las primeras señales de Boric

«Todo comunica», es quizás la primera lección que se enseña en las escuelas de mercadeo y publicidad, y los asesores del presidente chileno Gabriel Boric lo tienen claro. La mayoría de las actividades que realizó el mandatario en su primera semana al mando estuvieron cargadas de potentes simbolismos.
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Por Francisco Bravo Atias
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Lo primero que hizo Boric el sábado 12 de marzo, al día siguiente de asumir el cargo tras el fin del mandato del expresidente Sebastián Piñera (2018-2022), fue participar de una rogativa ecuménica organizada por líderes de los pueblos originarios en la sede de Gobierno, el palacio de La Moneda. Uno a uno, el mandatario y la primera dama, Irina Karamanos, fueron recibiendo parabienes y buenos augurios a través de distintas y ancestrales ceremonias indígenas.
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«Generar un trabajo intercultural y una nueva relación entre el Gobierno y los pueblos originarios es vital para la construcción de un Chile justo y digno», explicó Boric en su cuenta de Twitter, adjuntando fotografías de coloridos rituales mapuche, rapanui, diaguitas y otros.
El contraste se originó ese mismo 12 de marzo en la tarde, cuando el presidente acudió a la Catedral de Santiago para participar en una ceremonia de oración ecuménica organizada por la Iglesia Católica y las iglesias evangélicas, pues acá la señal fue de crítica explícita. Boric se molestó porque los católicos invitaron al exarzobispo de Santiago Ricardo Ezzati y al cardenal Francisco Errázuriz, ambos acusados de encubrir los abusos sexuales perpetrados por sacerdotes contra niños y adolescentes.
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«Hay algo que me molestó ver en la Catedral. Me molestó ver al señor Ezzati, me molestó ver a gente que ha actuado como encubridora de graves delitos contra niños y niñas», dijo Boric en un discurso después de la ceremonia, aclarando que durante el acto no se percató de la presencia de ambos líderes y que de haberlo sabido no habría participado. Asimismo, afirmó que no asistirá a ninguna actividad de la iglesia donde participen sacerdotes y líderes cuestionados por casos de abuso.
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La tercera actividad, concretada el domingo 13 de marzo, también fue leída como una señal. Boric y sus ministros organizaron un acto público en la comuna de La Pintana, uno de los barrios más pobres de Santiago y del país, donde no suelen realizarse muchas actividades gubernamentales.
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Boric se salió varias veces de protocolo, saludando y fotografiándose con los vecinos de la comuna, bailando cueca (la danza nacional de Chile) y explicando que esta actividad era un «cambio de mando ciudadano» gestionado para acercar la protocolar y estructurada ceremonia a la gente.
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«En los 37 años de historia de La Pintana es primera vez que un Presidente de la República festeja su triunfo aquí, junto a los más sencillos, junto a los olvidados, junto a los discriminados. Gracias Gabriel Boric por llegar con amor donde ha habido tanto dolor», tuiteó la alcaldesa de la comuna, Claudia Pizarro.

Medidas concretas

Durante su candidatura, Boric prometió que su administración sería ecológica, ambientalista y una «firme luchadora contra el cambio climático», y la primera medida concreta en esta materia se producirá este viernes 18 de marzo.
El ministro de la Secretaría General de la Presidencial, Giorgio Jackson, confirmó que ese día se firmará el acuerdo ambiental de Escazú, tratado que Chile impulsó junto a Costa Rica desde 2014 hasta 2018, pero que Piñera se negó a firmar, argumentando que su terminología era ambigua y podía condicionar la legislación chilena.
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Este tratado establece herramientas de participación ciudadana en las decisiones ambientales, protección especial para los activistas, mayor acceso a la información ambiental, entre otras disposiciones.
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Boric utilizó sus primeros días para abordar también la crisis migratoria y de seguridad que afecta a las regiones del norte del país y envió al Congreso una solicitud de prórroga del estado de excepción constitucional de emergencia impuesto por Piñera en la zona, el que rápidamente consiguió ser aprobado por todas las fuerzas políticas parlamentarias.
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De esta manera, Boric confirmó que continuará con la política de militarización para controlar e impedir el ingreso indiscriminado de personas por pasos no habilitados desde la frontera con Bolivia. Pero no sucedió lo mismo en el sur del país, donde también rige hace meses un estado de excepción debido a la serie de atentados incendiarios y ataques contra empresas forestales y de áridos que afectan hace años a la zona.
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El presidente decidió no extender el estado de emergencia en el sur y envió a seis de sus ministros a La Araucanía (sur) para comenzar oficialmente el proceso de diálogo con los distintos actores del conflicto. Pero el plan no resultó como esperaba.
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El traspié en la Araucanía

La ministra del Interior, Izkia Siches, encabezó la comitiva de ministros que llegaron el lunes 14 de marzo a La Araucanía para iniciar una ronda de reuniones, junto a los ministros de Obras Públicas, Juan García; de Defensa, Maya Fernández; Desarrollo Social, Jeanette Vega; Educación, Marco Ávila y Salud, María Yarza, además de otras autoridades.
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La idea era comenzar el diálogo con las comunidades mapuche y explicarles que se realizaría un proceso de desescalada de la militarización, y para eso la ministra Siches pactó una reunión con Marcelo Catrillanca, un líder mapuche y padre de Camilo Catrillanca, joven comunero que fue asesinado por Carabineros (policía militarizada) en 2018.
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Camino al encuentro, el chofer que llevaba a Siches detuvo el vehículo debido una barricada que cortaba la ruta y realizó un veloz viraje cuando comenzaron a escucharse disparos al aire en los alrededores, obligando a la ministra a suspender la actividad y devolverse. Integrantes de la comunidad mapuche Temucuicui, una de las más herméticas de la zona, se adjudicaron posteriormente la autoría de la intervención, señalando que no permitirían el paso de la ministra hasta que fueran «liberados todos los presos políticos mapuche».
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Siches y el Gobierno fueron objeto de cuestionamientos, siendo acusados de no planificar bien el viaje a un lugar conocido por su peligrosidad. «No hay que pecar de confiados, acá hubo evidentemente situaciones que no se previeron. Poner en riesgo a un equipo ministerial por parte del Gobierno es una situación bastante compleja», dijo la diputada del Partido Comunista (izquierda) Karol Cariola al diario La Tercera, confirmando que no sólo hubo críticas de la oposición, sino también desde la propia coalición oficialista.
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En el mismo medio se señaló que Carabineros advirtió previamente a la ministra sobre las complejidades de ingresar a la zona, asegurando que Siches decidió no ser acompañada por personal uniformado ni utilizar vehículos blindados.
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Boric, firme a su postura pro diálogo en el sur, declinó querellarse contra los responsables del incidente y confirmó que todas las actividades de sus ministros en el sur siguen en pie, a pesar del complejo incidente.
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