El presidente de EEUU, Joe Biden, ha liderado una campaña antirrusa a gran escala con el fin de hundir la economía de Rusia y mostrarse como salvador ante sus aliados convenciéndoles de que lo mejor era dejar de depender del gas ruso. El periódico ‘Politico’ vio los caminos que tiene EEUU para no quedar mal parado frente a sus aliados.
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En una conferencia de prensa conjunta con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ambas partes mencionaron una meta de 15.000 millones de metros cúbicos de gas natural licuado (GNL) adicional entregado a los mercados de la UE este año, con la esperanza de 50.000 millones de metros cúbicos más de GNL de EEUU anualmente hasta 2030. Mientras que Rusia envía a la UE 155.000 millones de metros cúbicos al año o alrededor del 40% del consumo total de gas del bloque.
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Según publica Político, Von der Leyen habló de un «compromiso de EEUU para proporcionar» esos volúmenes a corto plazo, pero el texto final de la declaración conjunta indica que Washington «trabajará con socios internacionales y se esforzará por garantizar» que esos cargamentos lleguen a la UE este año.
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Un alto funcionario estadounidense citado por Político indicó que la promesa de 15.000 millones de metros cúbicos para este año es en realidad un compromiso para tratar de convencer a las empresas en Asia o en otros lugares que esperaban cargamentos el próximo invierno que acepten enviarlos a Europa. Pero los ejecutivos de la industria del GNL que se reunieron en Texas a principios del mes de marzo advirtieron que el clima jugaría un papel importante a la hora de determinar a dónde van los cargamentos y que una ola de frío podría hacer que los países asiáticos se aferren a los combustibles prometidos.
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La Agencia Internacional de Energía (AIE) señaló que el aumento de los flujos de GNL al bloque significaría «mercados de GNL excepcionalmente ajustados y precios muy altos». Además, precisó que Europa podría obtener unos 20.000 millones de metros cúbicos de GNL adicionales en los mercados globales, con 10.000 millones de metros cúbicos más a través de gasoductos de Noruega y Azerbaiyán, en caso de que esos países acuerden aumentar la producción.
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La AIE estima que incluso con considerables medidas de ajuste del cinturón para reducir la demanda y un rápido despliegue de energías renovables, lo mejor que podría aspirar la UE sería reducir la dependencia rusa del gas en un tercio este año, aunque Bruselas espera una reducción de dos tercios.
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Una hoja informativa publicada por la Casa Blanca sobre el acuerdo señaló que la promesa de 50.000 millones de metros cúbicos de futuras entregas anuales de GNL de EEUU fue «en el entendimiento de que los precios deberían reflejar los fundamentos del mercado a largo plazo y la estabilidad de la oferta y la demanda».
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El 25 de marzo, Biden precisó que esto contaba con que la UE aceleraría los permisos de construcción para nuevas terminales de importación de GNL y presionaría a los países europeos para que demostraran que hay suficiente demanda de gas estadounidense hasta 2030.
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El canciller alemán, Olaf Scholz, dijo: «construiremos nuestras propias terminales de GNL mucho más rápido de lo que lo hemos hecho hasta ahora», mientras que los Países Bajos firmaron un contrato de cinco años para arrendar una terminal flotante de importación y almacenamiento de GNL para finales de 2022. El Parlamento Europeo también votó para aprobar una lista de proyectos de energía transfronterizos para recibir permisos acelerados este mes, que incluyen 20 proyectos de gas desde terminales de importación hasta gasoductos.
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La Comisión Europea también propuso una nueva regulación que exige la compra de gas para reforzar las existencias de almacenamiento cada verano para garantizar que se llenen al 90% antes de cada temporada de calefacción.
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A todo esto, se suma la línea con el reciente compromiso de la UE de reducir drásticamente el consumo de petróleo y gas. Tema en el que ya se han pronunciado los activistas climáticos lanzando duras críticas por el tema del gas que Europa podría adquirir de EEUU con contratos a largo plazo.
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«En lugar de llenar los bolsillos de las empresas estadounidenses de fracking, Europa debería centrar sus inversiones en energía en soluciones duraderas, como mejorar el aislamiento de los edificios, las bombas de calor y las fuentes de energía renovable», criticó el activista de Global Witness Murray Worthy.